Las celdas de aislamiento y la espera de una sentencia aumentan el riesgo de suicidio en las prisiones
La mitad de los presos que se quitaron la vida entre 2018 y 2023 tenían una causa abierta y un 25% debía salir pronto
BarcelonaLas tasas de suicidio dentro de las prisiones son significativamente más altas que entre la población general, de hasta diez veces más: si en 2020 en Cataluña hubo una media de 7,06 suicidios por cada 100.000 habitantes, el mismo año en las cárceles catalanas la tasa fue de 83,2 suicidios por cada 100.000 presos. Con la intención de identificar qué factores de riesgo se asocian a los suicidios en las prisiones, el Centro de Estudios Jurídicos y Formación Especializada de la consejería de Justicia y Calidad Democrática se ha fijado, uno por uno, en los 54 suicidios que hubo en las cárceles catalanas entre 2018 y junio de 2023. Una de las principales conclusiones a las que han llegado las cinco autoras del informe es que uno de cada cuatro casos de suicidio fue durante el año anterior que el preso quedara en libertad definitiva. Otra es el impacto de las celdas de aislamiento: el 80% habían estado allí en algún momento de los seis meses previos a la muerte.
Los 54 suicidios que abarca el estudio corresponden a 49 hombres y 5 mujeres que llevaban, de media, unos 7 años en prisión. El informe, que busca aumentar la prevención en los centros penitenciarios, concluye que la proximidad al término de la condena supone un mayor riesgo de suicidio. Una cuarta parte de los presos que se suicidaron en el periodo estudiado tenía pendiente menos de un año de condena, quedando a la mitad menos de dos años. La psicóloga del Instituto de Asistencia Sanitaria Tura Benítez, coautora del informe, explica al ARA que en la etapa final de la pena se mezcla todo lo que implica estar encarcelado con el horizonte de la vida fuera del centro: “Confluyen los estresores más personales y familiares con la expectativa de vida y de proyección fuera de la cárcel”. Además, subraya que un suicidio raramente responde a un solo motivo, "sino a los efectos acumulativos e interactivos de diversos factores sociales, ambientales, familiares, de personalidad y de salud mental".
En la otra cara de la moneda están los presos preventivos, que no están condenados y están en prisión provisional a la espera de juicio. En esa espera se encontraban un tercio de los 54 presos que se suicidaron. Este porcentaje es superior a las estadísticas realizadas hasta ahora por el departamento, y las investigadoras recomiendan realizar una evaluación sistemática del riesgo de suicidio desde el primer momento en que una persona entra en prisión. Alertan del “choque vital” que supone entrar en prisión, incluso para las personas reincidentes, para quienes “la desesperación de volverse a ver privadas de libertad también puede resultar altamente estresante”.
Además, casi la mitad de los presos que se suicidaron tenían alguna causa pendiente. El estudio apunta que estar en prisión preventiva supone un mayor riesgo de suicidio que el haber sido ya condenado: aunque los presos preventivos son el 20,8% de los internos en las cárceles catalanas, protagonizaron el 33, 3% de los suicidios.
Ante estos datos, el conseller de Justicia, Ramon Espadaler, ha admitido este viernes en la presentación del estudio que el departamento tiene "una obligación especial para revertir esta situación". También ha recordado que su equipo está revisando los protocolos de prevención del suicidio "para mejorarlos y actualizarlos porque el entorno penitenciario ha cambiado". Los departamentos de Salut i Justícia tienen establecido un grupo de seguimiento de la prevención de suicidios que prepara un plan de choque para reducir las cifras actuales.
14 muertes en aislamiento
El estudio también expone que un cuarto de los suicidios en prisión ocurren poco después de cambios en la situación penitenciaria, como un trasladado a otra cárcel oa un módulo más restrictivo. Estos cambios pueden influir en el riesgo de suicidio, y las autoras advierten que el aislamiento comporta un mayor riesgo de suicidio, sobre todo en lo que se refiere a la ideación. Lo evidencia el hecho de que el 80% de los presos que se suicidaron habían estado en una celda de aislamiento en los seis meses anteriores. Además, el 30,4% de quienes se suicidaron lo hicieron mientras estaban en una celda de aislamiento. Es decir, hubo 14 muertes en departamentos de régimen cerrado.
Para el director del Observatorio del Sistema Penal y los Derechos Humanos de la Universidad de Barcelona, Iñaki Rivera, esto evidencia que "es insostenible mantener la adopción del régimen de aislamiento de forma tan ordinaria". Defiende que, en cambio, debería aplicarse de forma extraordinaria: "Está previsto en la legislación penitenciaria desde hace 45 años, pero no se cumple". También ha criticado que la respuesta institucional ante un suicidio sea necesario revisar protocolos: "Quizás lo que debería revisarse es la no aplicación del régimen de aislamiento”.
El 30% ya lo había intentado en prisión
Otro elemento que resalta el estudio es que el 61% de los presos que se suicidaron ya lo habían intentado antes, y un 30% lo habían hecho estando ya en prisión. Este porcentaje, según alerta el informe, es mayor que el que apuntan estudios similares de otros países y es preocupante, ya que sólo un 16,6% de estos reclusos con antecedentes había entrado en un plan de prevención del suicidio. Además, la mitad de los presos se habían autolesionado antes.
"Sabemos que quienes lo intentan tienen una probabilidad alta de repetirlo. Es importante realizar un seguimiento y acompañamiento durante al menos doce meses", apunta la enfermera de salud mental Judit Pons, coautora del informe. La experta también considera crucial detectar si existe algún problema de salud mental y, de ser así, tratarlo.