Dígitos y trastos

La trampa de los teléfonos delgados de Apple y Samsung

Comparemos el Galaxy S25 Edge y el nuevo iPhone Air

BarcelonaEl Galaxy S25 Edge de Samsung y el iPhone Air de Apple presumen de ser los teléfonos de formato convencional más delgados del mercado actual y sobre el papel lo parecen: 5,8 milímetros el primero y 5,6 el segundo. Ahora bien, estas cifras tienen trampa, porque sólo cuentan el cuerpo principal e ignoran los bultos de las cámaras que sobresalen por detrás. Si sumamos estos bultos, el Samsung mide 10,0 mm en total (5,8 + 4,2 mm de cámaras) y el iPhone mide 11,3 (5,6 + 5,7 mm), ambos más gruesos que muchos móviles normales. ¿Pero a quién le importa la realidad cuando tienes un atractivo eslogan?

Cabe decir que la sensación en la mano es muy agradable; incluso yo, que soy más de móviles pequeños, he encontrado cómodos estos dos aparatos de pantalla relativamente gorda. En parte, porque gracias al menor grosor y al uso de titanio en las carcasas, son más ligeros de lo que cabría esperar con este tamaño de pantalla: 163 y 165 gramos, respectivamente. Sin embargo, no sé si alguien se queja porque su móvil es demasiado grueso.

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Una vez aclarada la relatividad del atributo de los dos teléfonos que más destacan sus fabricantes, podemos pasar a comparar sus prestaciones y rendimiento. Reconozcamos que hacerlo es tan estéril como suponer que un usuario de iPhone va a cambiar a Android o viceversa. Esto no ocurrirá: los ecosistemas son religiones tecnológicas, y los conversos son excepcionales. Pero conviene realizar el ejercicio para que cada bando sepa a qué renuncia por fidelidad a su sistema operativo.

El Galaxy S25 Edge lleva pantalla Amoled de 6,7 pulgadas y una densidad de 515 píxeles por pulgada (ppp). La del iPhone Air es Oled XDR de 6,5 pulgadas y 460 ppp. Ambas disponen de velocidad de refresco variable hasta 120 Hz para equilibrar la fluidez y el consumo, ofreciendo la función always donde que permite ver la hora con la pantalla apagada. El Samsung se desbloquea con un lector dactilar ultrasónico integrado en la pantalla; también tiene reconocimiento facial 2D, pero ni punto de comparación con el excelente FaceID tridimensional de los iPhones.

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En materia de conectividad, el Galaxy combina tarjeta SIM física y eSIM, mientras que el iPhone Air renuncia a la primera y se queda sólo con la segunda, lo que le hace incompatible con algunas operadoras de aquí. A cambio, ofrece mensajes de emergencia vía satélite, que el chip del Samsung permitiría pero están desactivados.

Ambos incorporan los procesadores de gama alta más recientes, de tres nanómetros: un Snapdragon 8 Elite de Qualcomm con ocho núcleos en el S25 Edge y un A19 Pro con seis núcleos en el iPhone Air. Samsung equipa 12 gigabytes (GB) de memoria RAM, mientras que Apple se conforma con 8 GB; en ambos casos, necesarios para impulsar las funciones de inteligencia artificial: Galaxy AI y Apple Intelligence, por otra parte inexistentes en lo que tiene que ver con el catalán. Ambos aparatos se venden con 256 o 512 GB de almacenamiento.

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Ambos teléfonos muestran un rendimiento muy parecido en las pruebas que he realizado. Si acaso, tal vez el iPhone Air se calienta algo menos que el Samsung en las aplicaciones de videojuegos más exigentes.

Cámaras

El Galaxy S25 Edge es el primer Samsung de gama alta sin teleobjetivo desde hace años: cámara principal de 200 megapíxeles (la misma del S25 Ultra) y ultra gran angular de 12 mpx. La frontal es de 10 mpx. El iPhone Air va aún más lejos en minimalismo: una única cámara trasera de 48 mpx. Ni ultra gran angular, ni teleobjetivo, ni nada. En cambio, consciente de que vivimos en un mundo de selfies donde la cámara frontal acaba siendo la más importante, Apple se ha empleado: 18 mpx y encuadre automático.

