El análisis de Antoni Bassas: 'Hacer un mundo a la medida de nuestras esperanzas'

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Donald Trump asistirá el sábado a la reapertura de la catedral de Notre-Dame de París, que se quemó hace cinco años y medio. Él y cincuenta jefes de estado más. ¿Qué querrá decir tanta presencia internacional? Pues, probablemente, que el incendio fue tan universalmente oído que la reconstrucción es un éxito seguro de audiencia y que debe estar ahí. Y que en un mundo donde todo son malas noticias, por un día los jefes de estado saldrán de la mano de una buena noticia que habla de reconstrucción y de no desfallecer ante las dificultades y bla, bla, bla.

Porque unidad internacional ante los grandes problemas como la guerra o el cambio climático no hay mucho, por no decir nada.

En habló ayer en Barcelona Amin Maalouf, cuando recogió el Premio Internacional Cataluña en el Palacio de la Generalitat. Maalouf lamentó "nuestra incapacidad de vivir juntos, y esta amenaza con destruir todo lo que hemos construido hasta ahora". Ideas en las que profundiza en esta entrevista de Jordi Nopca, que les recomendamos por qué es de esas en las que el montón de piezas dispersas que representa la actualidad de cada día quedan ordenadas por la reflexión de alguien que ha dedicado su vida a intentar entender el mundo (es un francés de origen libanés) y explicarlo a los demás.

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Le dice a Nopca: “Existe la incapacidad de vivir juntos. La imposibilidad de ver el mundo y la humanidad como entidad que comparten un destino. A todo esto se sumaría la ignorancia... Hace años que tengo la sensación de que avanzamos sin brújula. Pasan demasiadas cosas a la vez, y muchas de ellas tienen gran complejidad. Cuesta encontrar una visión o dirección claras”. "A pesar de todo, sus libros no caen en el pesimismo", le comenta Nopca. “Intento mantener un cierto optimismo. Hay soluciones a los problemas”, dice Maalouf, y que tenemos todos los medios a nuestra disposición para construir lo que queramos y deshacernos de la pobreza, por ejemplo, y construirnos un mundo acorde a nuestras esperanzas, pero no lo hacemos porque no hay orden mundial que funcione.

Podríamos añadir que la democracia parece ser lenta e inoperante porque está siendo explotada y abusada por la lucha por el poder político y la destrucción de lo contrario. Y por tanto, los regímenes autoritarios o los políticos autoritarios triunfan, provisionalmente. En efecto, como dice Maalouf, no existe orden mundial que funcione. ¿Y esto por qué? Porque las capacidades más positivas del género humano, lo que Maalouf llama “un mundo conforme a nuestras esperanzas”, están aplastadas por las expectativas de ganancia a corto plazo. Parece que sólo somos capaces de lo mejor después de una gran desgracia (no importa que sea una guerra mundial o una DANA, entonces todo el mundo y pone el cuello), pero que en la vida de cada día no sabemos más. Y así nos va.

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Buenos días.