"El primer Meteosat de TV3 costó un consejo de guerra"
La ambición por innovar y los encontronazos con el Estado marcaron la primera etapa de uno de los espacios más populares de Televisió de Catalunya
1 de octubre de 1986. En la redacción de TV3, Antoni Castejón está preparando la previsión del tiempo y consulta las imágenes de satélite que llegan vía el receptor que la televisión ha comprado recientemente. Sólo hay dos organizaciones en todo el Estado que reciban imágenes del Meteosat por antena: TV3 y el cuerpo de meteorólogos del Estado, el entonces llamado Instituto Nacional de Meteorología (INM), que comparte con cuentagotas sus imágenes.
En una de las imágenes, sobre el Mediterráneo, Antoni Castejón observa una estructura nublada poco habitual. Una perturbación que de entrada parecía bastante normal ha adoptado una forma que recuerda un poco a las estructuras de perturbaciones tropicales, y parece acercarse a Mallorca.
Castejón, que antes de formar parte del arranque de TV3 era funcionario 'INM, decide llamar a la persona que está de vigilancia meteorológica en el aeropuerto de Son Santjoan, Climent Ramis, y le explica lo que ha visto y sus sospechas. Desde Son Santjoan, Ramis no tiene acceso a las imágenes, y lo que hace es pedir a Castejón que las emita por televisión durante el espacio del tiempo de TV3, y así se las podrá mirar y valorar la situación. Es casi la noche y el centro territorial del INM de Baleares, desde donde se podrían consultar las imágenes, está cerrado.
Durante la noche los miedos de Antoni Castejón se cumplen: una especie de pequeño ciclón mediterráneo barre Mallorca y provoca fuertes lluvias y un viento huracanado. En Sóller se registra una racha máxima de 180 km/h, en Palma una feria náutica que se estaba llevando a cabo en aquellos días queda destrozada. En medio del temporal, quien al poco será director territorial del INM en Baleares, Agustí Jansà, coge imprudentemente el coche y entre ramas que caen intenta llegar a la sede central del INM en Palma para recuperar las imágenes del Meteosat de ese episodio que está siendo histórico, pero ya será demasiado tarde.
Es sólo una anécdota, pero seguramente relata muy claramente como la ambición de la sección del tiempo de TV3, que como el resto de la televisión llega ahora a los 40 años, hizo enseguida una apuesta por ser pionera, hasta el punto de estar ya desde muy pronto casi más preparada para avisar a los ciudadanos que al propio servicio meteorológico del Estado.
La tensión entre unos y otros fue habitual en los inicios de TV3. La historia del miniciclón de Mallorca toma más vuelo si se sabe que para poder tener ese receptor de Meteosat en TV3, Antoni Castejón tuvo que afrontar un consejo de guerra. Así lo explica el jefe de meteorología de Televisió de Catalunya, Tomàs Molina, que relata cómo fueron los años iniciales de la sección.
Nos situamos aún antes de este episodio de 1986. Muy pronto los meteorólogos de Televisió de Catalunya quisieron hacer algo que nunca se había hecho en el Estado: emitir imágenes del satélite en movimiento durante la información del tiempo. Las pidieron al INM, el único organismo del Estado que tenía y que se negó en redondo. En TV3 se optó entonces por hacer algo muy extraño para una televisión, más aún por una televisión recién estrenada y no estatal: comprar un receptor de Meteosat propio. Castejón, que venía del INM, llamó a los proveedores e hizo ver que hablaba en nombre de los meteorólogos del Estado para que le vendieran otro receptor. De alguna manera, por tanto, llamó en condición de funcionario del Estado, cuando en realidad aquel receptor debía ser para TV3.
Debido a que el cuerpo de meteorólogos del Estado dependía entonces del ministerio de Defensa, Castejón fue sometido a un consejo de guerra por la forma en que gestionó la compra de aquel receptor de Meteosat, perdiéndolo, lo que le llevó a ser despedido con deshonor, según explica Tomàs Molina.
El radar y las estaciones, más encontronazos
Saltamos a los años 90, llegan los Juegos Olímpicos y eso sirve de excusa para dar un salto adelante también en innovaciones meteorológicas. El INM adquirirá entonces una red de radares de precipitación, pero Tomàs Molina también lleva tiempo mirando de reojo el uso que hacen las televisiones americanas y quiere tenerlo en la tele. Un proyecto común de TV3 con diferentes organismos públicos catalanes y universidades pone manos a la obra para comprar uno, pero el organismo regulador del Estado tumbará el proyecto porque allí donde quieren ponerlo, en Vallirana, ya hay precisamente el del INM. La solución será otra vez echar por el derecho, ya que no existían alegaciones técnicas al proyecto, sino simplemente de duplicidad. Dice Tomàs Molina que el entonces director de TV3 le dijo que ya le perseguían por haber abierto el Canal 33, que no vendría de aquí. Según Molina, TV3 fue la primera televisión de Europa en emitir imágenes de radar.
