El vino hace verano

Cooperativas sociales con valor añadido

El Olivo o Coop-era apuestan por la integración social de las personas con discapacidad o de colectivos vulnerables

BarcelonaEl Olivo es una cooperativa de trabajo y de iniciativa social en el mundo rural que cultiva viñedos y olivos y elabora vinos y aceites ecológicos incorporando personas con dificultades en todo el proceso. El proyecto nació en 1974 en Vallbona de les Monges. En 2003 dio un paso más en la acción social de la cooperativa con la constitución de la Fundación L'Olivera, un instrumento para garantizar la acción de la entidad en el tiempo y promover nuevas iniciativas para la integración social y laboral de personas con discapacidad o riesgo de exclusión social, principalmente en el mundo rural.

"La agricultura es un espacio interesante para crear un ámbito de inclusión y formación terapéutico, lo que se llama la agricultura social, pero no hay muchas experiencias similares en el ámbito del vino. Hablamos de personas con necesidad de apoyo porque su tipología puede ser diferente. Nosotros nacimos con personas con discapacidad funcional, pero ahora también trabajamos con personas que han dejado la escuela o que son de origen migrado", explica al ARA Pau Moragas, vicepresidente y responsable de producción de L'Olivera.

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"Cuando nacimos en 1974 creamos un grupo que integrara capacidades diferentes al servicio de un proyecto común. Durante todos estos años hemos ido consolidando un proyecto económico que queremos que sea solvente por sí mismo. No sólo queríamos ser agricultores sino también elaboradores y comercializadores para que el valor añadido se quede en su origen", asegura.

La iniciativa no es sencilla. "Un proyecto de estas características presenta muchos retos y muchas dificultades. Históricamente, la gente ha querido irse del sector agrícola porque era un trabajo poco valorado y con condiciones duras", recuerda.

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El Olivo empezó haciendo vinos blancos, pero ahora tiene un abanico de 20 tipos de vinos diferentes. Además, tiene un molino propio para aceite. "Nosotros intentamos que todos nuestros productos tengan un relato propio, que no se vendan porque son sociales sino porque son genuinos e interesantes. El producto es el eje central. Nosotros intentamos huir de la etiqueta social porque esta dimensión del vino se puede encontrar en muchos productos. La gracia es que distintos tipos de proyectos convivan de forma respetuosa en un mismo entorno, y eso ya genera un impacto social", argumenta Moragas.

El proyecto hace bandera de la lucha contra la automatización que está haciendo más impersonal al sector. "Creando productos de valor añadido mujeres valor a toda la cadena que hay detrás de un producto. En nuestro caso, haciendo un buen vino en un territorio de secano en el que la agricultura está desapareciendo demostramos que hay futuro para un territorio y para una forma concreta de hacer las cosas. Nosotros todavía defendemos la vendimia manual en un momento en que los trabajos manuales están desapareciendo", dice Moragas.

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"El mundo cambiará mucho en los próximos años y es necesario que demos a la alimentación la importancia que tiene. Los vinos que tienen una mirada personal detrás tendrán un valor añadido. Es un caso parecido al que vive el mundo de la cultura. Si no vamos a las pequeñas librerías, el sector estará dominado por las grandes marcas que decidirán lo que debemos leer", resume. La coherencia es un factor clave para L'Olivera. "El nuestro es un proyecto coherente. La gente siente que es de verdad, no una acción de marketing, y éste es nuestro gran reto", añade Moragas.

Relieve agrario

Otra iniciativa con valor añadido es Coop-era, un proyecto de facilitación del relieve agrario mediante la gestión integral de tierras de cultivo y aplicando criterios de economía social y solidaria. La iniciativa pretende dinamizar el sector primario a nivel local y comarcal con visión de país, protegiendo el arraigo territorial a través de la viabilidad económica. La oferta de servicios implica un programa de relieve agrario diseñado aplicando criterios de economía social y solidaria, cohesión territorial, así como la inserción de colectivos altamente vulnerables.

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Coop-era sacó en el mes de abril sus primeros vinos. Se trata de una colección de cuatro vinos producidos con las variedades tradicionales del Penedès (xarel·lo, macabeo y parellada) y que ha sido posible gracias a la colaboración de cuatro pequeños elaboradores del territorio. En total se produjeron 3.800 botellas.

De unos viñedos viejos situados en los municipios de Subirats y Vilafranca del Penedès, cultivados por el equipo del proyecto y cosechados manualmente, sale la uva para la producción de esta colección limitada de vinos de mínima intervención elaborados por los viticultores locales: Ivá Gallego, Joan Rubió y Àngels Margalef, María Barrena y Josep Tort, Anna Galofrè y Raimon Badell.