La batalla de las 'fake news' se jugará en África
El máximo responsable de la BBC, Tim Davie, ha lanzado un aviso a tener en cuenta. Contaba en un foro reciente que tanto Rusia como China están dedicando grandes cantidades de dinero a hacer que sus medios estatales, célebres por las fake news que emiten, tengan en el continente una gran influencia. Y que esto ocurre mientras el BBC World Service se contrae, fruto de los recortes experimentados por la corporación pública británica. Según se lamentaba, la diferencia de inversión es de varios órdenes de magnitud. Probablemente, el discurso de Davie tenga alta la pimienta del catastrofismo, ya que esto le permite pedir que se mantenga el apoyo de una antena exterior que, hace un par de años, clausuró 382 posts de emisión. Y no faltarán voces que acusen al servicio británico de plegarse también a intereses espurios y sesgos. El conflicto entre Israel y Hamás le ha merecido acusaciones cruzadas de parcialidad. Pero, incluso con estas consideraciones, la idea de que Rusia y China avanzan su agenda geoestrategia mientras la BBC se retira debería preocuparse: no se puede trazar una equivalencia simétrica entre unos y otros, sobre todo en cuestión de independencia.
La UE instauró la censura de Rusia Today, en un movimiento antipático por arbitrario: hay medios que manipulan mucho más, sólo que lo hacen dentro de los mercados nacionales y, por tanto, el club de Estados suele mirar hacia la otra banda. Resulta mucho más efectivo ayudar a los medios independientes, sean públicos o privados, si se adhieren a las buenas prácticas periodísticas. Así se garantiza la pluralidad, es decir, la democracia. Y si en África existe un intento de pervertir esta fórmula, interesa a las democracias occidentales no dejar el continente de la mano de Dios (o peor), una vez más.