Cinco minutos y tres almuerzos en un día para elegir el nuevo papa

Antes del funeral de Francisco ya se produjeron muchos encuentros para empezar a tejer los equilibrios del cónclave que decidirá el líder de la Iglesia católica

Tres cardenales durante el cónclave del 2005 que sirvió para elegir a Benedicto XVI
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BarcelonaEl martes, uno de los aviones que une Madrid y Roma estaba lleno de sacerdotes. También viajaba de incógnito, de paisano, un cardenal español para pasar desapercibido. Iba a Italia para despedir al papa Francisco, pero también para participar en la elección del futuro líder de la Iglesia católica. Roma hierve estos días. Conversaciones a tres bandas, algún encuentro clandestino y susurros a la sombra de los cardenales que elegirán al nuevo pontífice. Como explica el editor Ignasi Moreta, el cardenal Narcís Jubany participó en 1978 en los dos cónclaves que hicieron papa Juan Pablo I y Juan Pablo II. Durante aquellos días hubo cardenales que llegaron a almorzar tres veces un mismo día. Y es que es ahora, en las jornadas previas al funeral, cuando empiezan a crearse alianzas. Sotto voce. Aunque la elección depende de los 135 cardenales menores de 80 años, en estos días de reuniones y pactos también participan el resto de miembros del colegio cardenalicio, que son los que acumulan mayor experiencia. "Han vivido muchas cosas, son influencers, son los que dirán no hagáis esto o mirad aquí", apunta la periodista y profesora especializada en religión Míriam Diez.

Tras el funeral de Jorge Mario Bergoglio, se inician las congregaciones generales. Se trata de reuniones de todos los cardenales –incluidos los mayores de 80 años– para el mayor 80 años. "No se puede decir ningún nombre, hay que decir el perfil del papa que se busca", explica el periodista y párroco de Santa María del Taulat, Francesc Romeu, que relata la presencia en cada cónclave de papamakers, cardenales que saben encontrar buenos candidatos. El italiano Carlo Maria Martini fue un gran ejemplo. "Dominó los últimos dos cónclaves y el último sin estar" –había muerto un año antes–, relata Romeu.

Durante las congregaciones, quien quiera puede pedir la palabra. Son breves reflexiones, de cinco minutos, pero básicas para conocerse entre ellos, ya que provienen de todos los rincones del mundo. "Los cinco minutos de Bergoglio fueron decisivos. Muchos quedaron impactados, cautivó a mucha gente", relata el presbítero Armand Puig. La capacidad oratoria es vital. "Por encima de las corrientes, que existen, prima la capacidad de seducción de las personas y transmitir, en su poco tiempo, un mensaje potente y atractivo para el futuro de la Iglesia. Es difícil hacer de papa después de Bergoglio sin tener carisma", reflexiona Puig.

Aislados del mundo

El cónclave se celebrará en la Capilla Sixtina. Los cardenales con derecho a voto entrarán y quedarán completamente aislados. No pueden recibir ningún mensaje ni comunicarse con el exterior mientras hagan las cuatro votaciones que pueden existir todos los días. 110 de los 135 cardenales fueron escogidos por Francisco. Esto hace que, en teoría, dar continuidad a su legado sea la opción más factible. "Los datos facilitan la continuidad, no hay retorno", apunta Romeu, pero al mismo tiempo matiza esta supuesta homogeneidad, ya que la mayoría "no se conocen entre ellos" porque provienen de 71 países y se mueven por lógicas distintas. Además, como añade el monje de Montserrat Josep Miquel Bausset, ya no son "arzobispos de grandes diócesis" como antes, acostumbrados a asuntos políticos y diplomáticos, sino que ahora se elige la "persona" y no por la importancia de la "ciudad". Incluso el idioma puede ser primordial. "Antes muchos eran italianos y europeos, tenían elementos en común, como la lengua; ahora las áreas lingüísticas pueden ser un elemento a tener en cuenta", advierte el profesor Ignasi Fernández Terricabras. "El cónclave es un desafío a la cultura dominante, sobre todo en Occidente, por tiempos distintos a la inmediatez y los componentes secretos que sorprenden", ilustra el monje de Montserrat Ignasi Fossas.

