La presentadora virtual más fleuma
Mediaset ha estrenado su primera presentadora virtual en el resumen de la última edición de Supervivientes. La noticia ha generado malestar entre los profesionales del grupo mediático. El jueves por la mañana, la presentadora de Telecinco Patricia Pardo daba la bienvenida a su compañero de programa: “Déjame que te toque porque quiero celebrar que estoy al lado de un presentador de carne y hueso”. Joaquín Prat reaccionaba con un comentario sintomático: "Bueno, yo de momento no me siento amenazado porque la nueva presentadora virtual es una mujer". La competencia interpretada en clave de género es la prueba flagrante de desigualdad en una empresa. Las mujeres –virtuales o reales– no afectan a su realidad profesional porque sabe que Mediaset no establece los mismos baremos para unos y otros. Pardo recogió la reflexión: “¡Claro! ¡Fíjate! No es un hombre viejo y calvo, ¿verdad?” Y concluyó: "Aquí nos cabreamos porque somos presentadoras de carne y hueso".
Por la noche, el avatar digital antropomórfico bautizado como Alba Renai debutaba en antena en Supervivientes. Ningún rótulo lo anunciaba como un ser creado digitalmente. Le otorgaban una firma de Instagram desde la que promociona marcas y empresas. Es un complemento de marketing. Le atribuían el oficio de 'creadora virtual', como si tuviera autonomía y autoría propia. Mediaset ha fabricado una presentadora hiperrealista según la feminidad hegemónica de las redes sociales: muy joven, delgada, de pelo largo, ingenuamente sensual. Transmite delicadeza, sumisión y puerilidad. Se expresa con una entonación muy fleuma y monótona. Tiene la mirada perdida, vacía, un detalle que aún acentúa más la sensación de inexperiencia. Es un ejemplo de candidez que facilita la convicción de dominio en la mirada masculina. Renai está creada para servir de espejo aspiracional a la audiencia femenina y de reclamo a la masculina. Es un espejismo femenino de candor obediente. Lo han vestido con informalidad conservadora: unos vaqueros, una camiseta blanca escotada y ajustada en su justa medida para no enseñar ni insinuar nada más de la cuenta. Uno blazer rosa bebé subraya su inocencia y le da el punto de aparente profesionalidad. Luce un detalle revelador: un pequeño colgante con una cruz que confirma su pureza y castidad. La dota de lo que le falta: un alma. La chica es como si no terminara de cerrar nunca la boca, grande y acogedora. Cuando habla, la perfecta dentadura en movimiento es lo que más delata su virtualidad.
Renai es un producto que pretende conectar con la idea de futuro pero que culturalmente es una regresión en cuanto a la imagen y el rol de las mujeres. Es un modelo caduco y sexista que evidencia cómo el panorama mediático todavía aspira al papel tradicional y dócil de las mujeres. Y a una juventud eterna. Dado que el patrón ya no se ajusta a los valores sociales actuales, han visto que es más fácil fabricar las presentadoras según ese ideal reaccionario que aceptar la verdadera modernidad. No la que se hace con un ordenador, sino la que hace progresar el pensamiento.