Como dijo el sabio Confucio, o quizás era Mariano Rajoy, "Cuanto peor, mejor para todos, y cuanto peor para todos, mejor, mejor para mí su beneficio político". Grandes escolásticos han intentado desbaratar el profundo sentido de la frase. Yo intentaré iluminarlos por la vía del ejemplo didáctico. Miremos este titular deEl Mundo: "La alianza de la derecha ahorra miles de millones a familias y empresas". Hablan, claro, del pacto entre PP, Vox, PNV y Junts para tumbar el impuesto a las energéticas que impulsaba la vicepresidenta María Jesús Montero. Leído así, claro, todos hemos salido a la calle, con los perros atados con salchichones, exultantes de poder liberarnos de un yugo que aparentemente nos costaba miles de millones. Como para no alegrarse. De los servicios públicos, claro, ya hablaremos otro día.
Ahora miramos, en cambio, esta portada de La Razón: "La derecha espeta un nuevo revés a un gobierno sin apoyos al anular el impuesto a las energéticas, lo que supone una merma de las arcas públicas". Un momento, un momento, un momento. ¿No habíamos quedado en que debíamos celebrar orgiásticamente la lluvia de miles de millones ahorrados? ¿Qué es esto de lamentar la eliminación de un impuesto por parte de uno de los diarios más derechistas del quiosco español? ¿Se nos ha vuelto La Razón ¿bolchevica y planea nacionalizar las multinacionales? La caverna está tan movida por el ánimo de revancha que incluso cuando obtienen lo que quieren –un diario liberal: menos impuestos– deben rumiarse para sumergir a su lectorado en el agro y el pesimismo. Pero yo me quedo con El Mundo y salgo a la calle a celebrar todos los miles de millones ahorrados mientras miro catálogos de motos de gran cilindrada. ¡Eh, aparta, pobre!