El primer plano de Jordi Pujol
Aunque los médicos han valorado que Jordi Pujol no estaba en condiciones físicas ni cognitivas para participar en el juicio, la Audiencia Nacional se ha negado a exonerarlo y lo hace intervenir por vía telemática. Desde una perspectiva televisiva, esto se ha traducido en un primerísimo primer plano de Jordi Pujol, muy vulnerable y volcado sobre la pantalla del ordenador. Los programas ya han seleccionado esa imagen como prioritaria y emblemática del proceso. El rostro de Pujol hundido ante la cámara del ordenador, con la nariz a un palmo de la pantalla, se convertirá en un icono del juicio. Más allá de las dudas razonables sobre si el ex president dispone de unas buenas condiciones de escucha de lo que ocurre en la sala, esta imagen en ningún caso es neutral. El lunes, Toni Cruanyes abría el Telenotícies nit con este primer plano proyectado en una de las enormes pantallas verticales de su lado, sobredimensionando la imagen. Haciendo una de estas teatralizaciones propias de Barrio Sésamo que nos dedican a los espectadores, el presentador decía: "Jordi Pujol ha declarado por videoconferencia y esta es la imagen que hemos visto de él", la prueba de que este encuadre es insólito y provoca cierto estupor. El martes por la mañana, Ana Rosa Quintana también la utilizaba, escogiendo justamente el instante en el que Jordi Pujol se sonaba la nariz, acentuando la decrepitud que, ya de por sí, sugiere la escena.
El primerísimo primer plano de Pujol en el juicio acaba siendo sacado del contexto judicial y se utiliza de forma independiente, como imagen emblemática de un espectáculo. La Audiencia Nacional facilita los medios técnicos, pero no controla el uso posterior de la imagen. El tribunal habilita la conexión telemática como un recurso procesal: el sistema judicial garantiza la asistencia de Pujol en el acto, pero no lo protege de la transformación mediática de la que es objeto. Por lo tanto, Jordi Pujol queda sujeto a las lógicas de dramatización televisiva ajenas a la finalidad estrictamente judicial.
Pujol derrumbado ante la pantalla, en un estado de severa fragilidad, se utiliza casi como un veredicto visual. Es como si esta exposición formara parte de la pena a cumplir. La duda ética es si Jordi Pujol es consciente de su exposición mediática en estas condiciones. Él sabe perfectamente que participa en un juicio. ¿Pero es consciente de que está siendo expuesto en televisión de forma constante, en directo? Hay que preguntarse hasta qué punto esta circunstancia vulnera sus derechos. Este uso de su imagen tiene implicaciones en su dignidad, no como presidente sino como persona de edad avanzada y con las facultades cognitivas deterioradas, como han diagnosticado los forenses. Toda persona, en un juicio, debe tener derecho a ser presentado en su condición de sujeto y no como un objeto visual degradado, que es lo que está ocurriendo ahora. No solo estamos ante la circunstancia de que un hombre considerado no apto para un juicio sea juzgado, sino que además está expuesto en un estado que él no controla ni conoce en términos mediáticos.