¿Qué credibilidad tiene Vladimir Putin para hablar de paz?
El día antes del inicio de la cumbre de paz por Ucrania que se celebrará en Suiza, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha puesto sobre la mesa sus condiciones para un alto el fuego: la retirada ucraniana de las cuatro regiones ocupadas por los rusos y el compromiso de Kiiv de renunciar al ingreso en la OTAN. Como todas las ofertas que prometen acabar con un conflicto bélico, esta propuesta merecería ser estudiada si no fuera porque tiene un problema de base: qué credibilidad tiene Vladimir Putin, el mismo que negó que quisiera invadir Ucrania hasta el día anterior ¿invadirla?
No hay duda de que Putin intenta dividir a los aliados, y más después de unas elecciones europeas en las que ha subido la extrema derecha, incluyendo partidos que son pro-rusos. El dirigente ruso sabe que la guerra es impopular en Occidente, que ha subido el precio de las materias primas y que ha obligado a los europeos a aumentar de forma drástica su inversión en defensa. Y ahora pone sobre la mesa una oferta que puede provocar dudas en más de uno.
En realidad, sin embargo, la oferta no es tal. Si Putin logra la anexión de Donetsk, Luhansk, Kherson y Zaporíjia, lo que habrá logrado es consolidar una excelente plataforma desde la que volver a lanzar una invasión si Kiiv se atreve a mirar hacia Occidente de nuevo. En última instancia, lo que pretende Putin es que Ucrania sea un estado títere, al estilo de Bielorrusia, dirigido a conveniencia desde Moscú, y eso, además de no respetar la soberanía ucraniana, rompe con todos los tratados y convenciones internacionales .
La crisis ucraniana recuerda demasiado a la de los Sudetes del año 1939, cuando Hitler invadió Checoslovaquia con la excusa de proteger a la minoría alemana, como por ahora poder confiar en la buena voluntad del autócrata ruso, que, igual que el cabo austríaco, busca aumentar su espacio de seguridad, elsede lebensraum. La paz en Ucrania debe construirse sobre otras bases, y si se debe mover la línea fronteriza deberá hacerse de mutuo acuerdo y no por la imposición de las bayonetas y con la amenaza latente de una nueva invasión.
Ahora mismo, la palabra de Putin, una persona que ha engañado en numerosas ocasiones a Occidente e incluso a su propia población, a la que se le niega información sobre lo que está ocurriendo realmente en Ucrania, no tiene ningún valor. Ahora bien, Occidente debe buscar maneras mucho más efectivas de socavar el poder del líder ruso, y sobre todo debe hacer ver a China que su apoyo a Rusia se le puede girar en su contra. La vía diplomática, que hasta ahora ha sido muy subsidiaria de la militar, debe asomarse y ser protagonista. Porque inevitablemente el enquistamiento del conflicto, una guerra de desgaste como la actual, acabará beneficiando a aquel que no tiene ningún escrúpulo para sacrificar miles de vidas en el altar de su megalomanía. Putin sabe que los europeos se cansarán en breve de la guerra. Y que si gana Trump en noviembre, estará en condiciones de dictar a Zelensky las condiciones de una paz que no será paz, sino su victoria.