Una tertulia bajo los cuernos del régimen de Franco
El miércoles por la noche la tertulia de actualidad La noche en 24 h de Xabier Fortes se desplazó hasta un sitio muy simbólico para conmemorar los 50 años de la muerte de Franco y la transición a la democracia. Emitieron el programa desde el vestíbulo del famoso Pazo de Meirás, la residencia de verano del dictador y el lugar en el que se celebraban los consejos de ministros durante los meses de julio y agosto. La finca fue reconstruida por la novelista y ensayista Emilia Pardo Bazán, una de las intelectuales precursoras del feminismo en España. Pero las autoridades y los caciques locales de Galicia legitimaron un expolio para que el pazo se convirtiera en patrimonio personal de Franco y su familia. En 2020 la justicia lo retornó al patrimonio público declarando nula la donación y falsa venta. Como todavía existen litigios pendientes con los herederos del dictador, la idea televisiva de hacer el programa desde allí resultó más bien inquietante.
Xabier Fortes, rodeado por los tertulianos, comentaba que desde donde estaban podían ver el busto de Franco que presidía las escalinatas que conducen a las dependencias de la finca. "Parece que nos esté mirando“, comentó. El busto de Franco no aparecía en el plano de la tertulia, pero la realización lo mostraba para dejar constancia de la presencia amenazadora del dictador. La penumbra de la sala, la reverberación del sonido y la frialdad del lugar convertían el escenario en un decorado de una película de miedo. Poco a poco íbamos viendo todos los cuernos de los trofeos de caza. Cabezas de ciervos y decenas de cabecitas de corzos colgaban de las paredes. No todos los tertulianos se sintieron cómodos en aquel contexto. Nativel Preciado comentó: “El pazo es precioso. Pero pensar en todo lo que ocurrió aquí a mí me da un poco de escalofrío y de malas vibraciones, sinceramente". Fortes bromeaba: "¿No habrás escuchado algunas voces?" Jesús Maraña también reconoció que nunca se atrevería a pasar la noche allí. Y la periodista Lourdes Pérez compartió el malestar destacando el valor de la simbología y el ejercicio de poder que representaba aquella decoración que se les caía encima.
La tertulia y el análisis del régimen franquista fueron interesantes y pedagógicos. El contexto fue adecuado. Pero el entorno provocaba ambivalencia. Un espacio que mantiene intacta la iconografía franquista condiciona el relato. El historiador Julián Casanova se mostraba muy satisfecho de estar en un "lugar histórico". Y aquí es donde empieza a aparecer el riesgo de museizar el espacio. A pesar de todo, el programa era la clara representación, sin quererlo, de un fenómeno más profundo. La manera en la que en democracia hemos convivido con los vestigios y los privilegios del franquismo y los hemos normalizado. Aquel entorno era la prueba flagrante de una transición incompleta y mal hecha, que dejó intactos los espacios, los símbolos y los imaginarios de ideología fascista. La noche en 24 h demostraba cómo los residuos de la dictadura y las concesiones a la familia Franco todavía forman parte del paisaje cultural e institucional.