Durante los últimos días, el debate ha girado en torno a dos corrientes enfrentadas: los conservadores y los progresistas, una dicotomía "reduccionista", según el decano de la Facultad de Teología de Catalunya, Daniel Palau, quien señala que hay muchos "matices" en estos supuestos dos grandes bloques y que responden a dinámicas que desde Europa puede costar. "Quizá fuera de Europa no están tan preocupados por temas como el papel de la mujer o la moral", dice Fernández Terricabras, quien advierte que los conservadores llegan "más organizados" porque llevan años dando respuesta a las políticas de Bergoglio. "Por si solos no pueden obtener la mayoría de dos tercios, tendrán que negociar con otros grupos pequeños o cardenales dispuestos a dar su voto a un candidato más conservador", pronostica Fernández Terricabras, quien cree que las órdenes religiosas tendrán poco impacto y sólo las figuras vinculadas al Opus Dei o los legionarios de Cristo, el argentino. En la misma línea se expresa el arzobispo de Tarragona, Joan Planellas: hay una minoría de cardenales "superconservadores" o "contrarios" en los postulados de Francisco y, por tanto, no tienen "recorrido".

Los cardenales entrando en la Capilla Sixtina para el cónclave de 2005.

Africanos y americanos

Entre el sector menos reformista se encuentra la Iglesia americana, pero también la mayoría de cardenales africanos, liderados por Robert Sarah. proponer un candidato, y una vez que vean que los números no salen se abrirá "un punto muerto para buscar un candidato de consenso, ni tanto conservador ni tan progresista"

Para Bausset, pese a que los sectores reaccionarios han querido "poner el freno de mano, la línea de Francisco es probable" que también lo cree " impermeable al cambio social".

Esta oposición en Bergoglio ha tenido fuerte presencia mediática porque "criticó duramente el neoliberalismo y el consumismo: dijo que esta economía mata", explica el teólogo Francesc Torralba, quien cree, sin embargo, que esta corriente antifrancesca tiene más peso en "ciertos lobis americano.

Más contundente es el periodista Vicenç Lozano, autor de Vaticangate, que señala un "complot y guerra sucia" contra Francisco por parte del sector tradicionalista aliado con "la extrema derecha" y Donald Trump. Según Lozano, estos días ya circulan dossieres elaborados por fundaciones católicas de Estados Unidos para desacreditar a papables reformistas con cadáveres en el armario de corrupción, inversiones reprobables y abusos sexuales. La presión del poder económico estadounidense y su rama eclesiástica es "fortísima", y juegan con que las finanzas del Vaticano tienen una gran dependencia de las aportaciones americanas. Esto, para Lozano y Díez, abre la posibilidad de que haya un cisma en función de lo que salga del cónclave. Un cisma por el ala tradicional de EE.UU., pero también por el extremo contrario: los alemanes radicales progresistas.

Ahora bien, no todo se mueve por la lógica progresistas-conservadores, que también tiene matices. El discurso valiente de Bergoglio en temas sociales, inmigración o guerras, no ha tenido siempre la misma contundencia cuando se habla de moral. "Habrá una facción que dirá que se acabó hablar de vulnerables, pobres, migración... tenemos más carpetas, la de la doctrina, el orden, la verdad o la liturgia", añade Díez. "Algunos quisieran una iglesia más ritualista y litúrgica y menos implicada en temas sociales", resume Torralba. Lo ejemplifica la religiosa Margarita Bofarull con una anécdota. Antes de una audiencia con el Papa en la Capilla Clementina, escuchó la conversación de dos personas que criticaban la vertiente social. "A ver si nos hablará otra vez de los pobres", susurraban. "El Papa ha sacado muchos privilegios. No se entiende como servicio sino como poder", dice Bofarull.

El ejemplo de 2013

Para entender lo que puede ocurrir en el cónclave, Puig remite al ejemplo del 2013, cuando fue elegido Bergoglio, que era el 44º favorito en la casa de apuestas de Londres. "Francisco ha nombrado a la mayoría de cardenales electores, pero se busca a la persona que puede hacer mejor de papa. Hay que hacer memoria histórica y ver lo que pasó en el 2013. Fue muy ilustrativo. Bergoglio es un papa moderno, progresista, pero cuando salió, ¿qué representaba? o conservador, y salió un reformista por mayoría abrumadora", dice. En cambio, en el 2005, cuando salió Ratzinger, Bergoglio sí estaba entre los principales candidatos, pero acabó cediendo el voto para elegir a Benedicto XVI.

