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EDITORIAL

Caso Alves: los efectos perniciosos de la absolución

Dani Alves, en libertad provisional tras la condena por violación, compareció este jueves en la Audiencia Nacional
28/03/2025
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De entrada, todo el reconocimiento a la dificultad de juzgar casos como el que ha afectado al ex jugador del Barça Dani Alves, condenado en primera instancia por violación y absuelto ahora por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya. En un caso como éste, en el que los hechos ocurrieron dentro de un aseo sin testigos, la clave acaba siendo la credibilidad del relato de los protagonistas. La Audiencia de Barcelona sí que se creyó la chica denunciante, y además dejó claro algo muy importante sobre lo que podía verse en las imágenes grabadas en la discoteca: "Que haya bailado de manera insinuante, que haya acercado las nalgas al acusado, o que se haya podido abrazar no puede hacer suponer que prestaba su conso".

El tribunal que ha revisado y anulado la condena, sin embargo, sí ha tenido en cuenta lo que se ve en las cámaras de seguridad y lo ha utilizado como argumento principal para señalar "incongruencias" y, en última instancia, restar toda credibilidad a la denunciante. El tribunal afirma que haría falta pruebas más concluyentes para condenar. Quizás sí. Pero también es cierto que estas pruebas, en determinados contextos, son muy difíciles de tener porque las agresiones suelen perpetrarse en lugares donde no hay cámaras ni testigos. Por tanto, la clave es la congruencia de los relatos y los testigos.

Como decíamos al principio, es muy difícil saber la verdad con un 100% de seguridad, pero lo que sí es incuestionable es que esta absolución tiene unos efectos muy perniciosos porque desincentiva las denuncias por violación en aquellos casos en los que es la palabra de uno contra la del otro. Y más si ese "otro" es una persona famosa y con recursos, como es el caso de Alves. Ahora, cualquier víctima de violación lo pensará mucho antes de presentar una denuncia porque sabe que se enfrenta al peligro de ser desacreditada por los jueces, e incluso ser acusada de denuncia falsa.

Los datos en este sentido son claros: el porcentaje de denuncias falsas por violación respecto al total de agresiones sexuales que se producen es ínfimo, tal y como recogen todas las estadísticas oficiales. Es decir, al margen de este caso concreto, el principal problema que existe hoy en día es la impunidad de los agresores, que hace que las mujeres tengan miedo a denunciar, sin descartar que haya episodios puntuales de hombres acusados ​​falsamente.

Y lo que debe quedar meridianamente claro, a pesar de sentencias como ésta, es que las mujeres tienen derecho a decir que no en cualquier momento de la relación. Y tienen derecho a salir de fiesta y pasarlo bien sin que se vean forzadas a hacer nada en contra de su voluntad. El consentimiento debe ser explícito. Ésta es una gran victoria del movimiento feminista que no puede verse socavada ahora por este caso concreto, que, además, seguramente acabará siendo revisado en una instancia superior como el Tribunal Supremo.

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