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En la práctica, el S25 Edge consigue unas fotografías algo mejores que las del iPhone Air, pero a pesar de grabar con resolución 8K, sus vídeos quedan ligeramente por detrás de los 4K del teléfono de Apple.

Un aspecto a destacar es el sonoro: el iPhone Air se conforma con un único altavoz, el del auricular, mientras que el S25 Edge lleva dos, y por tanto ofrece sonido estereofónico. Cuando miras vídeos, la diferencia a favor del Samsung se nota, y mucho. Además, los Samsung permiten realizar audiometrías para ajustar el sonido a la capacidad auditiva del usuario y la calidad de sus auriculares.

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Ecosistemas cerrados

El S25 Edge lleva One UI 8, la versión Samsung del sistema Android 16. Es más abierto, flexible y promete seis años de actualizaciones. Incluye la función DeX para conectarlo a la pantalla, teclado y ratón de un PC. El iPhone Air utiliza el nuevo iOS 26, con siete años de actualizaciones: se integra perfectamente con otros dispositivos Apple, aunque esto es relativamente importante cuando dos de cada tres usuarios de iPhone aquí no tienen un ordenador Mac ni ninguna intención de tenerlo. En otros países, iOS 26 ofrece la función iPhone Mirroring, equivalente al DeX de Samsung, pero en la UE no está disponible porque Apple no quiere ceder frente a las exigencias de Bruselas. Naturalmente, ni pensamientos de aprovechar el DeX de Samsung con un Mac: sólo funciona con Windows. Las religiones tecnológicas no toleran la apostasía.

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Autonomía: una sorpresa inesperada

Con 3.900 mAh en el Galaxy y 3.149 mAh en el iPhone, esperábamos el desastre. Sí, tienen menos autonomía que sus hermanos normales, pero la pérdida es menor de lo esperable gracias a la eficiencia de los procesadores Snapdragon 8 Elite y A19 Pro. En test reales, ambos rinden como un teléfono compacto normal. En términos absolutos no son brillantes, pero tampoco desastre alguno. Si los comparamos, aguantan prácticamente igual en navegación web, el iPhone un 28% más en vídeo (menos altavoces, menos consumo) y el Samsung un 29% mejor en juegos.

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La rapidez de carga varía: con cable, los 25 vatios del Samsung le permiten cargarse por completo en 65 minutos, media hora menos que los 20 W del iPhone. En cambio, inalámbrico es este último el que tarda algo menos. En ambos casos hay que aplaudir el hito tecnológico de haber incluido la bobina de carga inalámbrica dentro de unas carcasas tan delgadas.

Los precios

El Galaxy S25 Edge cuesta 1.179 euros en promoción; el iPhone Air, 1.219 euros (ambos en las versiones con 256 GB). Pagas hasta 200 euros de suplemento por algunos milímetros menos: literalmente, más dinero por menos batería y cámaras. El Galaxy S25+ de 6,7 pulgadas cuesta 1.099 euros, y el S25 de 6,2 (ambos con teleobjetivo) 901 euros. El iPhone 17 básico (con dos cámaras) cuesta a partir de 959 euros. La lógica comercial es fascinante.

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El verdadero coste de ser delgado

Estos teléfonos han logrado ser delgados (con trampa) a cambio de reducir autonomía y prestaciones fotográficas. Son los equivalentes tecnológicos de una bolsa de diseño donde no cabe nada: muy bonita, pero no muy práctica.

El iPhone tiene un diseño más refinado con marco de titanio brillante y redondeado, permite pedir auxilio vía satélite y, claro, es un iPhone. Samsung tiene más cámaras, suena mucho mejor y admite SIM física. Y mientras, las funciones de IA siguen sin hablar catalán. Quizá sea necesario exigir que la innovación sea más inclusiva lingüísticamente. Pero esto no queda tan bien en los anuncios.