Austria abre la puerta a los herederos del nazismo

La extrema derecha austríaca, el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), una formación con raíces nazis y una larga y tumultuosa trayectoria, ha recibido el encargo de formar gobierno, y los conservadores de toda la vida, el Partido Popular de Austria (ÖVP), han dado un giro brusco –y un cambio de líder– y se han puesto bien. El fracaso en el intento de la ÖVP de pactar a un ejecutivo de coalición con socialdemócratas y liberales da paso a un escenario inédito en democracia en el país centroeuropeo. Por primera vez desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, los herederos del nazismo pueden volver a encabezar un gobierno en un país germánico. Setenta años después, la sombra del fascismo vuelve a recorrer el corazón de Europa.

El FPÖ ganó las elecciones del 29 de septiembre con el 28,85% de los votos, seguido de los conservadores (26,27%) y los socialdemócratas (21,14%). Si ahora se fuera a nuevos comicios, las encuestas le dan un 37% de intención de voto, mientras que el ÖVP bajaría al 19%. Esta expectativa es lo que presumiblemente ha empujado a los conservadores a romper la idea del cordón sanitario y abrirse a una coalición con los ultras, una posibilidad bendecida por la mitad del conjunto de los electores. Parece que el acuerdo es más que plausible, por lo que después de Italia, donde Meloni marca ya el pulso con sus Hermanos de Italia, Austria también abrirá sus puertas al liderazgo de la extrema derecha.

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Los paralelismos con los años 20 del siglo XX son bastante elocuentes. Solo falta ver qué ocurre en Alemania, también a las puertas de unas elecciones anticipadas (el 23 de febrero), en las que los neonazis de la AfD van al alza: ahora mismo la demoscopia les da el 20% de los votos, por delante de los socialdemócratas (16%) y por detrás de los conservadores de la CDU-CSU (31%). Al panorama aún hay que añadir la situación de debilidad del gobierno francés, asediando al Parlamento por la extrema derecha de Le Pen, que cada vez tiene el camino más allanado para acceder al Elíseo en la próxima cita en las urnas.

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La ultraderecha europea se siente fuerte y desinhibida y sabe que tiene el aval y el apoyo de un Donald Trump que el 20 de enero volverá a ocupar la Casa Blanca Su mano derecha, Elon Musk, explicitó la semana pasada una sintonía absoluta con la AfD, un apoyo que ha despertado las quejas de líderes como el presidente francés, Emmanuel Macron; Starmer, y la propia Comisión Europea, preocupada por la neutralidad de X durante la campaña electoral alemana. Queda claro que los partidos tradicionales a derecha e izquierda han desconectado demasiado tiempo, con una ciudadanía preocupada por su empobrecimiento, que cada vez va más se deja seducir por un populismo ultra que hace agujero con un cóctel de nacionalismo identitario y económico, retórica antisistema –contra las instituciones europeas y la administración pública– y señalamiento de culpables fáciles en la inmigración –sobre todo la musulmana–. No se divisa ninguna reacción del bloque demócrata. extrema derecha para intentar acondicionarla desde el gobierno, un juego arriesgado. Se ha abierto la caja de Pandora.