En el cónclave de este 2025 está en juego dar continuidad a la obra de Francisco. "Pontífice significa constructor de puentes. Hay que llevar adelante la reforma que ha empezado Francisco y que no ha concluido. El derecho canónico debe reformarse, Bergoglio no tocó ni una coma de los textos, hay que valorarle los gestos, pero deben traducirse en cambios de legislación", señala la profesora Díez, que apunta dos temas primordiales para el nuevo papado: el papel de la mujer en la iglesia, que es "inavorable" y las situaciones que llaman casar, parejas no binarias, el celibato de los sacerdotes o la presencia de personas laicas en la toma de decisiones

De manera similar lo ve Ignasi Moreta, que considera que Francisco "generó unas expectativas que no cumplió" y esto causó una "fuerte decepción" para que la música se lleve a "la miedo". tradujera en un cambio de la letra, es decir, del catecismo. "Si sólo se queda en gestos, es demagogia", concluye.

Para Puig, la carpeta más importante para el nuevo papa es la paz mundial, que la Iglesia sea un actor importante para poner freno a los conflictos y rearme. "La única voz seria que ha dicho no a la guerra ha sido el papa Francisco", sentencia, al tiempo que pone en valor a Bergoglio porque permitió que aparecieran brotes verdes dentro del catolicismo y se luchara contra la "desertización de la fe en Europa". Después de muchos años de declive, vuelve a haber interés en la Iglesia, resaltan los especialistas. El monje Bausset considera que hay que seguir poniendo el foco en el medio ambiente, la fraternidad y seguir siendo la iglesia de los pobres y las periferias para acoger a todo el mundo, mientras el mosén Palau pone el énfasis en la sinodalidad (implicar a todos los cristianos en las decisiones), en la pobreza y en la inteligencia y, finalmente, en la artificial.

Cardenals per continent
Nombre total, i destacats amb línia negra els que tenen dret a vot

Europa 114/53

Àsia 37/23

Amèrica del Sud 32/17

Amèrica del Nord 28/16

Àfrica 29/18

Oceania 4/4

Amèrica central 8/4

Europa 114/53

Àsia 37/23

Amèrica del Sud 32/17

Amèrica del Nord 28/16

Àfrica 29/18

Amèrica central 8/4

Oceania 4/4

Europa 114/53

Àsia 37/23

Amèrica del Sud 32/17

Amèrica del Nord 28/16

Àfrica 29/18

Amèrica central 8/4

Oceania 4/4

Qui va nomenar els actuals cardenals amb dret a vot

Joan Pau II

Francesc

Benet XVI

Francesc

Joan Pau II

Benet XVI

Francesc

Joan Pau II

Benet XVI

Los principales favoritos

Todos estos retos tendrán que abordarlos –o evitarlos– el nuevo papa. Entre los nombres que más suenan, sobre todo irrumpe el del secretario de estado del Vaticano, Pietro Parolin. Se trata de una figura solvente de 70 años, con carrera diplomática, que habla idiomas y que ha participado en las delicadas relaciones entre la Santa Sede e Israel o Corea del Norte y ha mediado entre Rusia y Ucrania. Para Lozano, puede ser una figura de consenso que sea aceptada por los conservadores, con quienes tiene vinculaciones, porque "ha bendecido las reformas de Francisco, pero no las ha defendido de forma vehemente".

Más progresista es el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, figura de 67 años con carisma y con una visión reformista. Otra opción en la misma línea, con un fuerte acento en los temas sociales, sería el italiano Matteo Maria Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y vinculado a la comunidad laica de San Egidio. También cercanos a Francisco son el arzobispo de Luxemburgo, Jean-Claude Hollerich, jesuita, o el joven portugués de 59 años José Tolentino de Mendonça, un intelectual que también escribe poesía. Otros nombres son el arzobispo de Budapest, Péter Erdő; el obispo de Estocolmo, Anders Arborelius, o el cardenal maltés Mario Grech.

Al otro lado, destacan Fridolin Ambongo, cardenal del Congo que criticó las reformas de Francisco como la bendición de parejas homosexuales, y Robert Sarah, líder africano del ala más tradicional, junto al americano Raymond Leo Burke. Para Romeo y Lozano, figuras tan marcadas y que han perdido las formas con críticas muy duras contra Francisco, no tienen opciones. Míriam Díez, además, aporta dos parámetros adicionales a tener en cuenta: "Buscarán a alguien de lejos, no contaminado, y no escogerán a alguien con 30 años de pontificado por delante". Y el presbítero y director de corazón, Valentí Miserachs, que ha vivido más de 60 años en Roma, alerta sobre todos los nombres que salen, recordando un proverbio romano: "Quien entra papa en el cónclave, sale cardenal".

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