Un viaje (lleno de curiosidades) en los últimos 80 años de historia de la electricidad en Cataluña

En 1949, el zumbido de la electricidad resiguió por primera vez la flamante línea eléctrica que unía la central térmica de Compostilla, en Ponferrada, con la estación transformadora de La Mudarra, en Valladolid. Los 50 MW de potencia que circulaban no eran sólo la culminación de cinco años de trabajo; también eran el primer gran hito de una joven compañía llamada Endesa. Se había constituido en noviembre de 1944 y, detrás, estaba el Instituto Nacional de Industria (INI).

En un contexto de reconstrucción después de la Guerra Civil, la demanda de electricidad no paraba de crecer y la eléctrica estaba decidida a revolucionar el mercado energético del país. Entonces, el 75% de la potencia provenía de las centrales hidroeléctricas y la generación termoeléctrica no daba abasto. "Eran momentos complicados por el país, pero nacimos porque sabíamos que la electricidad era el camino para desarrollar tanto la economía como la sociedad española", rememora José Bogas, consejero delegado de Endesa.

Durante la década de 1950 y 1960, Endesa cogió impulso con la construcción de varias centrales a orillas del río Sil. Se había puesto entre ceja y ceja solucionar la falta de generación eléctrica en todos los puntos de España y, para conseguirlo, había desplegado una extensa red de centrales móviles, una de las cuales se ubicó en Barcelona.

La electrificación de Cataluña

Sin embargo, la electrificación de Cataluña se remonta a hace 150 años, cuando se construyó la primera central eléctrica de Barcelona (1875) y con la llegada de empresas hidroeléctricas a la comarca del Pallars Jussà (1911), que transformaron el ámbito económico, social y territorial de Cataluña aprovechando el agua y los recursos del Pirineo. Cataluña se convirtió en pionera en energía hidroeléctrica gracias a las iniciativas de Riesgos y Fuerzas del Ebro, filial de la empresa Barcelona Traction Light and Power Company Limited –conocida popularmente como Canadiense– y Energía Eléctrica de Cataluña.

La actual Endesa es fruto de estas dos compañías, que junto con la Empresa Nacional Hidroeléctrica de la Ribagorzana (Enher) y Fuerzas Eléctricas de Cataluña (Fecsa), entre otras, consiguieron hitos como la construcción de la primera central hidroeléctrica del territorio catalán, la de Capdella (1914), la primera línea de transporte subterránea de alta tensión a 100 kV de toda España, que se celebró en Barcelona (1958) o el primer parque eólico de España en Garriguella (1984).

La chispa olímpica

Endesa, a través de sus predecesoras en Catalunya y cuando ya había entrado en su accionariado, colaboró ​​en la puesta en marcha de las centrales nucleares de Ascó I, Ascó II y Vandellòs II.

En 1992, con la llegada de los Juegos Olímpicos a Barcelona, ​​se modernizó la infraestructura eléctrica catalana. Aprovechando las olimpiadas se construyeron galerías subterráneas para acoger servicios de luz, agua, gas y telefonía que permitieron, sobre todo, enterrar líneas de electricidad de buena parte de la ciudad. En aquellos años de éxito conjunto, Endesa compró el 75% del capital de Fecsa y, en 1999, Endesa certificó la compra del 100% de Fecsa y Enher, que pasaron a formar parte del Grupo Endesa.

En paralelo, en aquellos años, la compañía dio el salto al mercado latinoamericano. "Lo hicieron muy bien y arraigaron casi en todos los países, pese a ser pioneros", recuerda Marina Serrano, presidenta de la Asociación de 'Empresas de Energía Eléctrica (aelc), la antigua UNESA. 2009 rememora el éxito que tuvieron integrando tantas culturas diferentes dentro de la empresa: "Cogimos mucho renombre internacional y llegué a ser presidente de Eurelectric, la asociación sectorial más importante en Europa encargada de representar los intereses comunitarios de la industria eléctrica".

Sumar para avanzar

Con las adquisiciones de Fecsa y Enher, Endesa se consolidó del todo en Cataluña. Desde entonces, no ha parado de innovar. Desde su entrada en el nuevo milenio, además, está inmersa en una profunda transformación. "Hemos pasado de la generación térmica a la generación eléctrica con energías limpias -remarca Juan Carlos Alayo, doctor en ingeniería industrial-. Esto es muy importante, porque representa la capacidad de adaptación de una empresa generadora de energía que, gracias a el esfuerzo del equipo humano, ha transformado una idea original de los años 40 en una idea innovadora del siglo XXI", asegura.

Los últimos años de la trayectoria de Endesa pueden resumirse en un concepto: innovación tecnológica constante, lo que les ha permitido ser líderes en eficiencia y modernización de infraestructuras. Ahora, integrados en el Grupo Enel, el mayor grupo energético de Europa, la compañía sigue siendo un referente para la industria e impulsa avances tecnológicos que redefinen el setor eléctrico.

Hoy, Endesa es diferente, pero sigue manteniendo firme la vocación de servicio con la sociedad y con el compromiso de generar y suministrar energía sin emisiones. "Somos uno de los principales inversores industriales del país y una compañía firmemente comprometida con la sostenibilidad", expone la compañía. "Somos merecedores de la confianza de nuestros clientes y lo queremos seguir siendo, al menos, otros 80 años".

¿Hacia dónde va Endesa?

Endesa mira al pasado, pero también se prepara para encarar el futuro. A día de hoy ya es la eléctrica con menos emisiones de la Península Ibérica y en su nuevo plan estratégico para el período 2025-2027 se refleja un punto de inflexión en su apuesta por liderar la transición energética. Tiene cuatro ámbitos de actuación:

Aumentará su inversión hasta los 4.000 millones de euros, un 45% más que en el plan anterior 2024-2026.

Con 3.700 millones de euros de inversión en renovables, Endesa reforzará la energía eólica e hidroeléctrica.

Endesa se focalizará en el cliente, incentivando la electrificación de los usos energéticos. El objetivo es elevar la cartera de clientes en el mercado libre hasta los 7,1 millones al final del período.

Endesa también reafirma su compromiso con la sostenibilidad y la neutralidad climática, con el objetivo de alcanzar las cero emisiones netas en 2040. Tiene el desafío de ser la primera eléctrica en conseguirlo, 10 años antes de los compromisos globales establecidos en la COP de París.