Testimonios tratados como títeres
El lunes, en Telecinco, en el programa Vamos a ver de Joaquín Prat entrevistaban a una mujer brasileña, influencer, por un motivo sorprendente: está casada con un muñeco de trapo y tiene tres hijos pequeños que también son de trapo. El tema se arrastraba desde el fin de semana, cuando en el espectáculo grotesco de Cristina Tàrrega, La vida sin filtros, invitaron a esta mujer con su marido para profundizar en su relación.
El esperpento de todo es que Mairivione Rocha, de treinta y nueve años, habla en serio de su marido Marcelo, al que conoció durante la pandemia después de que su madre le cosiera el muñeco. Ella considera que su hombre de trapo es mucho mejor que muchos maridos de carne y hueso que corren por el mundo, y que es la pareja ideal “porque lo que yo digo, él lo acepta”. Añadió que el marido tiene una discapacidad que no concretó. En la entrevista con Joaquín Prat aparecía con Marcelo a su lado. El muñeco necesita urgentemente un lavado de cara porque tiene los chorreos de varios cafés con leche sobre su rostro. También entraban en el plano las tres criaturas, una de ellas con un parche en el ojo como si acabara de volver de una revisión al oculista. En las imágenes de archivo nos mostraban escenas de uno de los partos de estos niños. Joaquín Prat, con condescendencia, se mostraba comprensivo con la Mairivione porque “ha creado la familia acorde a sus necesidades”. La mujer, agradecida por las palabras, contestó: “Soy limpiadora, también soy soñadora. Y me muestro como una verdadera artista”. Una vez la despidieron, la copresentadora Patricia Pardo se molestó por aquellos contenidos, con un teatrillo excesivo, como si la hubiera cogido por sorpresa: “¡Ni un minuto de televisión a esta gente!”. Prat lo relativizó: “Con tanto cabrón que anda suelto en las redes, esta señora no hace daño a nadie”.
La entrevista forma parte del sello de Telecinco de cultivar la extravagancia para llamar la atención de la audiencia, sin ningún escrúpulo ni sin ningún sentido del deber. Hay sólo una exhibición de freaks, a ver cuál provoca más escándalo.
Si la mujer sufría un trastorno mental que la hacía desarrollar un relato delirante, Telecinco ha vulnerado, una vez más, la ética más elemental. Si es Mairivione la que se jode de los medios para poner en evidencia la estulticia mediática, le faltaría una vuelta más para hacer efectiva la broma. Pero existe una tercera opción, y es que, apelando a la voluntad artística de la protagonista, todo sea una performance llevada a las últimas consecuencias para denunciar la presión sobre las mujeres para tener una familia y vivir según los parámetros tradicionales, o para hacer una crítica a la masculinidad apática más caduca. Esto no excluye una burla en el medio ya todos los que se tragan este desperdicio.
A La vida sin filtros incluso hicieron bailar a la mujer con el muñeco, degradando a la invitada a categoría de títere, como su marido. Y es que, mientras Telecinco se muestra asombrado por ese personaje, no deja de utilizar a las personas como si fueran de muñecos de trapo. Y cuando son de carne y hueso, es aún más grave.