La cámara indiscreta de Pablo Motos
La entrevista a Sofía Vergara en El Hormiguero se ha hecho viral porque la actriz caló enseguida las aproximaciones sexistas de Pablo Motos. O quizá porque fue precavida sobre el personaje. Cuando Motos le preguntó si estaba cansada por el jet-lag, ella añadió “tengo jet lag, tengo menopausia...”. Una sutil señal para marcar terreno sobre su combatividad femenina. Vergara es gato viejo a la hora de relacionarse con hombres machistas y sabe dosificar la ironía que desconcierta a este tipo de interlocutores. Falsea una divertida ingenuidad que da naturalidad a la conversación y, cuando nota la superioridad o la condescendencia, saca un sarcasmo implacable. Lo que más descolocó a Motos fue que la actriz no se mostró sumisa o insegura cuando él le preguntó sobre cuestiones relacionadas, por ejemplo, con su aspecto físico. "Tú antes eras rubia", le dijo mientras enseñaba una foto de ella cuando tenía veinte años. Vergara, rotunda, le recordó que tenía cincuenta y un años y que el color de pelo iba cambiando. “¿Acaso tú naciste con este pelo?”, le espetó. Motos incluso le preguntó, en genérico, sobre las pestañas postizas: “¿Por qué tenéis esta manía de poneros más pelo en los ojos?”. Es la clásica actitud caduca de los hombres que muestran extrañeza sobre las cosas que hacen las mujeres, como si fueran todas iguales, tratándolas como una especie distinta a la suya (la que consideran normal). Son preguntas vacías con el único fin de debilitar a la interlocutora, porque la obligan a verbalizar su voluntad de embellecerse. Y, desde la óptica de un machista, esto es percibido como un sometimiento a la mirada del otro. Pero Vergara se mostró divertidamente inclemente con el entrevistado, incluso cuando él la ridiculizaba imitando su pronunciación americana. Mantuvo un atrevimiento, con cierta actitud de ataque y desconfianza, que incomodó a Motos. Y por una sencilla razón: se sintió en rivalidad con su propia invitada. Y eso expone la debilidad del presentador.
Pero en la entrevista hubo otros instantes inapropiados que pasaron desapercibidos. En el momento en el que Sofía Vergara adoptó un tono más serio para explicar cómo había trabajado la construcción de su personaje en la serie Griselda e hizo referencia a los aspectos que le preocupaban de la interpretación, la cámara hizo un primer plano de las manos de la actriz y, lentamente, fue subiendo siguiendo su cuerpo. Lógicamente, en el trayecto, sus senos quedaron encuadrados en la pantalla y después la cámara siguió tirando hacia arriba hasta hacer un primer plano de su rostro. En el momento en el que Vergara se mostraba más profesional, la realización dejó de escucharla para “exhibirla”. El clásico barrido de abajo a arriba para “enseñar” el cuerpo femenino. Es el equivalente televisivo a los machistas que dejan de escuchar a una mujer para mirarle los senos. Pablo Motos no es el único machista. Ni el machismo de El Hormiguero es solo verbal.