El agujero negro de las prisiones de Israel
Más de 11.000 palestinos han sido arrestados en Cisjordania en el último año, muchos de los cuales están encarcelados sin juicio y sufren constantes abusos
El CairoEl sistema penitenciario es desde hace décadas una pieza clave del engranaje represivo diseñado por Israel contra la población palestina de los territorios ocupados. Sin embargo, en el último año a la sombra del asalto a Gaza, esta engrasada maquinaria ha operado a unos niveles desbocados, alimentada en gran medida por una incesante campaña de detenciones en Cisjordania y en Jerusalén Este.
En un año las autoridades israelíes han arrestado sólo en estos territorios a más de 11.000 palestinos, entre ellos más de 700 menores, incluido uno de 14 años, según la Comisión de Asuntos de los Detenidos, vinculada a la Autoridad Palestina. Muchos han sido liberados, pero cerca de 10.000 siguen actualmente encarcelados, el doble que antes de octubre de 2023. De éstos, un tercio no han pasado ni siquiera por juicio.
Esta campaña se está produciendo en paralelo a una fuerte escalada de la violencia de colonos judíos y militares israelíes contra la población palestina en Cisjordania y en la anexión del territorio por parte de Israel. En el último año, las fuerzas israelíes y los colonos han matado a más de 750 personas, entre ellas 180 niños, y sus ataques, cada vez más coordinados, han dejado cerca de 15.000 heridos, 6.000 desplazados y una gran destrucción de viviendas y de infraestructuras, según la ONU.
"La situación de los palestinos en las cárceles y en los centros de detención israelíes ha sido históricamente nefasta, marcada por unas condiciones de vida pésimas y la aplicación de disposiciones legales específicas", apunta Miriam Azem, miembro del centro legal de Israel Adalah, dirigido por palestinos. "Desde el 7 de octubre ha habido una escalada catastrófica, con las autoridades de Israel aplicando medidas punitivas e ilegales en los centros de detención y en las cárceles", añade.
Uno de los principales efectos del incremento del número de palestinos encarcelados por Israel ha sido el agravamiento de los problemas de hacinamiento que ya existían antes en las celdas de las cárceles, muy por encima de sus capacidades, según alertan grupos de derechos humanos palestinos e israelíes. Muchos reclusos, además, denuncian que ahora están permanentemente encerrados en la celda, a menudo sin luz, sin llegar a ver el sol y con muy poco tiempo para ducharse.
Este empeoramiento del hacinamiento de prisioneros fue precedido de una incautación general de bienes personales y comunes en las celdas, hecha poco después del inicio de la ofensiva israelí en Gaza. Y desde entonces organizaciones de derechos humanos denuncian calores extremos y humedad elevada en las celdas por la incautación de aparatos eléctricos, una desatención médica generalizada, una grave escasez de productos de higiene y una distribución de cantidades insuficientes de comida.
"El servicio penitenciario de Israel ha iniciado una política del hambre, reduciendo las tres comidas diarias para cada prisionero a sólo dos, que no sólo son escasas en cantidad sino también de mala calidad", asegura Tala Nasir de Addameer, una asociación de derechos humanos y de apoyo a prisioneros palestinos. "Los presos palestinos han perdido de media unos 30 kilos de peso", afirma.
En el marco del estado de excepción penitenciario decretado en el país, Israel ha ampliado igualmente el plazo legal para mantener encarcelados a reclusos palestinos sin juicio, por lo que incluso una mayoría de los que han acabado viendo a un juez lo han hecho después de semanas o meses. Además, Israel considera presos de seguridad a muchos de los reclusos palestinos, lo que restringe ampliamente su contacto con el exterior, incluyendo llamadas, visitas y reuniones con abogados.
Torturas generalizadas
En este contexto, muchos detenidos palestinos son agredidos de forma reiterada. Organizaciones de derechos humanos han documentado el uso de gas pimienta, granadas aturdidoras, puños americanos, porras, perros y pistolas paralizantes, entre otros, para maltratar y torturar a reclusos, incluso sexualmente. Otra práctica extendida es la privación del sueño. "Las cárceles se han convertido en espacios de crueldad y brutalidad intensificadas. No son espacios sólo opresivos, ahora sirven como herramientas para torturar a presos palestinos y vengarse por varias vías" , dice Nasir.
En el último año la Comisión de Asuntos de los Detenidos ha registrado la muerte de 24 reclusos palestinos de Cisjordania, que se suman a decenas de fallecidos más de reclusos de Gaza. "Y esa cifra es sólo la que ha anunciado Israel, decenas más han sido asesinados pero todavía no tenemos información sobre sus nombres y las circunstancias de sus muertes", señala Nasir.