El archienemigo de la Canadiense y de Cambó
Emili Riu fue un pionero en los saltos de agua y sus humildes orígenes en Sort no impidieron que fuera un potentado de su tiempo
Llevar la palabra río al apellido debe influir a la fuerza en la trayectoria vital. Nuestro protagonista podría haberse dedicado perfectamente a la pesca de la trucha común, pero el destino le reservaba otra forma de aprovechar los cursos fluviales: la generación de energía hidroeléctrica mediante saltos de agua.
Quien más quien menos ha oído hablar de Canadiense (de lo contrario, la Barcelona Traction), de Frederick Pearson y, llevado al extremo, algunos también deben conocer a Carles Montañès, pero es poco probable que el gran público esté a cuento de la labor de emprendeduría de Emili Riu, un pionero en el mundo de los saltos de agua en Cataluña.
Nacido en Sort y, por tanto, buen conocedor de las posibilidades de los ríos pirenaicos, en 1905 fue el primero que diseñó un proyecto de salto de agua en Cabdella, antes de 1910 ya había conseguido varias concesiones de explotación y tan temprano como en 1913 ya disponía de cinco centrales en cuencas catalanas. Río fue todo un pionero. Decíamos que el de Sort es bastante más desconocido que el tándem Pearson-Montañès, pero no sólo eso: también era su enemigo.
lo cierto es que la compañía que fundó, Energía Eléctrica de Cataluña (EEC), fue la gran rival de Canadiense a la hora de extender la electricidad por todo el país y, sobre todo, con el objetivo de conseguir abastecer el área metropolitana de Barcelona. De lo que no cabe duda es que Emili Riu fue un verdadero self-made man, porque desde un origen humilde llegó a los epicentros de poder de la sociedad de su época.
En el mundo de la política, Río fue diputado y senador entre 1901 y 1923, siempre por el Partido Liberal. Su gran adversario fue Francesc Cambó, a quien Riu consideraba demasiado radical en su catalanismo. Mientras que el de Verges era el palo de pajar de la Liga Regionalista, el de Sort acabó militando al españolista Unión Monárquica Nacional y se puso de perfil en cuanto al proyecto de creación de la Mancomunidad, pero apoyó que el catalán fuera lengua oficial. También tuvo responsabilidades en la Compañía Arrendataria de Tabacos, un ente semipúblico que controlaba la fabricación y distribución de tabaco y que fue el precedente de la mastodóntica Tabacalera.
Que Río consiguiera tantas concesiones a los aceroles de la electrificación tiene relación directa con sus influencias políticas, tanto a escala local como en el Congreso de Diputados de Madrid. Calificado por algunos como cacique del Pirineo, enlazó mandatos como diputado por la circunscripción de Sort de modo que pudo maniobrar cómodamente para conseguir sus metas.
Se instaló en Madrid en 1896 para ser periodista y es en este trabajo donde empezó su carrera meteórica hacia el éxito: de redactor deEl Globo a propietario del medio, después de comprar la cabecera al conde de Romanones, que acabaría siendo amigo y aliado fundamental del catalán.
Mientras que la Barcelona Traction tenía detrás grandes capitales europeos y americanos, Río tuvo que recurrir a la Compagnie Générale de Electricidad que, junto con la Siemens y la Société Suisse de la Industria Électrique, dieron soporte técnico y financiero a sus planes para generar electricidad en el Pirineo. La banca catalana se quedó fuera del proyecto –y también del de la Barcelona Traction– por su proverbial aversión al riesgo que suponían las nuevas tecnologías.
Mientras duró la disputa entre las dos grandes compañías eléctricas, Río no dudó en utilizar las cabeceras que controlaba (El Globo, El País, Revista de Economía y Hacienda ) para atacar duramente a sus rivales, empleando títulos como “Los canadienses, un peligro para Lleida”, en una clara referencia al apodo popular de la Barcelona Traction. Esta rivalidad entre el EEC y la Barcelona Traction duró hasta 1923, cuando esta segunda adquirió la empresa fundada por Río aprovechando que los franceses querían desprenderse de ella. Un año después, Riu sufrió una embolia que le complicó mucho la salud. Murió poco después, en 1928, sin haber llegado a los sesenta.