Los países africanos dudan a la hora de condenar a Moscú

Casi la mitad del continente se abstiene en la resolución de la ONU contra la invasión

Jaume Portell
y Jaume Portell

Dakar“Si hubiera una guerra mundial nosotros iríamos con los rusos”. Un trabajador de la compañía nacional eléctrica de Gambia lo tiene claro, pero quiere mantener su anonimato. Tanto en Gambia como en Senegal, la guerra de Ucrania llega en flashes informativos discontinuos, y cada cual saca sus conclusiones a partir de sus intereses: “Nunca apoyaría al bando donde estuviera la China, ¡se están llevando todos nuestros pescados!”, dice Mariama Darboe, una estudiante. Otros ven con desconfianza a los ucranianos por el maltrato a los estudiantes africanos que han tenido que huir del país. También hay opiniones afrocéntricas más especulativas: Putin es musulmán, en secreto, y Occidente lo combate porque es amigo de los africanos. Toda esta amalgama de posturas se ha hecho oficial con una votación en la ONU: en la resolución de condena de la invasión rusa de Ucrania, 25 de los 54 países africanos se abstuvieron o directamente ni votaron. Eritrea fue el único país que votó en contra, alineándose con Moscú. 

Las abstenciones han sido mayoritarias en el sur del continente, con Sudáfrica liderando los abstencionistas. El presidente del país, Cyril Ramaphosa, se escuda en la redacción del texto –que, según él, no incluía ninguna apelación en el diálogo con Rusia– para justificar su postura. También criticó la expansión de la OTAN en la Europa oriental y recordó otras misiones de esta organización militar: “A nuestro continente, Muammar Gaddafi fue asesinado”. Desde un punto de vista material, Sudáfrica y su sector minero podrían beneficiarse de la situación en Ucrania: la potencial disrupción del suministro de materias primeras de origen ruso ha hecho aumentar el precio del oro, el paladio o los diamantes. Con las arcas públicas hundidas, este aumento de precios daría a Sudáfrica, productor de todos estos recursos, un salvavidas oportuno.

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Entre los abstencionistas también está Zimbabue, Mozambique y Angola –que se deshicieron de los colonialistas blancos con la ayuda de la Unión Soviética–. En el norte del continente se ha abstenido Argelia, una de las potencias regionales, rica en gas y uno de los principales clientes de armamento ruso desde la caída de la URSS: el 8% de todas las armas que ha vendido Moscú desde 1991 han acabado en Argel. 

"Amnesia voluntaria" 

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En un artículo conjunto publicado en elWashington Post, los académicos Oumar Ba, Lina Benabdallah y Elif Kalaycioglu han criticado la sorpresa de muchos periodistas occidentales ante la situación en Ucrania. En decenas de apariciones mediáticas se halamentado que un conflicto como este pase en un país europeo, entre gente "civilizada", al contrario de otros lugares como Irak o Afganistán. En el artículo, los académicos recuerdan que la guerra es una constante de la historia europea, y acusan la opinión pública occidental de aplicar una “amnesia voluntaria”. “La aparición de los estados modernos en Europa fue posible gracias a la esclavización de los africanos, la colonización y el genocidio de los indígenas”, recuerdan. También aseguran que los análisis occidentales tienden a concluir que las guerras solo pasan en los países del sur global, ignorando cualquier vínculo con intervenciones europeas del pasado. Cuando se hace una distinción entre los refugiados que “se asemejan a nosotros” y los que no, los autores concluyen que se establece una jerarquía racial que determina quién tiene derecho al refugio y a la paz y quién no. 

Patrick Gathara es uno de los dibujantes de caricaturas más ácidos de África oriental. En un artículo publicado en Al-Jazira, el keniata consideraba que los africanos estaban divididos a la hora de encontrar una postura clara en este conflicto. Si bien tienen puntos en común con Ucrania, incluso a nivel histórico –una nación invadida por una potencia imperial con más recursos–, muchos en el continente creen que Occidente está utilizando a Ucrania para reivindicar su identidad y sus valores, vinculados a conceptos como la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho. Teniendo en cuenta las agresiones cometidas en otros territorios por actores occidentales, Gathara considera que un apoyo acrítico en esta situación es “menos atractivo” para los africanos. Y finalmente aparece, de nuevo, la cuestión material: si Europa no quiere hacer daño a su economía y continúa comprando gas ruso, ¿por qué los africanos –dependientes del trigo– tendrían que enemistarse con su principal proveedor?