Y todavía un tercer choque, en este caso por los datos de las estaciones. En un campo en el que en el ámbito internacional siempre había reinado la deportividad, incluso en períodos de guerra, una resolución internacional aprobada a mediados de los 90, en plena explosión de internet, permitió al INM empezar a cobrar para ceder los datos. "Si quería decir la temperatura de Vic, me costaba 450 pesetas, ¡imagínate el precio de hacer un mapa entero!", explica Tomàs Molina. Mientras todo esto ocurría, el Servicio Meteorológico de Cataluña era restituido, de modo que la aparición de la red de estaciones automáticas del Meteocat en 1996 junto con la expansión de las estaciones automáticas personales, solucionaron el problema.
Es interesante explicó también que Molina asegura que fue él personalmente quien puso la semilla, la idea al jefe del presidente Pujol sobre la necesidad de tener el Servei Meteorològic de Catalunya. Lo había conocido en uno de los actos que se hacían en el Palau de la Música para entregar un diploma a las personas que habían aprendido a leer ya escribir ese año, y se decidió a enviarle una carta escrita donde se sinceraba. Molina le decía que no se fiara del INM porque no eran suficientemente solventes, que la gente tenía una imagen de lo que hacían que no era real. Y que la percepción que se tenía de los meteorólogos de TV3 no se ajustaba a los recursos de los que disponían para hacer una predicción, que era necesario un organismo más importante y que el INM no era solvente.
Las llamadas y las presiones
Seguimos en los años 90. Llamar a TV3 y que algún meteorólogo se ponga es bastante fácil. Quien escribe este artículo recuerda haberlo hecho con frecuencia, cuando llovía y quería dar el dato de su pluviómetro, con la esperanza de que saliera a los directorios del mediodía. Normalmente, descolgaba el becario, pero podía pasar fácilmente que se pusiera a alguno de los presentadores. Esta facilidad de comunicación y la interacción con los observadores mediante primero los datos y más adelante también las fotos y vídeos ha sido también uno de los hechos diferenciales del tiempo de TV3.
Es un momento en que cuando la gente utiliza aquella clásica frase de ascensor de "el del tiempo ha dicho...", casi sólo se puede estar refiriendo al de TV3. No existe el Meteocat, no hay iPhones y la popularidad del espacio del tiempo de la cadena es enorme.
En este contexto eran habituales las llamadas de hoteleros o comerciantes enojados. Francesc Mauri recuerda una muy especialmente. Es sábado por la mañana, suena el teléfono y una mujer pide hablar con alguno de los meteorólogos. Se presenta como presidenta de la asociación de comerciantes de un pueblo del Pirineo gerundense que Mauri prefiere no revelar. Hace un sol que funde las piedras y la previsión era de una nevada de más de 20 cm, incluso en los valles. Los meteorólogos de TV3 se defienden diciendo que la previsión era de nieve a partir de la tarde, pero la mujer amenaza con denunciarlos y les acusa de estar favoreciendo expresamente a las grandes áreas comerciales de Barcelona. Tiene un argumento de peso: los meteorólogos franceses han dicho que no iba a nevar. Por la tarde, la nieve llega.
Tomàs Molina recuerda también un puente de la Purísima en el que en este caso la previsión sí fue errónea. La nevada llegó, pero lo hizo la noche del domingo, cuando todo el pescado estaba vendido. "Me querían fuera, literalmente", recuerda Molina, que tiene grabado el dato de ocupación hotelera debido a la previsión, 7%, y la gira que tuvo que hacer por el Pirineo para hacerse perdonar. Alfred Rodríguez Picó relataba hace unos meses en el programa Colapso de TV3 que por un episodio muy similar en marzo de 1993 lo declararon persona non grata en la Cerdanya y el Ripollès. Quizás los recuerdos se mezclan, pero lo que es seguro es que la presión del sector turístico en aquella época era importante.
Tomàs Molina y Francesc Mauri coinciden en que las llamadas incendiarias han ido a menos en los últimos años. Según Molina es sobre todo porque fallan poco, y Mauri tiene claro que los avisos de peligro que publica el Meteocat y los planes de Protección Civil también han contribuido a que las culpas ya no se focalicen tan solo en ellos cuando la previsión no es suficientemente buena .
El capítulo de anécdotas lo engordan también los directos que suelen realizarse en situaciones de nieve o de tiempo extremo. Mauri recuerda sobre todo una situación de nieve en la que se quedó aislado con el periodista Esteve Soler en el collado de la Teixeta y les rescató un labrador que los cargó en el maletero del coche y salvó ese directo. Relata que hubo una época en la que los Bomberos les dejaban entrado en los incendios a hacer directos, y que podían ponerse contra dirección por el arcén de una autopista en medio de una nevada porque las autoridades veían que era el coche de TV3 y no les decían nada.