El autohomenaje de Carlos Latre

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El espectáculo televisivo 'Inimitable' fue un autohomenaje

El showman e imitador Carlos Latre ha celebrado sus veinticinco años en el mundo del espectáculo y él mismo se ha preparado su propia fiesta sorpresa en Movistar+. A la espera de estrenar su Babylon Show en Telecinco para competir contra Pablo Motos y David Broncano después del verano, Latre se ha organizado una glorificación en propia puerta para insuflarse autoestima. Inimitable fue un espectáculo teatral con la platea llena de famosos, una estrategia a la que a menudo recurren múltiples celebridades para que sirva para reforzar su propia importancia. Cuanto más famosos son los que te aplauden, más relevante eres tú. Latre se encargó de pasar lista, elogiar a las personalidades y explicar el vínculo de unión con ellos. Quienes no podían estar en la sala hicieron acto de presencia, como si fuera una sorpresa, a través de vídeos grabados (Rafa Nadal, Pau Gasol, Alejandro Sanz, Ferran Adrià...) y, para rematarlo, Latre añadió las fotos que se ha hecho a lo largo de los años con figuras internacionales (Hugh Jackman, David Beckham, Julio Iglesias o el Papa de Roma). Incluso recibió una felicitación de Jimmy Fallon encargada a través del chef José Andrés. Todo son contactos. Fallon explicó que le habían dicho que Latre era el Jimmy Fallon español, pero que, en realidad, él era Carlos Latre estadounidense. La falsa modestia de las estrellas.

Inimitable fue la fiesta del yo. Ya se entiende que el cómico que siempre se ha puesto en la piel de otros personajes sienta la necesidad de reivindicar su personalidad. El protagonista arrancó con un show musical en el que él mismo relataba su propia vida. Una vez en el escenario con la banda musical del programa, el presentador empezó con el tópico de hacer ver que tocaba la batería al viento, que siempre queda moderno. Y soltó su repertorio, en una exhibición de su indudable don por imitar. El espectáculo fue una constante exaltación de los vínculos afectivos con los invitados de una intensidad superlativa, en un juego de exposición pública para subrayar el estatus. Aquel ritual típico entre hombres famosos donde se abrazan diciendo “¡Qué pasa, tío!” y todos dicen que son hermanos y amigos del alma. Es un patrón interesante de ver para entender cómo funcionan las constelaciones de vips y las dinámicas de las relaciones públicas. Un intercambio de adulaciones y aplausos para mantener la red de prestigio. El contrapunto lo aportó acertadamente la humorista Susi Caramelo, comentando con sarcasmo la gala del ego. Algunos cantantes, familiares y compañeros de profesión subían al escenario y compartían actuación con Latre. Los shows musicales tuvieron algunas deficiencias en lo que se refiere al sonido. El imitador rememoró, con ritmo e imágenes de archivo, los múltiples programas en los que ha trabajado en estos veinticinco años. Lo más incomprensible fue cómo Latre ignoró el Polònia y el Crackòvia de TV3. Es el sucursalismo que hace inexistente en España el panorama mediático catalán como una liga de segunda división.

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