Relaciones bilaterales

Xi Jinping parece inofensivo comparado con Putin, pero no es así

China contribuye a la desestabilización y división de Occidente

The Economist
y The Economist

Dos años después de que Xi Jinping diera a conocer una alianza "sin límites" con Vladímir Putin, y ahora que los dos líderes vuelven a reunirse en Pekín, el mundo se pregunta qué implica en la práctica el acercamiento de China a Rusia. Y no es alentador. Las empresas chinas están apoyando la guerra de Putin en Ucrania vendiendo a Rusia materiales necesarios para fabricar armas. La guardia costera de China asedia barcos en el mar de China Meridional para hacer cumplir sus falsas reivindicaciones territoriales. Y los espías chinos están metiendo la nariz presuntamente en Reino Unido y en otros lugares.

El desafío que Xi supone para el mundo es más sutil que el del belicista Putin. Pero es también un problema. Anhela un orden mundial que permita a China hacer lo que quiera. Su apoyo a los estados paria tiene por objetivo desafiar y dividir a Occidente, pero evitando el enfrentamiento directo. Su "coacción" en el mar de China Meridional no llega a ser una guerra, pero pretende debilitar a los enemigos. China cree que puede mantener estas tácticas sin caer en un conflicto. La pregunta para cualquier país que apoye las normas globales es hasta dónde debe permitirse que llegue Xi Jinping.

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En cuanto a Rusia, el líder chino ya ha ido bastante lejos. Xi ha ignorado a las súplicas occidentales para que reduzca su apoyo a Putin, y considera a Rusia un socio indispensable en su campaña para desmantelar el orden liderado por Estados Unidos. Ambos países han profundizado los lazos militares y comerciales. Estados Unidos, a su vez, ha endurecido las sanciones y ha impuesto aranceles a China en otras áreas. Lo preocupante son los componentes y la maquinaria chinos que van a parar a los fabricantes de armas rusos. Antony Blinken, jefe de la diplomacia estadounidense, ha dicho que Rusia luchará por continuar en Ucrania pese a que no disponga del apoyo de China. China no participa en este conflicto ni forma parte, se defiende Xi. Pero no cabe duda de que una guerra que pone a prueba a la unidad occidental la beneficia.

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Al otro lado del mundo, lo que preocupa a Estados Unidos y sus aliados es el riesgo de un conflicto causado por China. El mar de China Meridional es mayor que el Mediterráneo, pero cada vez es más difícil pasarlo sin encontrar guardacostas chinos haciendo cosas peligrosas. Junto a los dos bancos de arena en disputa, los guardacostas chinos disparan habitualmente contra barcos filipinos con agua a presión tan potente que puede doblar el metal. Más al sur, las embarcaciones chinas asedian a los barcos malasios que buscan petróleo y gas dentro de la zona económica exclusiva de Malasia, en unas aguas que China dice que son suyas.

El tratado de defensa de Filipinas con EEUU convierte el acoso chino en un enfrentamiento entre superpotencias. China actúa cada vez más como si los límites aéreos y marítimos de Taiwán no existieran. Así que Estados Unidos y sus aliados se preparan para el peor escenario: una invasión china de Taiwán. Pero de momento el mayor peligro es que las acciones chinas pueden causar una espiral de escalada.

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Entre la guerra y la paz

Por la forma en que lo hace, las acciones de China en Europa, en Asia y en lugares del mundo están a medio camino entre la guerra y la paz. En consecuencia, una respuesta contundente puede parecer excesiva. Pero no hacer nada significa ceder a China. El primer paso es que los países occidentales muestren lo que suponen las acciones de China: un orden mundial en el que no importa ningún país ni ningún líder desafiará su poder. Tener esta información puede cambiar la opinión pública.

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Todo esto lleva a un segundo paso. Estados Unidos debe mantenerse junto a sus aliados y poner en valor el hecho de que es una superpotencia. Los autócratas respetan la fuerza y, sin duda, EEUU tiene bastante numérica. Y, por último, Occidente debe aprovechar que a China le interesa la estabilidad. Xi no tiene intención de dejar tirado a Putin. Pero, a diferencia de su amigo ruso, él no se beneficia del caos.

Blinken ha asegurado que China persuadió a Rusia de no utilizar armas nucleares en Ucrania. Y tampoco le ha suministrado armas de ese tipo. Por tanto, hay límites en su relación, al igual que hay líneas que China parece reacia a traspasar al mar de China Meridional. Hacer cambiar a China es un sueño ingenuo. Pero a medida que la economía china se desacelere, Xi evitará una ruptura completa con Occidente. Porque, sin duda, le perjudicaría.