El preocupante suspenso de España en pluralidad informativa

El resplandeciente sueño democratizador de internet lleva tiempo mostrando las grietas y hay una que afecta directamente a la salud del periodismo, es decir, de la información ciudadana. Según el discurso oficial, todo el mundo puede ser emisor y hacer oír su voz. Pero un vistazo a las mareantes operaciones de compraventa de empresas –por decenas de miles de millones de euros– evidencia que estamos de nuevo en una etapa de concentraciones empresariales que amenaza frontalmente la pluralidad informativa. El clan Ellison, con pocos días de diferencia, ha anunciado que quiere controlar a TikTok y Warner Bros. Discovery. Demasiado poder, demasiado pocas manos.

El Observatorio Europeo del Audiovisual acaba de publicar un estudio exhaustivo que, entre otras muchas cuestiones, analiza la pluralidad en el continente. Resumiendo mucho, hay efectivamente más contenidos y voces que nunca, pero el papel decisivo de los intermediarios digitales –redes y buscadores– apremia el caudal rico y diverso al que se podría aspirar. Los impulsores del informe elaboran un barómetro que mide el nivel de riesgo para la pluralidad de los distintos países. Solo cuatro estados manifiestan un riesgo bajo –por debajo de 33 puntos en una escala de 100–: Países Bajos, Alemania, Suecia y Dinamarca. Y ninguno baje de 28 puntos. España aparece con el grupo de riesgo medio-alto, con 53 puntos. El principal problema para resolver este problema es la lentitud legislativa: cuando has hecho normas para los buscadores, aparecen las redes sociales y cuando haces normas para las redes, surge entonces la IA. Hay que encontrar la forma de actualizar adaptativamente el marco regulador y una de las claves es romper la opacidad de los algoritmos: no puedes regular lo que no conoces. Como tampoco es casualidad que mantengan opacidad en los datos del tráfico que controlan. Visto así, gobiernan desde la oscuridad y gracias a la oscuridad.