El conflicto Cataluña-España, abordado desde la literatura... en Alemania
Las Conversaciones de Paz de Westfalia se inician con un diálogo entre Jordi Puntí y José Ovejero que se presentará en Münster
BarcelonaEl conflicto entre Cataluña y España es el primero en el que ha puesto la mirada Alemania en su proyecto Conversaciones de Paz de Westfalia por el 375 aniversario del tratado que acabó con la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). El proyecto está organizado por la Oficina de Literatura de Westfalia en colaboración con la ministra federal alemana de Cooperación Económica y Desarrollo, el PEN Center Germany y la Asociación de Editores y Libreros alemanes.
¿Cómo puede la literatura contribuir a la construcción de paz en la política global? Para responder a esta pregunta han convocado a los escritores Jordi Puntí (Manlleu, 1967) y José Ovejero (Madrid, 1958) a intercambiar opiniones durante seis meses e intentar encontrar enfoques para la pacificación. Los resultados de este intercambio se presentarán por primera vez este 21 de septiembre en el ayuntamiento histórico de Münster y, posteriormente, en diversos eventos, entre ellos una mesa redonda en la Feria de Frankfurt.
Lo que más le llamó la atención a Puntí cuando recibió la propuesta fue que "un proyecto así no se haya hecho aquí mientras ha durado el Proceso". "No ha habido en ningún momento intereses reales de dialogar entre actores de la cultura, al contrario", añade. También le llamó la atención que hubiera una equiparación entre Cataluña y España en el debate, que tendrá continuidad con otros casos como Inglaterra e Irlanda del Norte.
Un conflicto asimétrico
El primer encuentro fue en Zaragoza, un "territorio neutral", según la Oficina de Literatura de Westfalia. "De neutral, nada", protestó Puntí, quien después entendió que la elección había sido meramente geográfica. El escritor de Manlleu reivindicó que por ser un proceso ecuánime debería poder escribir y hablar en catalán, y Ovejero dijo que no lo entendería. La relación empezó, pues, con una concesión.
En ese primer encuentro hicieron una sesión de trabajo de tres horas y se planteó una de las cuestiones de consenso que acabaría siendo central: "El conflicto entre Cataluña y España es asimétrico y esta asimetría parte del hecho de que España es un estado y Cataluña no es un estado. La asimetría me lleva a hablar en castellano, aunque él entiende el catalán". Y es que Alemania no eligió perfiles radicales. "En los primeros encuentros quedó claro que no nos íbamos a tirar los platos por la cabeza", apunta el escritor.
Un referéndum sin políticos
A partir de ahí, empezaron a intercambiarse las extensas cartas de cinco folios una vez por semana, que suman más de una treintena. Se publicarán en alemán y están pendientes de la respuesta de una editorial catalana. En este proceso encuentran algunos arrecifes como el concepto de autodeterminación, que deciden mantenerlo al margen, el eje de clase y el referéndum legal. Ovejero escribe que el derecho de autodeterminación de los pueblos le parece "diseñado para una situación colonial, pero tremendamente problemático fuera de ella", y desconfía del independentismo de centroderecha, que puede desembocar en un estado conservador y totalitarista, mientras que Puntí insiste en las raíces de izquierdas del nacionalismo catalán.
"En la tercera carta le pedí si estaría dispuesto a aceptar un referéndum legal y me dijo que todavía no estaba preparado", explica divertido Puntí, que logró el sí más adelante en su relación epistolar, aunque "no a cualquier precio". Quedaron que "debería hacerse desde la sociedad civil y dejar fuera a los políticos, con mediadores internacionales que ayudaran a definir el marco, economistas, historiadores, intelectuales y entidades". Entre discrepancias, un acuerdo sin fisuras: "El gran problema de España es la justicia, un estamento que se ha perpetuado desde el franquismo, que no ha evolucionado y que es el gran freno a cualquier reforma".
La política catalana, inescrutable
"La conclusión es que no hay conclusión", afirma, sobre todo porque desde que terminó el experimento ha habido elecciones municipales y generales y ahora, contra todo pronóstico, el gobierno español visita a Puigdemont en el exilio para negociar la amnistía. "La actualidad nos ha impedido sacar conclusiones. Quizá sea una metáfora de la situación: el presente siempre se acaba comiendo lo que has hecho", dice Puntí.
Así pues, ¿qué puede hacer la literatura ante un conflicto estancado? Después de darle vueltas, los escritores decidieron no acercarse desde la ficción sino desde el punto de vista de los dos narradores, que no forman parte de la esfera política, sobre la realidad. Su misión es "llevar una mirada imaginativa" que pueda "crear escenarios que no son reales" con cierto distanciamiento: "La literatura siempre debe ir un paso más allá".