El periodismo necesita más tomates
“Si tienes sopa de tomate y quieres aumentarla, tienes dos opciones: o más agua, o más tomate. Y en el New York Times siempre lo hemos aumentado con más tomates”. Con esta metáfora culinaria, Abe Rosenthal, el mítico director de La Dama Grisa –que es como se conocía el diario–, se despedía de una redacción que había ayudado a hacer crecer de 600 a un millar de periodistas. Es una de las anécdotas –ya la vez píldora de sabiduría– que explica Juan Antonio Giner en su libro La edad de oro del periodismo, donde recopila su afilada labor como articulista de La Vanguardia. De figura imponente, ve firme y un discurso gratamente desprovisto de bullshit, este consultor lleva más de 35 años asesora a diarios de todo el mundo. Esto le ha permitido tratar con algunas de las figuras míticas del periodismo global de las últimas décadas: imposible no tenerle algo de envidia, aparte de admiración. Más allá de la tesis que emerge tozuda del acopio de escritos, el libro se desliza muy bien porque es una deliciosa inmersión en aquel mundo que ya ha desaparecido, con figuras excesivas y casi literarias, pero que se esfuerza por encontrar una manera de existir en nuestra era de atención ultrafragmentada.
Claro, en medio de esta crisis de la prensa, el título de la recopilación es claramente una provocación. Giner no sucumbe a la tentación de la añoranza de tiempos mejores, sino que se apoya en el pasado como palanca de ideas para poder salir del hoyo presente. Si miramos el panorama actual, vemos cómo el New York Times va sumando años y suscriptores, mientras un grupo de medios han pasado a mejor vida (o casi) a pesar de que se presentaban como ardientes revolucionarios que debían marcar el camino de salvación del sector. En retrospectiva, trabajaban más para las redes sociales que para los lectores. Es decir, apostaban más por el agua que por el tomate.