Uso del catalán

Los 6 prejuicios que debes enterrar si quieres salvar el catalán

Ocultar la lengua "por educación" o "porque no me van a entender" se hace por falsas creencias que tienen un gran impacto en el paisaje sonoro

BarcelonaMuchos ciudadanos tienen la sensación angustiosa de que el catalán se oye cada vez menos espontáneamente por la calle. Y, sin embargo, puede que los propios ciudadanos que se lamentan, sin pensárselo demasiado, prescindan del catalán en su vida diaria, en el mercado, en el bar o en el whatsapp de la escuela. "Lo hago por educación", "igualmente no me entenderán", "me sale automático", suelen decir.

El retroceso en el uso social del catalán es multifactorial, y no se puede atribuir sólo a los catalanohablantes que flaquean. Tienen que ver los factores de contexto (como una ola migratoria sin precedentes, el fallo de los mecanismos de integración, la falta de recursos, los efectos uniformizadores de la globalización, la batalla judicial españolista contra la lengua, el paréntesis del Procés, etcétera) que requieren políticas públicas compensatorias. También tienen que ver la historia y la legalidad. "El catalán es una lengua subordinada por motivos históricos, pero también por motivos sistémicos, porque la Constitución española legaliza esta subordinación", recuerda Gerard Furest, filólogo, profesor y autor del Decàleg irreverent per a la defensa del català (Núvol).

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Y después también hay un grupo de prejuicios que, a título individual, hacen que algunos catalanes prioricen el castellano. "A los catalanes nos falta más conciencia y menos prejuicios lingüísticos", afirmaba en una entrevista en el ARA la filóloga, profesora y creadora de contenido Aida Roca (Filóloga de Guardia). "Hay que trabajar la asertividad, el hablante debe tener autoconfianza. No puede ser que exista la presuposición de que si usamos el catalán tendremos alguna dificultad, porque esta inhibición se convierte en un hábito, y queda arraigado", alerta el sociolingüista Isidor Marí.

¿Cuáles son estos prejuicios que atascan el catalán y cómo se pueden superar?

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1.

"No me entenderán"

Los datos de conocimiento del catalán son extremadamente altos: entre el 80% y el 95% de la población lo sabe hablar, leer y lo entiende, por lo que lo más probable es que el interlocutor no tenga ningún problema. Más de la mitad de los ciudadanos nacidos en el extranjero también dicen que incluso le saben hablar. Las cifras son muy altas, lo que rebate la idea de que es ininteligible para la mayoría de ciudadanos. Este hecho debe dar seguridad lingüística a los hablantes: pueden tener la confianza que les van a entender. Y si no fuera el caso, hay que confiar en que el interlocutor ya explicitará (educadamente) su dificultad. Si el catalán se utilizara por defecto, de manera inconsciente, acabaría siendo una lengua más presente en el paisaje sonoro y, por tanto, más necesaria para vivir aquí y más fácil de aprender para los recién llegados.

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2.

"No quiero ser maleducado"

Otra creencia extendida es que no cambiar al castellano frente a un castellanohablante, ya que somos bilingües, es de mala educación. Por eso el gesto automático es cambiar de lengua: según las encuestas, el 75% de catalanohablantes cambian al castellano cuando alguien se les dirige en esta lengua y sólo el 25% de catalanes comienzan siempre las conversaciones en catalán. Rebatía esta idea la lingüista Carme Junyent: "Hablar en castellano por educación es un prejuicio inducido. Primero, si hablas catalán no lo hablas por mala educación, sino porque es tu lengua. Segundo, no es de mala educación hablar tu lengua, es mala educación pedir a los demás que no hablen la suya", decía en una entrevista en el ARA. Lo cierto es que el cambio de lengua suele ir a menudo en una dirección. Es lo que el secretario de Política Lingüística, Francesc Xavier Vila, dice "oficialidad condicional: el catalán es oficial hasta que te encuentras que tu interlocutor no sabe". "Lo que ha ocurrido es que primero te obligan a saber una lengua y luego te exigen hablarla para que ellos tengan derecho a ser monolingües. Ya se ve que esto no puede ir así", critica.

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3.

"No me sale, continuar en catalán"

Los expertos aseguran que la intercomprensión entre catalán y castellano es muy elevada, "del 80%", dice la sociolingüista y profesora de la UB Mireia Galindo. Por qué, pues, enseguida cambiamos de lengua? "Las personas tienden a converger, cuando hablan, hacia unas prácticas que no generen conflictos o malentendidos. Lo más natural es que busquen inconscientemente un espacio cómodo en el que la comunicación fluya sin problema. Hasta que te acostumbras, no es sencillo mantener el catalán ante un desconocido, al que solemos atribuirle, por defecto y sin pensarlo, el conocimiento del castellano", afirma el filólogo de la UAB y experto en intercomprensión Enric Serra. Y continúa: "Las interacciones multilingües (yo hablo mi lengua y tú la tuya y nos entendemos, o casi) piden mucha conciencia lingüística (me mantengo en mi lengua) o pedirían una educación para el plurilingüismo que ayudara a naturalizar estas prácticas". Es lo que han propuesto históricamente lingüistas como Moreno Cabrera, lo que habría hecho menos traumático, entre otros, el uso de las lenguas oficiales en el Congreso.

