El injustificado interés por el caso Daniel Sancho
A primera hora de la mañana del jueves la información que todas las televisiones nos vendían como la gran noticia del día era la sentencia del caso Daniel Sancho. Una cadena perpetua por un asesinato que nos han vendido por fascículos en el último año y del que todavía nos harán tragar muchas horas. En torno a este caso existe una alarma comunicativa que no se ajusta a sus implicaciones sociales, que son nulas. El caso Daniel Sancho es un hecho aislado, un drama familiar sin repercusión alguna para la ciudadanía. Hay desgracias que pueden poner de manifiesto negligencias o carencias del sistema. Y entonces merecen atención mediática para analizar los hechos, denunciarlos y evitar que el caso se repita. Este asesinato está lleno de detalles sórdidos, pero carece de una trascendencia informativa que nos implique como sociedad. En cambio, tiene una prioridad, unas horas de dedicación, un despliegue de recursos con enviados especiales y un nivel de tensión comunicativa que resulta difícil de justificar.
Un hecho que delata esta inquietud de los medios es su fascinación visual por el físico de Daniel Sancho. No paraban de enseñar al acusado en imágenes de archivo, en bañador, en la playa, saliendo del agua, sin camiseta, con el pelo mojado, como si fuera un modelo de revista. Incluso utilizaban una imagen de gran formato del protagonista como decorado del plató para amenizar la tertulia. Se ponía en contraste la belleza masculina hegemónica del protagonista con las imágenes más penosas de su detención y la recreación de la escena del crimen. Del esplendor a la miseria. También se confrontaba el estatus familiar del chico, hijo de un galán del cine español, con la contundencia de la sentencia de cadena perpetua. Todas estas connotaciones supuestamente glamorosas sirven para compadecer a la familia y desviar la atención de la atrocidad del crimen. Se desdibuja que el protagonista es un asesino que descuartizó a la víctima.
Uno de los expertos entrevistados en La1 sí quiso precisar este aspecto. Fue el responsable de la Fundación +34, que asiste a presos españoles en prisiones extranjeras. José Carlos Velasco subrayó: “Asistimos a presos españoles en el extranjero mientras no sean ni asesinos ni violadores, por este motivo Daniel Sancho no será asistido por nuestra organización”.
En el programa Mañaneros de La 1 organizaron algo insólito. A través de dos videollamadas simultáneas consiguieron hacer un cara a cara entre los abogados en conflicto. El abogado de la familia Arrieta y la abogada de Daniel Sancho se reprocharon las estrategias en directo. Los magazines disfrutaban diseñando infográficos donde dibujaban cuatro barrotes de una celda ante la fotografía del condenado en primer plano. Es difícil justificar tantas horas, tanta fascinación, tanta inquietud y tanta especulación en torno a un hecho que no aporta nada constructivo ni revelador a la audiencia.