Reclutando voluntarios contra una invasión que no acaba de llegar

Ucrania convierte el día del supuesto ataque ruso en una celebración patriótica

Núria Garrido
y Núria Garrido

KíevLa plaza de la Independencia de Kiev se ha despertado este miércoles vestida con una enorme bandera nacional de unos 30 metros. También en las fachadas de algunos edificios, comercios y farolas ondean los colores amarillo y azul. Todo está preparado para celebrar el Día de la Unidad en Ucrania. La propuesta la lanzó el lunes el presidente, Volodímir Zelenski, con el objetivo de reivindicar su soberanía y fuerza como país en medio de tantas amenazas de una “inminente ocupación”. “Nos dicen que el día de la invasión será el 16, pues ese día lo haremos nuestro”, subrayó.

Es miércoles 16 de febrero, la fecha en la que supuestamente tenía que empezar la invasión rusa, tal como había advertido en varias ocasiones la Casa Blanca. Pero no sucede nada. El ruido de momento solo se queda en los titulares. Periodistas de todo el mundo aprovechan esta estampa en el centro neurálgico de la capital para empezar a grabar directos y hacer entrevistas a los ucranianos. La gran mayoría de ellos se alojan en el Hotel Ucrania, muy cerca de esta plaza. Tanto es así que las reservas han subido como la espuma en los últimos días, como explican algunos de los trabajadores del establecimiento. Todo el mundo quiere el mejor balcón para hacer las retransmisiones.

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Mientras tanto, en la también conocida como la plaza del Maidan, empiezan a llegar un grupo de personas con pancartas y banderas; no son muchos, puesto que este miércoles, a pesar de la propuesta de la celebración, el día es laborable. Así, los bares, los restaurantes y las tiendas continúan con su actividad normal. Cuando el reloj marca las diez de la mañana, empieza a sonar el himno nacional a través de unos altavoces y, al finalizar, todos gritan: “Gloria en Ucrania”.

Desconfianza

El miedo de que estallara una guerra se ha evaporado –de momento–, a pesar de que muchos de los ucranianos siguen desconfiando del presidente ruso, Vladímir Putin, aunque quieren dejar claro que quieren mucho al pueblo ruso. Así lo explican unas chicas con un tímido inglés mientras esperan fuera de un centro comercial cerca de la plaza de la Independencia.

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Esta desconfianza hacia el Kremlim también la siguen trasladando tanto desde la OTAN como desde los Estados Unidos. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no se cansa de advertir a Rusia de las consecuencias económicas y sociales que supondría para Ucrania y para el mundo que explotara este conflicto. “Nuestros analistas indican que los militares rusos siguen en una postura totalmente amenazante y el hecho es que, a estas alturas, Rusia tiene más de 150.000 soldados en los alrededores de Ucrania y Bielorrusia”, explicó la noche del martes en una rueda de prensa en la Casa Blanca. Y es que Rusia, en las últimas horas, ha difundido vídeos para demostrar que han empezado la retirada de tropas que se encuentran a lo largo de la frontera y también en la zona de Crimea. Sin embargo, la OTAN ya ha dejado claro que no se fía.

La desinformación también cala entre los ciudadanos ucranianos. Uno de ellos explica al ARA que desde que se ha intensificado este conflicto vive con ansiedad y necesita medicamentos para poder dormir. En este sentido, una periodista ucraniana que trabaja para una televisión privada indica que es muy comprensible “el pánico” que algunos ciudadanos ucranianos hayan podido sentir en los últimos días, pero a la vez también piensa que no pasará nada. “En todo caso, si pasara algo estoy convencida de que los voluntarios y nuestros soldados nos protegerían”, añade.

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Andriy es precisamente uno de estos voluntarios. En la misma plaza del Maidan reparte folletines informativos para que la gente se anime a inscribirse en el ejército. “Nos hemos dado cuenta de que hay mucha gente que quiere formar parte de él, pero casi no tienen información; por eso estamos aquí”, afirma este ucraniano, que también explica que durante mucho tiempo ha vivido en Rusia. “Los que quieren formar parte del ejército son gente de clase media y de mediana edad. Muchos de ellos no tienen experiencia en conflictos bélicos, pero lo que quieren saber es qué tienen que hacer en caso de que estalle un conflicto”, apunta. A la vez, matiza que las personas que se inscriben no quieren matar a nadie, sino estar preparadas y saber cómo actuar. También cerca de Andriy, otro hombre reparte unas pulseras con los colores de la bandera nacional para recaudar dinero. No habla inglés y únicamente dice dos palabras: “Putin, no”.