Mundo digital

Jordi Wild: "Podría retirarme mañana mismo"

Youtuber

BarcelonaJordi Carrillo de Albornoz Torres (Manresa, 1984), conocido en internet como Jordi Wild, es uno de los youtubers con más seguidores del estado español. The Wild Project, su podcast con entrevistas y tertulias de casi cuatro horas de duración, tiene más de tres millones de seguidores. El catalán abrió su primer canal de YouTube en 2013 y, desde hace tiempo, crear contenido en internet se ha convertido en su trabajo a tiempo completo. Ahora publica Así es la puta vida (Ediciones B), su primer libro.

Dice la contraportada del libro que aquí explicas lo que es, para ti, la vida de verdad, "sin edulcorantes ni azúcares añadidos". ¿Qué es la vida de verdad?

— Tengo una visión muy pragmática de la vida. En los últimos años nos han intentado vender la idea de que la vida es fácil, de que hay secretos mágicos para ser felices, de que siguiendo cinco pasos todo irá bien. Todo esto es mentira. La vida, en gran parte, es fracaso, golpes que recibes, y te toca levantarte y seguir. Tenía ganas de hablar de las redes sociales, del mundo digital, de los problemas de salud mental, de la cultura de la cancelación, de las opiniones de los otros, que antes eran privadas y ahora te llegan directamente. 

Hablas de la cultura de la cancelación cuando tú has vivido varios episodios de eso en primera persona. En 2017 te acusaron de machista por el videoclip Hasta que arda. ¿Estás en contra de las críticas?

— La cultura de la cancelación no son críticas, son destrucciones. No quiere decir haberte equivocado y que te critiquen, esto es lo más normal. Te deshumaniza, es una especie de caza de brujas moderna y digital. En mi caso, hay momentos en los que me he equivocado. No soy perfecto, paso muchas horas hablando. Si creo que he cometido un error, pido perdón y sigo adelante, porque tampoco me fustigaré. Somos humanos, no pasa nada. En otros casos son prejuicios. La mayoría de gente que cancela a alguien ha visto cuatro clips y dos tiktoks y ya se piensa que conoce a aquella persona. Casi cualquier persona conocida ha tenido episodios de odio masivo. Twitter se ha convertido en un vertedero de basura donde la gente saca su frustración.

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¿Cuando hablas de cancelación te refieres a gente que ha perdido trabajos?

— Johnny Depp, por ejemplo, perdió todos sus papeles hasta el juicio. 

Sí, pero ahora vuelve a estar trabajando.

— Sí, pero ya no es solo perder el dinero, sino ser tildado de maltratador durante muchos años de forma inequívoca hasta que ahora la gente dice otra cosa. Lo que ha pasado ya no se lo quita nadie. A James Gunn, director de Guardianes de la Galaxia, le sacaron unos tuits del pasado con mucho humor negro y se quedó sin trabajo. Después se lo volvieron a dar. Pero para mí la cultura de la cancelación no es solo perder el trabajo. Es el intento de un grupo de cancelarte como válido, como humano. Te dicen que eres mala persona, te amenazan. Esto no tendría que ser así. Sería maravilloso debatir con alguien con el que no estás de acuerdo, hablar, y no decirle a este alguien que no vale para nada. Y esto es lo que pasa con el amplificador de las redes sociales. 

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¿Cuál es el momento en el que lo has pasado peor?

— Hace años hubo una época en la que yo tampoco estaba contento con el contenido que hacía. Estaba muy enfocado con lo que la gente esperaba de mí. Era un círculo vicioso. Tuve varias polémicas seguidas: una con Frank Cuesta, por un tema de Tailandia, otra por un videoclip que hice, la reacción al cual fue desproporcionadísima. No es que lo pasara muy mal, pero me di cuenta de que ese no era el camino que quería seguir. Hice una serie de cambios importantes. Y hasta hoy. 

Ahora cuando miras vídeos como el de Frank Cuesta, o el videoclip por el que te acusaron de machista, ¿qué piensas?

