Creen que es confesión (pero son ellos los señalados)

Si España se aplicara en busca de petróleo con la misma tenacidad que intenta buscar maneras de colgar la etiqueta de terrorismo en el Proceso, hoy la piel de toro se sentaría en la aterciopelada silla presidencial de la OPEP. Jueces, políticos y periodistas van rascando con la cucharilla a ver si encuentran finalmente la veta que les permita endurecer la etiqueta terrible a aquellos años de horror y plomo que fue el 1-O, con toda aquella corrua de muertos que, uno tras otro, sumaban cero. ElAbc lo intenta con esta portada: “Los CDR que serán amnistiados: «Si me pillan me pondrán terrorismo y banda organizada»”. Intentan que sea una especie de torpe autoinculpación, pero en realidad la cita no deja de evidenciar una verdad incómoda: que el Estado estaba dispuesto a estrafer los tipos penales e interpretar con manga más ancha que Demis Roussos para escarmentar judicialmente el independentismo que la política no supo asumir. Porque el autor de la cita no dice que se considere terrorista, al contrario, dice que se la considerarán. Bien, al menos este tipo de (falsas) confesiones a través de la prensa amiga suponen una cierta evolución desde los tiempos en los que los detenidos sufrían extraños accidentes o saltaban espontáneamente por la ventana.

El Mundo se sumaba a la fiesta con “Un agente herido por el 'terrorismo' de Tsunami: “Querían matar a un policía””. Es un testigo con el mismo crédito que Bernie Madoff a partir del 2009. Y en El Confidencial Ayuso clamaba desde el titular que durante el Proceso se cometieron “actos de terrorismo”, sin ningún tipo de autoridad jurídica que lo avale. La sensación es que se habla más de terrorismo ahora que hace cinco años, porque ahora es necesario construir la fantasía mediática de una violencia que existe sólo en las testas febriles de los jueces y sus escribientes.