Legado

No os perdáis las últimas palabras de Jane Goodall

Jane Googall en el bosque inundado del CosmoCaixa en una visite en Barcelona en el 2018.
Periodista i crítica de televisió
2 min

Hace poco más de dos semanas murió la primatóloga y antropóloga Jane Goodall. Ahora Netflix nos ofrece sus palabras póstumas en una entrevista muy conmovedora. Es la primera emisión que vemos de Famous last words (Últimas palabras célebres), un programa donde grandes personalidades graban una conversación con la condición de que no se emita hasta después de su muerte. Alrededor del formato hay un gran secretismo, no solo por el proceso de grabación sino también sobre la identidad de las personas que han accedido a participar.

Famous last words se desarrolla en un espacio austero pero cálido con una pequeña tarima circular central en la que se disponen dos sillas: la de Brad Falchuk, entrevistador y productor ejecutivo del programa, y la de la celebridad que se enfrenta a su relato póstumo. La tarima queda ligeramente iluminada por la parte inferior, de modo que la puesta en escena transmite una cierta sensación de elevación espiritual. De hecho, toda la ambientación tiene el aire de un elegantísimo tanatorio del futuro. Las cinco cámaras que graban el programa están dirigidas por control remoto y ninguna persona del equipo puede escuchar el contenido de la conversación. Se pretende otorgar a la escena una atmósfera de máxima intimidad para el protagonista. Esta idea refuerza también la sensación del espectador de estar accediendo a un mensaje trascendente, secreto hasta ahora. La construcción emocional del clima, tanto para el protagonista como para la audiencia, es muy exitosa, porque tenemos presente la muerte y la idea de unas palabras que vienen del más allá. El formato está basado en el exitoso Det sidste ord y las entrevistas póstumas de Mikael Bertelsen que se emiten desde hace cinco años en la DR1, la televisión pública de Dinamarca.

La conversación entre Jane Goodall y Brad Falchuk es muy agradable y cautivadora. Falchuk sabe escuchar, no tiene ninguna prisa y tiene el buen gusto de no caer en el dramatismo, la afectación o una emocionalidad gratuita, pero sí se hace referencia al contexto de posteridad de ese momento. Sorprendentemente, nada más empezar Goodall pide un poco de whisky para cuidarse la garganta y, de vez en cuando, mientras habla, da un sorbo del vaso. Es obvio que la antropóloga se siente más cómoda hablando del mundo, de la actualidad y de la condición humana que de sí misma y, sin embargo, Falchuk sabe muy bien cómo conseguir sacarle reflexiones más íntimas. Es especialmente emocionante cuando el discurso se vuelve más espiritual, cuando habla de su madre, su hijo y sus nietos. También cuando recuerda vivencias de los tres chimpancés con los que mantuvo un vínculo más estrecho. Ella no, pero vosotros quizás necesitaréis un pañuelo. Y el final es impresionante. Falchuk, después de hacer un brindis discreto a petición de Goodall, la deja sola en el plató y la invita a grabar sus últimas palabras mirando a cámara. Escuchadlas, porque tal y como está el mundo es muy importante no perder la esperanza.

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