Prigozhin: de vendedor de salchichas a 'señor de la guerra'
El líder de Wagner había protagonizado el mayor desafío al régimen de Putin
BarcelonaEl jefe de la empresa de mercenarios Wagner, Yevgeny Prigozhin, de 62 años, había sido un estrecho colaborador de Vladimir Putin en las últimas dos décadas. Prigozhin siempre se había movido a la sombra del poder, hasta que a raíz de la invasión a gran escala de Ucrania salió a la luz pública, a menudo desafiando al ministerio de Defensa, pero nunca al propio presidente ruso. Fue también el protagonista del mayor desafío a su régimen, cuando se sublevó contra los máximos líderes militares del país antes de que le quitaran su empresa. Este miércoles el Kremlin ha anunciado que su nombre estaba en la lista de pasajeros de un vuelo que se ha estrellado en Moscú sin que hubiera supervivientes.
Desde Siria hasta África, Prigojin, que ostentaba un poderosísimo entramado de empresas de catering alimentado con contratos públicos, había defendido con los mercenarios de Wagner los intereses del presidente ruso. Los hombres de Wagner se habían ganado la fama de mercenarios despiadados en los escenarios de las peores guerras del planeta, y también en Ucrania, donde protagonizaron la toma de Bajmut, la única victoria que el ejército ruso pudo apuntarse en la ofensiva del pasado invierno.
De los bajos fondos de San Petersburgo
Nacido en una familia modesta en San Petersburgo, de donde es también originario Putin, Prigozhin había pasado por prisión por delitos de robo. Liberado en 1990 en plena descomposición de la URSS, abrió un negocio de salchichas y gracias a sus contactos montó una gran empresa de charcutería. En diciembre de 1996 abrió su primer restaurante de alta gama, que le hizo merecer el apodo del “chef de Putin”, porque el presidente ruso invitó a líderes como Jaques Chirac o George W. Bush. Después fundó su empresa de restauración, Concord, que recibió el contrato para hacer la comida para el ejército ruso, y se convirtió en uno de los grandes oligarcas rusos, según Forbes.
Fue en 2014, con la anexión rusa de la península de Crimea y la injerencia del Kremlin en el Donbass ucraniano, cuando oímos por primera vez hablar de los mercenarios de Wagner. Entrenados en la región de Krasnodar, en el sur de Rusia, en una base que pertenecía a los servicios de inteligencia militares rusos, GRU, y a las órdenes de Dimitri Outkin, un ex oficial neonazi declarado, el grupo se convirtió en un brazo armado del Kremlin que operaba con la más absoluta impunidad en escenarios tan distintos como Siria, Libia o la República Centroafricana.
Construir un imperio
Prigozhin se encargó también de otra guerra: la de la información. Creó la Internet Research Agency, una maquinaria de creación de botsy trolls de internet que está en el centro del escándalo de la injerencia rusa en las elecciones de Estados Unidos del 2016. También creó su propia agencia de noticias, RIA Fan.
Y en paralelo fue construyendo su imperio muy lejos del negocio inicial de la restauración: hoy lo forman hasta 400 empresas, reales o ficticias, y que se aprovechaban también de los recursos naturales de países como la República Centroafricana, donde Wagner se cobraba la protección del presidente Faustine-Archange Touadéra con oro, diamantes y madera tropical. O en Siria, con los pozos de petróleo con los que el régimen de Al-Asad recompensaba la ayuda militar rusa, sin la cual no habría podido mantenerse en el poder.
Todo esto lo pudo hacer Prigozhin con la connivencia de Putin y mientras sus hombres protagonizaban todo tipo de atrocidades con la más absoluta impunidad. Con la invasión a gran escala de Ucrania se convirtió en una figura pública. Sus hombres, la mayoría reclutados en las cárceles rusas a cambio de su libertad, protagonizaron la cruenta batalla de Bajmut, que ambos bandos calificaron de “carnicería”. El monstruo de Wagner se había hecho demasiado mayor, y cuando el Kremlin quiso ponerlo bajo control del ministerio de Defensa, Prigozhin vio peligrar su negocio y se sublevó.
La insurrección del 23 de junio supuso la toma del cuartel general del ejército ruso en la campaña de Ucrania, en Rostov del Don, con una columna de tanques que avanzó al día siguiente hacia Moscú. Putin lo calificó de “puñalada por la espalda”, y ya se sabe que en la matriz estaliniana del presidente ruso la venganza se sirve fría. Apenas han pasado dos meses desde el golpe y el hecho de que el accidente coincida con la noticia de la destitución del general Sergei Surovikin, sospechoso de haber apoyado el levantamiento de Prigozhin, difícilmente puede ser una coincidencia.
En opinión del politólogo ruso Kirill Shamiev, "Putin ha ordenado asesinar a alguien que suponía una amenaza para su poder y ahora Wagner quedará bajo mando del ministerio de Defensa, y los que participaron en el amotinamiento también acabarán desapareciendo", explica al ARA. Pero destaca que "todo esto aún está por confirmar". Y es que el cuerpo de Prigozhin todavía tiene que aparecer.