TV3 gana una batalla
Qué bonito y qué interesante fue el ¡Cuánta guerra! de este domingo por la noche. Eloi Vila acompañaba a la periodista Raquel Sans a seguir la pista de su abuela durante la Guerra Civil. Carme Segarra Gili hizo de enfermera y su historia permitía descubrir una cara del conflicto que no es tan habitual en este programa. Normalmente, los protagonistas han sido mayoritariamente los abuelos, los hombres, porque eran los que luchaban en el frente y sufrían unas circunstancias más trágicas y, a menudo, de final incierto. En la primera temporada, fueron las vivencias de otra abuela, la de Natza Farré, la que nos transportó a una historia de amor con mucha épica.
Las guerras pueden observarse desde muchos ángulos y, sin duda, el de las mujeres, siempre silenciadas o en segundo término, tiene la capacidad de hacer emerger una parte de la historia menos común y con más matices. Sobre todo porque en muchos casos fueron mujeres que fueron a contracorriente o adoptaron actitudes y roles que no se esperaba de ellas. Las enfermeras que atendieron y cuidaron a los heridos tuvieron un papel importante que no estaba exento de riesgo y de un gran compromiso.
¡Cuánta guerra!, como en la temporada anterior, mantiene la capacidad de emocionarnos. Está hecho desde la sensibilidad y sabe hacer que el espectador acabe amando al protagonista ausente que nos van descubriendo. En el fondo, cada caso conecta con recuerdos familiares y experiencias compartidas por buena parte de los espectadores. Es como si hablaran de cada uno de nosotros y nos identifiquemos con la necesidad de saber del invitado. Más allá de cada caso individual, el programa explica la guerra, generadora de historias extremas. Y eso atrapa mucho ya medida que avanza la trama nos impacientamos para saber el final.
El programa dedicado a la abuela de Raquel Sans, además, tenía un factor inaudito hasta ahora: la cinta de casete con la voz de la protagonista relatando parte de aquella guerra, recordando en primera persona lo que vio . La grabó la prima de Raquel hace muchos años y conservó la cinta. Era impactante porque la breve narración que escuchábamos, con sonido deficiente, de Carme Segarra, encajaba con las imágenes y el seguimiento que habían hecho de ella. Y daba voz, en el sentido más literal, al silencio de tantas y tantas mujeres. Ese fragmento es, sin duda alguna, uno de los grandes momentos que nos ha regalado hasta ahora el formato.
¡Cuánta guerra! fue el tercer programa más visto del domingo en Catalunya, después del Telenotícies y el fútbol. Y es la prueba más evidente de que mantener el espíritu del servicio público funciona, entretiene y lleva a espectadores a la cadena. No hacen falta influencers ni la tontería. Tampoco es necesario el histrionismo ni obcecarse al captar a los adolescentes. En medio de unos estrenos muy desalentadores y con pobres resultados de audiencia, ¡Cuánta guerra! sirve para demostrar a TV3 que con una televisión digna, que apela a los valores y la cultura, también se pueden ganar batallas.