— Algunos los veo perfectos, no veo nada malo en ellos, y otros no me gustan. Tengo 38 años, vengo de otro background. La mentalidad ha cambiado mucho. No me arrepiento, porque surgieron de un momento determinado y tenemos que aprender de los errores, pero hay bromas del pasado que ahora me violentan un poco.

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Hace unos días apareció un vídeo tuyo en las redes sociales, que publicaste hace un año, en el que criticabas el nivel intelectual de Irene Montero. Después hiciste un tuit pidiendo perdón. ¿Qué pasó?

— No estuve acertado y por eso he pedido disculpas. Vivimos en un mundo tan narcisista que parece que pedir perdón sea una debilidad. No me gusta la apreciación que hice de su nivel intelectual, no es verdad y no está bien. En otras cosas que dije me reafirmo. Creo en la tecnocracia y me gustaría que los ministros fueran gente con un nivel intelectual máximo. Después me he encontrado con una reacción exagerada de mucha gente, que actúan como un grupo de fuerza en mi contra.

¿Este odio que recibes tiene impacto en las visitas de tus vídeos o podcasts?

— Cero, el impacto es absolutamente inexistente fuera de Twitter. Son comentarios muy de nicho, no me ha afectado nada en términos de visitas. Son dos días de círculo vicioso y pasamos a otra cosa.

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¿Vives de YouTube?

— Sí, del podcast y del otro canal, El rincón de Giorgio, que tengo como secundario. De hecho, con las cifras que mueve el podcast podría retirarme mañana mismo. 

¿Se te ha pasado por la cabeza marcharte a Andorra?

— En su momento me lo pensé, pero sé que ahí sería más rico pero más infeliz. Sería como estar en una prisión, sin mi gente. Ahora bien, yo no soy nadie para decir a la gente que se quede a vivir aquí. 

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Hablas en catalán con tu entorno más cercano. ¿Te has planteado hacer vídeos en catalán?

— No, porque quiero intentar dirigirme al máximo público posible. Tengo un público muy fuerte en América Latina y quiero llegar a ellos. No descarto hacer algo en catalán, pero sería pequeño, y hoy por hoy lo veo difícil. Implicaría complicarme mucho en el ámbito personal por un proyecto que sería un capricho, porque no sacaríamos nada.

No podrías vivir de ello.

— Yo quizás sí porque en Catalunya tengo muchos seguidores, pero sería más por ilusión. No me lo planteo a medio o largo plazo.

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Te llegó una oferta de una televisión privada y dijiste que no. ¿Por qué? 

— Estoy muy bien en internet. Irme a la tele es dar un paso atrás. En mi canal mando yo, hago lo que quiero y no tengo que dar explicaciones a nadie. Me debo a mí mismo y a mis seguidores, a nadie más. 

¿Mandas tú o mandan tus seguidores? Si tu contenido les deja de interesar, te quedas sin trabajo.

— Cuando decidí crear el podcast, en el ámbito comercial me habrían dicho que estaba loco. Pasé de hacer vídeos de 20 minutos a podcasts de cuatro horas. Pues ha sido el proyecto más grande que he tenido n mi vida. La gente se dio cuenta de que hago lo que me da la gana, no lo que ellos quieren oír. Ayer traje a un matemático y estuvimos tres horas hablando de matemáticas. Y sé que será muy visto, porque bien tratado cualquier tema es interesante.

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Pero sí hay una relación entre el éxito de los podcasts y lo que cobras a final de mes.

— Cobro por cada mil visitas. Me tendría que ver muy poca gente para no poder vivir de ello. No soy alguien muy ambicioso económicamente. Si lo que hago me hace infeliz, ¿de qué me sirve ganar mucho dinero?

¿Tienes un plan B por si las cosas dejan de ir bien?

— Si algún día falla lo que hago ahora, me he organizado bastante bien para no trabajar más. Tengo esta gran suerte. Vengo de una familia bastante humilde, sé lo que cuesta ganar dinero. Me empezó a ir bien no con 15 años, sino casi con 30. Si se acaba no sé qué haré, pero sé que no tendré un trabajo que no me guste.