El poder del resentimiento
En un momento en que el autoritarismo posdemocrático toma cuerpo alarmantemente en toda Europa, y Trump lo ha normalizado ya en Estados Unidos, no es raro ver medios de comunicación que evolucionan hacia ese espacio. Sin embargo, hay casos que además de inquietantes resultan sorprendentes. Por ejemplo, el de un diario digital, The Objective, convertido en refugio del viejo PSOE, con Felipe González en primera línea, desde que el ex director deEl País Antonio Caño asumió el cargo de presidente del consejo editorial, con significativa participación de Juan Luis Cebrián. El poder absorbe, el poder tiene el peligro de hacer perder el mundo de vista (y por eso muchos acaban mal), el poder hace sentirse imprescindible, el poder hace creer que los demás están en deuda contigo y no a la inversa, el poder vicia... ya los que han llegado muy arriba les cuesta creer que el mundo pueda funcionar sin ellos y tienen tendencia a pensar que todo va por pedregal en su ausencia. La nostalgia del poder perdido genera un resentimiento que conduce a una dinámica negativa: todo va fatal, el país se hunde, el enemigo está por todas partes, hasta hacer posible lo que parecía imposible: la conversión al autoritarismo postdemocrático de gente que habían sido referentes políticos e intelectuales de la democracia.
El resentimiento busca siempre polarizar, a la caza de un enemigo culpable de todos los males. Y un caso de libro es The Objective, depositario de un relato que empezó a escribirse el día en que la ejecutiva del PSOE impidió el primer intento de Pedro Sánchez de hacerse con la dirección del partido. La historia tiene escondidos golpes: el episodio sirvió para poner en evidencia que sus verdugos ya no tenían el poder y el aura que creían que les hacía imprescindibles. Pedro Sánchez –al que no le falta voluntad de poder– se trabajó el partido territorio a territorio y acabó tumbando a quienes le habían frenado. La brecha se había abierto y el pasado se va escolar. Y Pedro Sánchez está aquí. No es extraño que sea el muñeco contra quien The Objective despliega su irritación.
Pero en este tiempo han pasado cosas. Se ha desplegado y frenado el movimiento independentista en Cataluña. La defensa de la patria siempre es una tentación de los berrinches (de un lado y otro, hay que decirlo) y The Objective ha hecho una cruzada. Dos corrientes, pues, la lucha contra el enemigo que envió al viejo PSOE a la jubilación, y la defensa de la patria amenazada. Dentro de este dibujo se configura The Objective. Donde una parte significativa de antiguas voces de izquierdas pugna en la subasta por quien la dice más gorda con un discurso cada vez más reaccionario en la línea de los tiempos que corren. Y siempre con Sánchez como objeto del pim-pam-pum. Nada que decir; humano, muy humano. La psicopatología de los egos es inabarcable. Pero es triste ver figuras políticas e intelectuales que contribuyeron poderosamente a la lucha antifranquista ya la construcción de la democrática incorporándose al regreso del discurso autoritario que amenaza a las democracias europeas, integrando a Vox, y acompañando al PP en su deriva reaccionaria . No somos nadie.