"Afortunadamente ya nadie entiende el amor como lo entendía Terenci Moix"
Filmin estreno 'Terenci: la fabulación definitiva', una serie documental que se adentra en los claroscuros de la personalidad del escritor
BarcelonaEscritor de éxito, presentador de televisión, enciclopedia del Hollywood clásico, mente brillante, lengua ágil y personalidad excesiva. Terenci Moix fue lo que hoy en día llamaríamos una estrella del pop; una personalidad poliédrica, con luces pero también muchas sombras, en la que se adentra Terencio: la fabulación definitiva, la serie documental que Filmin estrena este viernes. Marta Lallana y Álvaro Augusto, directora y responsable de la idea original, respectivamente, se propusieron recordar la figura de Moix después de que el documental Anatomía de un dandy haz lo mismo con Francisco Umbral, un escritor con el que los guionistas encuentran paralelismos. "Terenci Moix ha acabado siendo una figura totalmente olvidada, como ocurrió con Umbral. Ambos desaparecieron por la misma razón: ellos mismos eran sus mejores publicistas, y una vez ellos desaparecen su obra literaria comienza a perder cierta visibilidad. La mejor obra de ambos eran ellos mismos", explica Augusto. La docuserie de cuatro capítulos pone en valor al escritor catalán, pero no es un relato complaciente: Terenci Moix podía ser tan divertido como extremadamente cruel.
Tanto el guionista como la directora destacan la generosidad de todos los entrevistados, que en algunos casos han compartido momentos duros de su vida y la de Moix. Para entender la figura del escritor al que más le gustaba la ficción que la vida real, la docuserie recurre al relato de algunos de los amigos íntimos de Moix, como Colita, Núria Espert, Boris Izaguirre o Anaïs Schaaff, así como sus exparejas, entre ellas el testimonio del actor Enric Majó, que después de años de silencio recuerda el amor y el gran sufrimiento que vivió junto al escritor. "Creo que en algunos casos ha habido un elemento curativo, como en el caso de Enric Majó. Él necesitaba explicar su versión y lo que le había hecho pasar Terenci después de 40 años de silencio", detalla Lallana. La directora añade que quisieron huir de la hagiografía complaciente e ir más allá de la máscara que el escritor siempre llevaba: esto comporta también hablar de la concepción enfermiza del amor que tenía Moix. "Si la idea del amor de Terenci era tóxica es porque su educación fue tóxica", detalla Augusto. Lallana apunta a la falta de referentes con los que creció Moix por ser un adolescente homosexual. "En aquella época los homosexuales, al final, debían construirse una idea del amor porque no tenían referentes en el cine. Afortunadamente, ya nadie entiende el amor como lo entendía Terenci", añade Augusto. En un programa de televisión, Moix decía: "Sólo sé calibrar el amor de los demás si ellos sufren por mí".
Un avanzado del marketing personal
Más allá de su vida íntima, la docuserie trata sobradamente el juego de Moix entre persona y personaje. "Fue un pionero en eso que ahora llamamos crear la marca personal: la diferencia entre lo que soy realmente y lo que quiero que piensen que soy. Creo que hoy en día Terenci se sentiría supercómodo y que, como dicen sus amigos, sería influencer, publicaría muchos tuits y estaría todo el día en Instagram. Se avanzó a lo que ahora es nuestro presente y nuestra contemporaneidad. En ese momento era extraño ver a un escritor que estuviera tan vinculado con el mundo mediático y la prensa rosa", dice la directora.
Por su trayectoria, sobre todo personal, Moix ha sido a menudo comparado con el estadounidense Truman Capote. "Creo que tienen muchos puntos en común que no son literarios. Literariamente, Capote nunca rebajó su ambición, como sí hizo Terenci a partir del momento en que ganó el premio Planeta. Pero el personaje es muy similar: descarado, abiertamente homosexual, aparentemente frívolo pero con una carga cultural muy profunda. Eran personas a las que les gustaba muchísimo frecuentar las élites.Sí que hay semejanzas, pero Terenci era más fabulador que Truman Capote en el sentido de que el estadounidense nunca quiso vivir una ficción, y Terenci sí. Incluso renegó de su nombre original para adoptar uno más novelesco y llevar una vida más propia de Cary Grant", dice el guionista.
En esta apuesta por la vida ficcionada como vía de escapismo también entra la negativa a enfrentarse al dolor, uno de los elementos que más interesaron a Lallana de la figura del autor nacido en el Raval. La directora confiesa que lo que más le ha estimulado ha sido conseguir entender cómo "una persona que llegó a los 60 años vive toda una vida sin querer afrontar las penas o sin tener responsabilidad afectiva hacia los demás". Tanto Lallana como Augusto están convencidos de que el eterno Peter Pan barcelonés habría estado encantado de que se hiciera una docuserie sobre él: "Terenci aplicaría la máxima «es mejor que hablen mal de ti que no hablen»».