Redes

Tralalero Tralala y váteres con cara: el contenido absurdo hecho con IA que triunfa en redes

Criaturas grotescas alimentan el llamado fenómeno 'brain rot', palabra del año según el diccionario de Oxford

Aida Xart
04/05/2025

BarcelonaEs posible que en los últimos días le hayan aparecido en la sección Para ti de Instagram o TikTok, o incluso por Facebook o Reddit, vídeos de Tralalero Tralala, un tiburón con zapatillas Nike hecho con inteligencia artificial (IA). No es la única criatura hecha artificialmente que puebla las redes sociales: también está Bombardiro Crocodilo, un cocodrilo fusionado con un avión de guerra; en Tung Tung Tung Sahur, un bastón con cara y un bate; o la Ballerina Capuchina, una bailarina cuya cabeza es un café. Estas criaturas grotescas, frutos de la inteligencia artificial, forman parte del fenómeno brain rot (cerebro podrido en castellano), el vocablo que escogió el diccionario de Oxford como palabra del año. La palabra describe la sensación de que queda después de pasar un rato consumiendo contenido de forma aleatoria y compulsiva en redes sociales y, al mismo tiempo, para designar ese contenido en sí.

El año pasado, la frecuencia de aparición de este término en internet aumentó un 230%. El concepto define el impacto del consumo de contenido de mala calidad que se encuentra en las redes, a menudo hecho con IA más o menos torpe, y también para describir vídeos que no tienen sentido, como los personajes mencionados. El brain rot forma parte de una corriente aún más ancha, laIA slop, que es el alud de imágenes generadas por inteligencia artificial que están saturando la red, sin importar su calidad estética.

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Otros ejemplos de vídeos que se pueden encontrar son de personajes famosos, como una Dora la exploradora con unos pies gigantes llenos de barro que come patatas fritas; un inodoro con cara y ojos, conocido como Skibidi Toilet, explotando; un ejército de Shrek peleándose; la historia de un gato al que le ponen los cuernos y adelgaza o las princesas de Disney sexualizadas, entre otros muchos. La viralidad de estos vídeos se basa en una combinación hipnótica de elementos llamativos: imágenes recargadas, colores intensos, música que se engancha y narraciones sin sentido que captan la atención precisamente por la falta de lógica.

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Cuanto más desconcertante es el contenido, mayor es su potencial de visualización, lo que ha hecho que al abrigo de este fenómeno los creadores hayan empezado a trazar estrategias. Cada vez más, a través de inteligencia automatizada y sin coherencia alguna, se busca crear contenido insólito. En otras palabras, cuanta más confusión o sorpresa consigue un contenido, mayor difusión e interacciones obtiene en la plataforma, aunque las reacciones no sean siempre positivas. Este tipo de contenido capta la atención de los usuarios, que se detienen a mirarlo, lo reproducen varias veces para intentar entenderlo, ya menudo lo comparten o comentan con expresiones de desconcierto.

Monetización de los contenidos

Estos contenidos, por absurdos que sean, se han convertido en un negocio. La web 404 Media explicó que hay comunidades enteras que se encuentran en la plataforma Discord, como es el caso de Interlink AI, donde se enseña paso a paso cómo crear los vídeos y qué órdenes dar a la IA para que genere contenido similar. También hay guías sobre cómo viralizar estos vídeos y poder monetizarlos, y foros para resolver dudas técnicas. Eso sí, para ingresar es necesario pagar los 30 dólares mensuales que, según dicen, vale el uso del servidor. Cuando un usuario consigue que un contenido suyo sea viral, vende el prompt (las instrucciones exactas que se dan a la inteligencia artificial para que lo genere) y la plantilla, por lo que otro usuario sólo tiene que cambiar algo del vídeo (el protagonista, el lugar donde ocurre, o incluso alguna acción) y probar suerte. Instagram, en vez de frenar este fenómeno, lo refuerza económicamente: permite a los creadores monetizar sus vídeos mediante bonificaciones por viralidad, e incentiva la producción masiva de ese fenómeno. De este modo, bajo la apariencia de entretenimiento absurdo, el brain rot se ha convertido en un negocio lucrativo y masivo.

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Instagram permite ganar dinero a los creadores que logran tener un millón de seguidores y la calificación de verificados. La plataforma pone anuncios en el contenido de estos creadores. Aún así, creadores de contenidos más pequeños pueden pactar directamente con marcas y, a cambio de promocionar sus productos o servicios, ganar dinero por cada clic o cuando alcanzan cierta cifra de visualizaciones. Según Metricool, una herramienta para gestionar redes sociales, influencer de nivel medio (de 50.000 a 250.000 seguidores) puede ganar entre 1.000 y 10.000 euros por publicación con publicidad, y uno micro (de 10.000 a 50.000 seguidores) entre 100 euros y 2.000 euros. Varias cuentas de brain rot son macro, pudiendo llegar a facturar de 5.000 a 30.000 euros por publicación con publicidad. Aparte, los creadores pueden abrir sus propias tiendas en Instagram con la opción de Instagram Shopping o pueden recibir insignias de sus seguidores, estrellas virtuales que se pueden canjear por dinero.