Haciendo el ridículo con los 'Como con Franco pero a la inversa'

BarcelonaCuanto más tiempo pasa, más fundacional parece esa portada delAbc de 1993 que denunciaba una presunta –presuntísima– persecución del castellano en Catalunya. Más de treinta años después, cualquier estadística seria sobre usos lingüísticos evidencia la nula eficacia de esa recontrapresuntísima persecución. Pero ellos mantienen la narrativa porque, en los tiempos actuales, la piedra de toque es alimentar el victimismo y, sobre todo, negar las propias faltas acusando al otro de encarnarlas. El espectáculo de fachas, entendido en su acepción más amplia y popular, acusando de fachismo depende de quien causa mucha vergüenza. Lo mismo Abc, por ejemplo, siempre se ha puesto de cara –no me hagan decir hacia dónde– en temas de memoria histórica. Y, en cambio, ahora resulta que siempre ve tics franquistas a Pedro Sánchez. Su director, Julián Quirós, escribía este martes: “Sánchez ha encontrado en los fachas el mismo móvil exculpatorio que el franquismo utilizaba para tachar de rojos a todos los que no estuvieran alineados con el régimen”. Ojalá el rotativo hubiera tenido el mismo tesón señalando el autoritarismo franquista, no sé... ¿durante el franquismo en serio?

Otros, como Libertad Digital, se van directamente a la reductio ad hitlerum y acusan El País de querer el exterminio de los judíos. Resulta que el diario de Prisa recordaba en la editorial que los casos de colaboración de la agencia de refugiados palestinos de Naciones Unidas con Hamás no podían invalidar el conjunto de su trabajo. ¿La conclusión para el medio de Losantos? "El diario sanchista defiende las subvenciones a Hamás para que mate judíos, al fin y al cabo son judíos". El problema del insulto constante y la comparativa boomerang es que las palabras acaban perdiendo el sentido. Y que, cuando todo pierde el sentido, siempre son los mismos quienes se benefician de ello.