Iker Jiménez y Beatriz Talegón hablan de desinformación

15/02/2025
Jefe de Media
2 min

Que Iker Jiménez dedique parte de su programa a la desinformación es cómo contratar a Rambo para que hable de control de armas. Y que Beatriz Talegón sea una de las invitadas eleva entonces la broma a cotas inauditas. Hablamos de alguien que ha merecido titulares como: "Beatriz Talegón denuncia Twitter por intentar censurarla y queda como una inepta digital" (El Español), "La Guardia Civil echa por tierra una bola difundida por Beatriz Talegón" (20 minutos), "Beatriz Talegón desata la polémica con una teoría sobre cómo curar el cáncer" (La Voz de Galicia), "Beatriz Talegón, condenada por vulnerar el honor de un alcalde del PSOE en Guadalajara" (El Mundo). En una España polarizada, solo hay algo que parece poner de acuerdo a medios de uno y otro bando: sus intentos por llamar la atención la hacen caer demasiado a menudo en el descrédito. Y, sin embargo, allí la tenemos, de invitada frente a cientos de miles de personas. Talegón tiene todo el derecho a ofrecer su pescado, aunque desprenda un intenso fetor pútrido. Y Jiménez tiene todo el derecho de contratarla, pero también una responsabilidad ante la audiencia, que otorga autoridad a quien ve sentado en un entorno formal como un plató, porque el contrato implícito es que un medio selecciona con rigor y honestidad a los expertos a los que cede el preciado tiempo de televisión. Nada de todo esto se da aquí.

Iker Jiménez

Se puede argüir que el espectador tiene el poder en sus manos en forma de mando a distancia, pero esto sólo puede sostenerse siendo muy cínico, o muy naïf. La oferta es limitada y la capacidad de persuasión del medio demasiado poderosa como para no preguntarse si esa responsabilidad debería estar más regulada. Y, si les quedan ánimos, algún día hablaremos de psiquiatras que difunden en hormigueros recetas fáciles y chupiguayos para la felicidad –¡todo depende de ti!–, no sea que alguien se rebelara contra sus circunstancias.

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