El Análisis de Antoni Bassas: 'El próximo investigado acabará siendo Sánchez'

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Supongo que no hace falta insistir demasiado en que el Tribunal Supremo haya imputado el fiscal general es muy grave.

No sólo porque nunca había pasado, sino porque es un paso más de “¡A miedo ellos!”. Lo que empezó como guerra judicial, como en lawfare contra el independentismo, se está girando ahora contra el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez.

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Pero ante todo, ¿de qué estamos hablando? La pareja de Ayuso tenía un problema con Hacienda. Lo habían pillado presentando facturas falsas por valor de 1,8 millones de euros para ahorrarse 350.000 euros en impuestos. Entonces, en marzo de este año, el entorno de Ayuso (piensen Miguel Ángel Rodríguez, por ejemplo) filtró los correos entre los abogados de su pareja y la Fiscalía para hacer creer que era el fiscal el que buscaba el pacto. El fiscal se devolvió y emitió una nota con la cronología de los hechos y demostrando que era el abogado el que proponía pagar una multa por evitar la denuncia y el juicio por fraude fiscal. Y ahora ha entrado el Supremo, que no ve problema en la nota de prensa que emitió la Fiscalía, sino en la filtración previa de correos electrónicos entre el abogado de la pareja de Ayuso y la Fiscalía en determinados medios, como la SER, Eldiario.es y El País. Porque antes de que la Fiscalía dijera “no, quienes proponían el pacto eran los abogados del presunto defraudador”, determinados medios, más cercanos al PSOE que al PP, ya tenían la información.

Nota a pie de página: la investigación del Supremo no podrá avanzar demasiado, porque los periodistas que recibieron la filtración de la Fiscalía pueden acogerse al derecho de no revelar las fuentes y, por tanto, el Supremo no podrá acreditar la autoría de la filtración de los correos. Pero el Supremo entiende que la filtración podría afectar al derecho a la defensa de la pareja de Ayuso y que la causa podría quedar anulada.

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O sea, que cómo decimos hoy, "el resultado de todo ello podría ser la exoneración de un defraudador fiscal confeso y la condena a un fiscal general por desmentir una noticia falsa".

¿Ante qué estamos entonces? Del "¡A miedo ellos!". Si pudieron hacerlo a los independentistas, pueden hacerlo a los socialistas. El Tribunal Supremo, con el juez Marchena al frente –que es quien investiga ahora al fiscal general–, estaba en contra de los indultos, está en contra de la amnistía y está en contra de Sánchez.

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Ayer, en un mismo día, investigaron al fiscal general y la Fiscalía Anticorrupción pidió la imputación del exministro Ábalos. Y Sánchez también tiene el caso de su esposa. Sánchez pidió ayer disculpas a los ciudadanos por el caso Ábalos. Por todo ello, esto acabará con la imputación de Sánchez, para que cuando el Tribunal Supremo, para investigar unas filtraciones en la prensa, ya se atreve a investigar el fiscal general ya no hay nadie (sobre todo si va con Sánchez) que pueda estar tranquilo.

Recuerden el que dijo Feijóo ayer: “Su agonía legislativa parecerá una broma junto a su agonía judicial". Agonía judicial parece una descripción de lo que le espera a Sánchez.

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Esto es lawfare. Que no quiere decir que el caso Ábalos no huela y que alguien de la Fiscalía no se equivocara filtrando una nota. Pero la política española ha entrado en un terreno desconocido… en España. En Cataluña hace ya tiempo que sabemos de qué va. Y no será que no lo avisamos: "Si nos lo han hecho a nosotros, se lo pueden hacer a ustedes". Pues ahí lo tienen.

Ahora, para Sánchez, la única respuesta posible, si de verdad quiere aguantar, es aprobar los presupuestos. Esquerra y Junts tienen una nueva oportunidad de hacer valer sus votos.

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Buenos días.