La pantomima de Toni Cantó

El actor y ex diputado de Ciutadans Toni Cantó ha conducido ahora su errática trayectoria profesional hacia la televisión como presentador de un debate en el canal À Punt. Es el enésimo golpe de efecto de la televisión pública valenciana para desacreditarse. El viernes por la noche estrenó El debate preguntándose "¿El feminismo está en crisis?" Obviamente, a Cantón el feminismo le importa un bledo. Más bien le da rabieta, que es lo que se notó en la pantomima que montó. Con el ego hinchado ante las cámaras, orquestó una falacia que sólo buscaba desacreditar al feminismo y ridiculizarlo. Las cuatro tertulianas de la mesa participaron de una farsa, porque es el típico programa al que te invitan para utilizarte y no para escucharte. El cinismo de Cantó se hizo evidente enseguida cuando, tras su presentación, quiso dejar claro que "en este programa no se negará la violencia contra las mujeres". Una estrategia preventiva muy rara y tendenciosa, que delataba que el planteamiento del debate era engañoso. Advertían que no se negarían las cifras de mujeres asesinadas (que sólo faltaría) para, acto seguido, cargarse el feminismo. En medio del show tronado, con un público igualmente manipulado, hicieron un cara a cara en el que participaba un comunicador con unas teorías machistas, ultraconservadoras y xenófobas. Incorporaron, vía telemática, la intervención de Juan Soto Ivars, que presentó un libro en el que asegura que el bajo índice oficial de denuncias falsas por violencia machista es mentira y que las estadísticas reales son mayores, con muchos hombres víctimas del abuso de un sistema feminista sesgado.

Lo que hizo Toni Cantó en la televisión pública fue un acto de legitimación del machismo enmascarado bajo una forma sibilina de discusión plural sobre el feminismo. Primero, considerándolo un problema y no un marco de análisis de la desigualdad social. La mera presencia de cuatro mujeres debatiendo creaba la imagen de un espacio fracturado. La simple puesta en escena confirmaba la tesis del programa: que el feminismo está en crisis. Hicieron de la discrepancia un espectáculo, exhibiendo unas supuestas peleas internas cuando el feminismo nunca ha sido monolítico y sus tensiones internas han formado parte de su motor político. Tener mujeres en la mesa discrepante del feminismo era una forma de validar la postura claramente antifeminista de su presentador y normalizar tesis machistas. Es un planteamiento manipulador. El programa se presentaba como un espacio de curiosidad, preocupación o interés por el feminismo cuando, en realidad, lo que se pretendía era llevar a cabo una simple operación mediática para despreciarlo y mostrarlo como un inductor de la fractura social y una radicalidad que aboca al retroceso, desigualdad, crispación y caos. Un clásico televisivo: presentar determinados programas de debate como supuestos espacios de discusión neutral y absoluta libertad cuando en realidad son plataformas ideológicas al servicio de una idea preconcebida y legitimación de discursos reaccionarios.