Rusia y China capitalizan la derrota de los Estados Unidos en Afganistán

El Kremlin vigila la frontera sur de lo que considera su zona de influencia

Moscú“En Afganistán se han quedado nuestros familiares y amigos. Queramos o no, nacimos ahí, y todo lo que pasa en el país nos afecta también a nosotros”, asegura Mohamed Jalal, presidente electo de la diáspora afgana en Rusia, que sigue con detalle la actualidad en su país. Él era un general del ejército, pero se fue tras sufrir un atentado en la capital, Kabul, en los años 90. Es uno de los impulsores de las conversaciones de paz que se han celebrado en Moscú durante los últimos años. En Rusia viven unos 100.000 afganos, la mayor parte de los cuales llegaron en los años 90, cuando el país se hundió en una guerra civil.

Pero el interés de Rusia por Afganistán no es exclusivo de la diáspora afgana. La marcha de las tropas estadounidenses y la llegada de los talibanes al poder lleva la región a un nuevo escenario que preocupa tanto a Rusia como a algunos de sus aliados. Alex Kokcharov, analista de riesgo especializado en Eurasia, asegura que la prioridad de Rusia es “mitigar los riesgos de seguridad en los países de Asia Central”, que son parte de lo que Rusia considera su zona de influencia.

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Denis Kolesnik, especialista en política rusa, recuerda: “Dada la lógica de confrontación con Occidente, cada fracaso estadounidense es una victoria para Rusia por defecto. Y la retirada americana es un descalabro significativo para la credibilidad de Washington en todo el mundo". Mientras que los países occidentales han cerrado sus embajadas en Kabul, la de Rusia continúa funcionando con relativa normalidad. Kolesnik asegura: "Para el Kremlin, el llamado problema afgano no se tendría que exagerar. Moscú ha estado en contacto con los talibanes en los últimos años, especialmente en los últimos meses”. Aunque Rusia no los reconoce oficialmente y considera a los talibanes una organización terrorista, "esto podría cambiar”, afirma Kolesnik. Es pronto para saber si el Kremlin acabará aceptando un emirato islámico afgano, pero actualmente “Moscú mantendrá su embajada en Afganistán, puesto que las nuevas autoridades han garantizado la seguridad”, concluye el analista.

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Algunas voces han asegurado que la marcha de las tropas estadounidenses es una oportunidad perfecta para Pekín, que podría asegurarse el suministro de los metales raros que hay en suelo afgano. El analista Fran Olmos, experto en Asia Central, opina que “estos análisis van demasiado lejos: el gobierno talibán es un riesgo a tener en cuenta para las empresas que quisieran invertir”. Para Olmos, “el máximo interés de Pekín y Moscú es evitar que la inestabilidad afecte la zona occidental de China (Xinjiang) o los países centroasiáticos [aliados de Moscú]".

Efecto dominó en Asia Central

Entre los países de Asia Central han saltado las alarmas por las posibles consecuencias de la creación de un emirato islámico en Afganistán. Esto también preocupa a Rusia, que considera la región –Kazajistán, Kirguistán, Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán (los tres últimos tienen frontera con Afganistán)– una zona bajo su influencia. Su máximo aliado en la zona, Tayikistán, es parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) y ya cuenta con tropas rusas en la base rusa de Dusambé, la capital.

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“Rusia ya ha asegurado categóricamente que protegería la soberanía y la seguridad de los integrantes del OTSC. En este caso, es una referencia directa a Tayikistán, el único país de la zona que forma parte del tratado”, afirma Olmos. En el caso de Uzbekistán, con una frontera más corta, "es más fácil que Uzbekistán pudiera defenderse con sus propios medios”, añade el analista. La situación de Turkmenistán es más compleja, puesto que a pesar de no estar aliado formalmente con Rusia, “si las cosas se pusieran feas para Ashjabad, Rusia sería el único país que pondría tropas para defender la frontera turcomana”, apunta el analista.

Moscú tiene una larga historia de intereses cruzados en Afganistán. Ya en el siglo XIX se disputaron la zona con el Imperio Británico. En las postrimerías del siglo XX también fue el escenario del llamado Vietnam de la URSS, una intervención militar de apoyo a un gobierno comunista que duró 14 años. La operación fracasó en la lucha contra los muyahidines, y las fuerzas soviéticas se retiraron en 1992. Y ahora, casi treinta años después, es el ejército norteamericano el que huye humillado del país.