Cuidado con la aldamitis, que se contagia
De pequeño, una vecina de cales abuelos había tenido cáncer de pecho —“un mal feo”, lo llamaban; la palabra era tabú— y había cierta prevención a dejarme acercar demasiado, por si se enganchaba. Obviamente, había un déficit de cultura básica allí, pero me parece que evidencia el miedo atávico al contagio. Basta con ver cómo tratamos a los pobres, por poner otro ejemplo. Repartir proximidades con los proscritos es algo que cierta prensa sabe hacer muy bien. El empestado de moda es el empresario Víctor de Aldama. Y quien juega la carta más imaginativa para encontrar los seis grados de separación es elAbc, con el siguiente titular de portada: “Sánchez sentó a Aldama con sus mejores amigos”. Es verdad que, depende en qué bodas, uno acaba deseando que pudiera haber consecuencias de tipo penal para quien te ha endosado ese cuñado insoportable o la prima lejana cotorrísima. Pero considerar que el mejor pescado que puedes vender es que en un acto multitudinario Aldama estaba a un radio inferior de tres metros de dos amigos de Sánchez y, por tanto, esto es una prueba irrefutable de la corrupción sistémica del PSOE resulta, francamente, disparar demasiado abajo. La misma foto moja la poca pólvora del titular: se ven dos amigos del líder del PSOE en medio de una muchedumbre de gente y, un poco atrás, sin que esté interactuando con ninguno de los dos, el presunto logrador corrupto.
Coger el pegamento Pelikan e intentar enganchar a Sánchez cueste lo que cueste está destinado a terminar como mis tristes trabajos de plástica, donde todo quedaba colgamos-colgamos. Hay un posible caso de corrupción: hay que destinar los esfuerzos a contrastar las alegaciones de quien pone en marcha el ventilador y no buscar fotografías de incriminación más que dudosa y titulares del tipo “el primo de la hermana de su abuela”.