¿Dónde está Wally? ¿Y el ministro Montoro? ¿Y el novio de Ayuso?

Al protagonista de los libros ¿Dónde está Wally? le ha salido competencia. Durante cerca de cuarenta años millones de lectores han intentado encontrar a este viajero con su característico gorrito de lana y jersey de rayas horizontales blancas y rojas. Y el autor ha ido complicando el reto: el personaje se ha empequeñecido y cada vez le acompañan más figurantes para despistar y perderlo entre la multitud. Pero la Brunete mediática ha desarrollado la versión definitiva: ¿Dónde está el Montoro? Se trata de encontrar la noticia de la imputación de todo un ex ministro. Uno diría que el asunto debería ocupar puestos destacados en las primeras páginas, porque no ocurre cada día que un miembro de gobierno se pone en la diana judicial. Y, en cambio, como si fuera el protagonista de El increíble hombre menguante, Montoro se ha reducido a la nada y ha desaparecido por completo de las primeras páginas delAbc y El Mundo. Ni con lupa, tú. Sólo La Razón le dedica un módulo pequeño, sin foto del afectado.

Los periódicos de la derecha pierden parte de su legitimación con casos como éste. Por mucho que hagas periodismo de derribo y te dediques a intentar evacuar de la Moncloa a Pedro Sánchez, si una de las personas centrales de los gobiernos de Mariano Rajoy recibe una imputación que afecta a su actuación como servidor público el mínimo servicio a tu lector pasa por destacar una noticia que reúne todos los elementos de relevancia clásicos y empieza por el rumbo el aire: ¿a cambio de qué ayudó presuntamente las empresas gasísticas? Es el periodismo de trinchera, que a menudo se explica por lo que publica, pero también y sobre todo por lo que minimiza o silencia. Tales como los casi cuatro años que pide Fiscalía a la pareja de Ayuso por fraude fiscal: he aquí otro Wally, ausente de las portadas de la caverna.