Ningún país da asilo a 82 juezas afganas perseguidas por los talibanes
Las mujeres suplican que las ayuden a salir del país
BarcelonaCon el anterior gobierno afgano ya recibía amenazas. Era el precio que tenía que pagar por ser mujer y jueza en un país donde los hombres suelen tener siempre la última palabra. Ahora que los talibanes están en el poder, teme directamente que la maten porque muchos contra los que dictó condena están ahora fuera de la cárcel. Cuando los talibanes llegaron al poder en agosto, abrieron de par en par las puertas de los centros penitenciarios y dejaron en libertad a todos los presos. Por eso prefiere mantener el anonimato. Como ella, hay 82 juezas más en Afganistán. Sorprendentemente, ningún país se encargó de su evacuación tras la llegada de los talibanes al poder. Ahora suplican que las ayuden a salir del país como sea.
Por teléfono se la nota desesperada. Dice que lo primero que hizo cuando los talibanes ocuparon Kabul fue casar a su hija. La chica tiene 24 años y temía que se la llevaran y la casaran con uno de ellos como venganza. También explica que huyó de casa. No podía quedarse allí para que los talibanes la encontraran. Ahora ella y su familia viven en casa de unos amigos. Aparte de una hija, también tiene un hijo de 14 años y otro de veintidós.
Su marido trabajaba en el ministerio de Justicia, pero, desde que los talibanes se hicieron con el control del gobierno, no ha regresado a su lugar de empleo. Ser el esposo de una jueza en Afganistán no es la mejor carta de presentación. Teme represalias. Su hijo de 14 años también ha dejado el colegio. “Iba a una escuela privada porque las públicas no eran seguras teniendo una madre jueza”, explica ella. Pero ahora no tienen dinero para pagar un centro privado. Ella no trabaja, su marido tampoco. Durante todos estos meses han sobrevivido vendiendo los muebles y los utensilios que tenían en casa.
“Todo esto es por mi culpa”, dice la jueza, que se siente responsable de todo lo que está sufriendo su familia. Tiene 50 años, ha dedicado toda su vida a los tribunales, y es la segunda vez que vive una situación así. Durante el primer régimen talibán en los años noventa ya tuvo que huir a Pakistán. Ahora ha recibido una notificación del ministerio de Asuntos Exteriores británico que confirma que este país estaría dispuesto a concederle un visado. El problema es que ni el Reino Unido ni ningún otro país occidental tienen ahora embajada en Afganistán. Todos cerraron sus legaciones con la llegada de los talibanes al poder. La jueza y su familia deberían trasladarse a Pakistán para hacer todos los trámites, pero para eso necesitan otro visado, el pakistaní, y no tienen dinero para pagarlo. Solo es posible conseguirlo en el mercado negro y su precio es astronómico: 500 dólares.
De hecho, el Reino Unido se ha mostrado dispuesto a conceder la protección internacional a una treintena de las 82 jueces que esperan una salida en Afganistán, si es que primero consiguen un visado para llegar a Pakistán. Es el resultado del trabajo de Marzia Babakarkhail, que también fue jueza en Afganistán y vive asilada en Manchester desde el 2008 después de que los talibanes la intentaran matar. Por eso, porque sabe el peligro que corren sus compañeras, está moviendo cielo y tierra para no dejar a ninguna atrás. Entre otras iniciativas, ha impulsado una recogida de firmas y ya ha recogido más de 53.000. “Las juezas en Afganistán tienen ahora tres enemigos: los talibanes, los presos a quien condenaron e incluso su propia familia”, afirma. "Es muy diferente tener coche, dinero y poder, a no tener nada", continúa explicando. Todas estas mujeres han caído ahora en desgracia.
El nombre de Babakarkhail ha sonado en varias ocasiones en el Parlamento británico. Semanas atrás, la diputada del Partido Nacional Escocés Joanna Cherry pedía en la cámara a la secretaria de estado Victoria Atkins que dedicara un poco de su tiempo a buscar una salida para las juezas afganas.
“Tristemente, no las podremos ayudar a todas, pero intentaremos que otros países lo hagan”, fue la respuesta de la secretaria de estado. Los países europeos han recibido seis millones de refugiados ucranianos durante los últimos meses, pero de momento ninguno se ha mostrado dispuesto a acoger a unas cuantas decenas de magistradas afganas.