El clima avisa y Europa escucha cada vez menos
Se baten récords de calor mes a mes. Pero la agenda climática, o la agenda verde, está cada vez menos en el debate público y otras supuestas prioridades copan la agenda política. Se está viendo claramente en esta campaña europea, en la que más bien están ganando protagonismo las tesis de los partidos de extrema derecha que directamente abogan por reducir las medidas, si no niegan directamente el cambio climático. Los datos, sin embargo, son tozudos. Según el último estudio dado a conocer ayer mismo por el Servicio de Cambio Climático del programa europeo Copernicus llevamos doce meses seguidos de récord de calor a escala mundial, alcanzando o superando los 1,5 ºC de más respecto a la media de la era preindustrial. En los próximos cinco años se espera que se sigan superando recuerdos históricos de calor, lo que se traduce, como bien se ha explicado en todo tipo de estudios, no sólo en más catástrofes naturales o más extremas, sino también en afectaciones sobre la salud física y mental de la población.
Si hace cuatro años la gran protesta juvenil de Fridays for Future provocó un aumento considerable de la conciencia ecológica que se trasladó en un aumento considerable del voto a formaciones verdes.n estas elecciones parece que quien está cogiendo protagonismo son los contrarios a las políticas sostenibles. En medio, claro, ha habido una pandemia –que parece que nadie recuerda que demostró que, deteniendo la actividad humana, que es la principal causa de contaminación, el planeta respira mejor y coge nuevas fuerzas–, una guerra en Ucrania que ha hecho que algunos países recuperen combustibles fósiles que parecían olvidados, como el carbón, y sobre todo una subida general de la extrema derecha por todas partes que ha provocado que otras formaciones más centrales, especialmente los conservadores, hayan moderado su discurso para evitar la sangría de votos.
Se corre el peligro de que se detengan los esfuerzos que se estaban haciendo en este sentido. En la agenda estratégica 2024-2029 del Consejo Europeo para la nueva legislatura, que debería aprobarse a finales de junio –y que naturalmente vendrá marcada por lo que ocurra en estas elecciones–, de momento los ejes prioritarios ya no incluyen la lucha contra el cambio climático, que es sólo un pequeño apunte dentro del gran bloque económico. En cambio, aparece la cuestión de la seguridad y cierre de fronteras y, también, el mantenimiento de los valores europeos.
La sostenibilidad del planeta es uno de estos valores europeos y, aunque es necesario ser consciente de los problemas y dificultades para implantar la transición energética en sectores como la energía, la industria o la agricultura, no se puede hacer hacia atrás si se quieren cumplir unos objetivos que, como se está viendo en los últimos informes, casi ya se han superado incluso con décadas de antelación. En veinte años, la Unión Europea ha conseguido reducir un 32% las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a 1990. El objetivo, sin embargo, es que en 2030 la reducción sea del 55%, hasta llegar a las emisiones cero 2050. Quedan, pues, sólo cinco años por reducir 23 puntos más las emisiones. Serán necesarios más esfuerzos y menos demagogia. Como decía ayer el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, "nuestro planeta está intentando decirnos algo, pero no lo estamos escuchando".