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La buena noticia es que "en pocas horas y con una mente abierta" las lenguas de la misma familia se pueden comprender con una relativa facilidad. "En el caso del catalán y el castellano, la intercomprensión se produce rápidamente... si se quiere. Los prejuicios ideológicos o políticos pueden (y suelen) bloquear completamente la comprensión entre dos personas que, desde el punto de vista estrictamente lingüístico, pueden comprenderse con una exposición lingüística de algunas horas", dice Serra.

Así que sería cuestión de cambiar el hábito de cambiar de lengua. Y, como con todos los hábitos, se trata de tener voluntad y repetición (en concreto, la ciencia afirma que se necesitan entre 66 días y 8 meses para automatizar una costumbre). Además de conciencia, hay que tener consistencia.

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4.

"Es que no parece catalán"

Después de dos décadas de un alud migratorio de raíz internacional, hoy un tercio de los catalanes han nacido fuera del país y la inmensa mayoría tienen vínculos con las migraciones. Es una obviedad decir que los catalanes de hoy son más diversos que nunca. Por eso, cambiar de lengua con alguien que tiene una "pigmentación conflictiva", dice Furest, es una muestra "de diglosia y de discriminación". Incluso teniendo en cuenta la elevada tasa de inmigración (del 16%), existen herramientas de integración (escuela, cursos de adultos) que dan resultado: hablar catalán a los recién llegados no es una forma de exclusión sino de integración, y es una manera de reconocer el esfuerzo que han hecho para aprender la lengua.

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Para Xavier Gual, filólogo, profesor de catalán y autor de ¿Qui ha de salvar el català?, cambiar de lengua al castellano o al inglés por rasgos raciales es el peor prejuicio de los catalanes: "Desgraciadamente, deducimos que es imposible que nuestro interlocutor nos entienda en catalán. Pues no es imposible. Por el contrario, si por edad ha sido escolarizado aquí, al menos debe entenderla. Yo trabajo en aulas de acogida y excepto los latinoamericanos y algunos marroquíes, el resto llegan sin catalán ni castellano. A menudo los recién llegados quedan perplejos porque les hacemos intensivos de catalán, pero después por el simple hecho de parecer chino, paquistaní, ucraniano o marroquí les hablamos siempre en español. En cambio, si con estos rasgos raciales los oímos charlar en un perfecto catalán nos sorprende y nos parece algo maravilloso. Paradojas de la vida". Gual asegura que demostrarles que la lengua propia es útil y utilizada "tiene un efecto contagioso". Hablar catalán es abrirles la puerta a tu comunidad.

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5.

"No hablo (o hablas) bastante bien el catalán"

Como el catalán es una lengua que, en según qué contextos, especialmente en el área metropolitana y en barrios con una tasa de inmigración muy alta, es inexistente o es muy residual, también puede ser complicado aprender fuera de las aulas. En lugares como Nou Barris sólo existe un 5% de uso habitual de catalán entre los jóvenes y la mitad de los barceloneses no lo hablan en su día a día. "Cuántas veces hemos oído: «Es que me equivocaría». Aquí hay un pasado de gente que te corrige con poca sensibilidad", lamenta Gerard Furest. Hay personas que han renunciado al catalán porque se sintieron despreciadas en su momento, y ya no han vuelto a ello porque no les es imprescindible. "Hablar una lengua minorizada es un acto cultural, de encuentro, emocional incluso, pero no deja de ser un acto comunicativo. Y, claro, si no puede ser fluido porque tienes miedo de no hacerlo bien, tendrás menos tendencia a utilizarlo", expone Furest. Para él, "la hipercorrección de algunos hablantes o de las redes sí crea cierta inseguridad patológica en los nuevos hablantes y eso hace que no se vean capacitados para hablar catalán".

6.

"No quiero parecer 'de la ceba'"

Algunos prejuicios van vinculados a las ideologías y a las clases sociales y acaban señalando el catalán como algo tribal, endogámico, que paradójicamente tanto se asocia a la clase burguesa como a la clase baja. A veces se afirma que es la lengua del poder, pero lo desmienten las cifras que muestran cómo las comarcas más catalanohablantes (Terres de l'Ebre, con un 70%) son también las que tienen un PIB per cápita más bajo. En otras ocasiones el catalán es una lengua de payés, poco cosmopolita, pero, en cambio, Carla Simón e Irene Solà han sido fenómenos internacionales. "Son estereotipos con fines estigmatizadores. El catalán es una lengua nacional, grupal, y las lenguas nacionales no tienen clases sociales", advierte Furest. "Los que han vinculado el catalán a una opción política son los que, esencialmente, nunca utilizan el catalán. Si el unionismo no utiliza el catalán, es lógico que el unionismo se vea menos ligado al catalán, pero los que lo deben resolver son ellos: lo que deben hacer es utilizarlo", afirmaba al ARA el secretario de Política Lingüística, Francesc Xavier Vila.