Después de Savater, también De Azúa hace un drama

Por favor, yo ahora no puedo, que estoy escribiendo la columna, pero alguien debería llamar con urgencia al 112 y pedir unas cuantas patrullas policiales para que liberen a los compañeros del diarioEl Paísque, de acuerdo con las declaraciones de Félix de Azúa enThe Objective sobre su marcha, claramente están siendo objeto de un secuestro por parte de alguna organización terrorista: "El diario está en manos de grupos extraordinariamente radicales, muy autoritarios", dice. ¡Eh, un momento! Parece que se trata de un golpe interno: “Las feministas radicales deEl Paísmantienen un régimen de terror en la redacción”. Por piedad, que alguien asegure la integridad física y mental de los reporteros masculinos, sometidos a infinitas torturas psicológicas del gineceo. "Nadie sabe en realidad quién dirige este diario", insiste, y no puedo dejar de imaginarme una jungla inhóspita, una especie deEl señor de las moscasen femenino, donde reina un nuevo orden social matriarcal salvaje. Luego resulta que Azúa sí cree saber quién revuelve las cerezas en el diario, que no es otro que José Luis Rodríguez Zapatero (que la última vez que lo miré en Wikipedia se trataba de un señor). No sé, pasan cosas muy extrañas y por eso les ruego que algún cuerpo policial compruebe que la redacción deEl Paísno se haya convertido en la escena final deApocalypse now. "El terror, el terror..." al final eran mujeres mandando.

Azúa, aparentemente, reacciona a unos tiempos que le son incómodos. "Han perdido todo el prestigio", declara. ¿Y él? ¿Aguantaría la prueba del algodón? Escribe –o escribía– como los ángeles, pero la hiel se la ha comido como a tantos otros. Ya en el 2016 dejó ver de qué madera mordisqueada estaba constituido cuando se le vieron las vergüenzas clasistas y machistas al declarar que Ada Colau "debería estar sirviendo pescado". Es bien que la clase literaria y la moral no van forzosamente de la mano.