Guerra en Oriente Próximo

"La sensación general en Irán es que lo peor ya ha pasado"

Una iraní explica desde el país persa cómo han vivido la ofensiva israelí y el ataque estadounidense contra las bases nucleares

BarcelonaLa comunicación es complicada. La conexión de internet se corta cada dos por tres y dificulta la conversación por WhatsApp. Sin embargo, ella no desiste y llama una y otra vez. Al menos ahora puede comunicarse con el exterior, después de tres días de un bloqueo total que dejó a Irán completamente aislado del mundo. En concreto, habla desde Karaj, una ciudad a unos 40 kilómetros al noroeste de Teherán, donde huyó como otros muchos iraníes cuando los bombardeos israelíes empezaron en la capital.

Esta madrugada, por casualidad, estaba despierta cuando Estados Unidos ha bombardeado las bases nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán. "En la televisión estatal iraní han aparecido unos subtítulos en la parte inferior de la pantalla para informar de la noticia y después el subdirector político de la radiodifusión ha intervenido en directo para sacar hierro al tema", explica. Sin embargo, este domingo por la mañana ninguna gran autoridad se ha dirigido a la población ni ha informado del ataque. Un mutismo total, como si nada hubiera pasado. Y además, según asegura, algunas ciudades iraníes han empezado a recuperar cierta normalidad.

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Días atrás, en cambio, el caos en el país sí fue total. Teherán, con unos nueve millones de habitantes, quedó casi desierta. "No sabría concretar cuánta gente se fue, pero yo diría que más de la mitad de la población huimos. Casi no circulaban coches por las calles y todas las tiendas estaban cerradas", detalla. Muchos se trasladaron a localidades del norte del país, cerca del mar Caspio, como Amol, Nowshahr, Chalus, Ramsar, Babol y Babolsar. Allí los precios de los alquileres se dispararon, pero también hubo mucha gente que ofreció su casa de forma altruista a través de las redes sociales para acoger a las personas que huían.

Ciberataques

"Había largas colas en los hornos de pan y en las gasolineras, y se racionó el combustible: cada coche solo podía poner veinte litros", sigue explicando. Y los precios por lo general subieron: ahora el pan, el pollo, la carne y la fruta son mucho más caros que hace una semana. Pero lo que aún complicó más la situación fue un ciberataque contra las tres principales entidades financieras que operan en Irán: Sepah, Pasargad y Mellat. "Las tarjetas bancarias no funcionaban, ni las aplicaciones, ni podías sacar dinero", lamenta.

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Las escuelas de educación primaria habían terminado ya las clases cuando Israel comenzó la ofensiva contra el país el 13 de junio, así que no resultaron afectadas. Pero los alumnos de secundaria y los universitarios aún tenían que realizar los exámenes. "Al principio se dijo que los harían online, pero como después internet también dejó de funcionar no sé si habrán podido examinarse". De miércoles a sábado, la conexión a internet quedó totalmente bloqueada. Las autoridades iraníes primero lo atribuyeron a otro ataque cibernético, pero este sábado afirmaron que ellas mismas lo habían ordenado con el objetivo de interceptar a los drones israelíes.

El suministro de agua se ha mantenido a pesar de los repetidos ataques, y los cortes de electricidad ya eran habituales en Irán antes del inicio de la ofensiva. "En Teherán ya teníamos cortes de electricidad de dos o tres horas al día, así que no hemos notado ningún cambio en ese sentido", dice.

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Después de una semana sin trabajar, muchos iraníes se han reincorporado al trabajo este domingo. "Las autoridades anunciaron que desde el sábado se retomaba la actividad laboral y que la gente debía volver al trabajo. De hecho, mucha gente ha empezado a regresar a Teherán". Sin embargo, algunas tiendas siguen cerradas y la administración funciona a medio gas.

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"La sensación general es que lo peor ya ha pasado, y que la guerra acabará pronto", asegura esta iraní. Según dice, muchos están decepcionados porque esperaban la caída del régimen, pero otros esperan que la normalidad vuelva lo antes posible. Aunque sea una normalidad que no les termine de hacer el peso.