La desaparición del hermano mediano
Con la caída de la natalidad, se reducen los hermanos medianos, considerados los más autónomos, los más creativos y los que menos atención han recibido de los padres
BarcelonaDel hermano mayor será de quien, seguramente, se conservan más fotografías de su infancia. Es quien disfruta, al menos durante un tiempo, de la atención exclusiva de unos padres novatos. Se dice que es el más responsable y quien desarrolla mayor capacidad de liderazgo mientras que el hermano pequeño es el mimado, con quien se suele ser más permisivo, y será, por muchos años que pasen, el bebé de la familia. Y el meidano es... Pues eso, el mediano. Un estatus con poco prestigio, destronado por el pequeño y sin el rol más definido que tienen los demás hermanos. "El hermano mayor cuando llega es hijo único durante un tiempo y recibe toda la mirada de los padres, y el pequeño acaba siendo el juguete. Y el de en medio se pregunta: «¿Quién soy yo?» No sabe dónde colocarse, sobre todo al principio, pero cuando pasan los años se recoloca", apunta Judit Besora, antropóloga y asesora de crianza y familias en La Tribu.
De los hermanos medianos suele decirse que reciben menos atención de los padres y otros familiares, que van más a su aire y que son más conflictivos y más rebeldes en un intento, quizá, de llamar la atención. Pero en términos positivos también se dice que son los que más se han tenido que espabilar, son más autónomos, más creativos y a menudo actúan de mediadores entre el mayor y el pequeño y no están tan pendientes de la aprobación de los demás como quizás lo están sus hermanos. Es lo que se conoce como síndrome del hermano mediano. Si bien puede tener alguna base real, el síndrome del hermano mediano no existe como tal. "Hay autores que hablan pero científicamente no existe. Se ha explorado por qué el hermano mediano percibe que recibe menos atención que el mayor, con quien los padres lo viven todo por primera vez y se lo miran todo al milímetro, y quizás el mediano es más autónomo porque ha percibido que los padres están menos disponibles, pero eso no quiere decir que ésta sea la realidad sino que él lo percibe así", explica la psicóloga infantil Judit Teixidor.
Olga Badosa y su hermano son los hermanos medianos de cuatro hermanos y asegura que ambos se han sentido "más libres" porque "no se fijaban" tanto en ellos. "Me decían «Tú ya te espabilas», y eso ha sido positivo. Para la vida me ha ido muy bien. Recibía menos atención, pero creo que la poca que recibía era la justa y necesaria, sobre todo en una época en la que todo era más rígido", dice Badosa, que ahora tiene 61 años.
En las redes muchos lectores han dado su opinión: "Siempre tenemos que luchar y demostrar más porque se nos ha comparado con el mayor y después con el pequeño. Ha sido una sensación de no hacerlo nunca bien", escribía David. "Yo tengo tres hijos y el de en medio siempre me ha parecido que lucha más por las cosas, que tiene más determinación y se espabila más porque tiene un objetivo muy claro y profundo, que es atrapar a su hermana mayor", comenta Joana, y Laia añade: "Yo soy hermana mediana y la sensación de menor atención es total".
¿El orden de nacimiento marca?
Según Judit Besora, más allá de los tópicos, los estudios no encuentran que existan características propias del hermano mediano pero tampoco del mayor, el pequeño o el hijo único. "Seguro que en algunos casos los del medio casan con esta descripción de creativos y mediadores, pero en otros no". ¿El orden de nacimiento marca? Depende. "La posición en la que naces afecta pero no a todo el mundo por igual y no es determinante, depende de muchos factores", opina Besora. "Afecta porque naces en una familia diferente si eres el primero que si eres el tercero. Cuando naces en una familia sin hijos, por ejemplo, los padres no tienen experiencia pero eso no es determinante. No puedes decir que por ser el primero eres así ", asegura.
En el mismo sentido, la psicóloga infantil Judit Teixidor afirma: "El orden de nacimiento puede influir en la forma en que afrontas la vida, puede haber una correspondencia, pero deben tenerse en cuenta otras variables. También tiene influencia el género, el tamaño de la familia, quien vive en casa, los años que te llevas con tus hermanos..." No es lo mismo ser la única niña entre dos niños que la mediana de tres niñas, o tener un hermano mayor con quien te llevas ocho años que tener hermanos muy seguidos. "Los conflictos y relaciones son diferentes porque las experiencias también son diferentes", argumenta Teixidor, que compara la búsqueda de la identidad propia con un pastel. "Cuando nace otro hermano una parte de esta tarta ya está cogida y si hay conductas que ya hace tu hermano mayor seguramente la tendencia será a coger otras", dice. Para la psicopedagoga y también psicóloga infantil Patricia Gómez, el orden de nacimiento sí "forja el carácter": "Porque las relaciones que estableces en la infancia determinarán tu comportamiento en el futuro".
Menos atención
Como padres no somos los mismos con el primer hijo que con el segundo y ya no digamos con el tercero. Sabiendo que el del medio se puede sentir más "descolocado", Teixidor aconseja "darle más visibilidad y atención exclusiva", aunque opina que dedicar un tiempo individual a cada hijo y darle un espacio propio es importante para a todos y no sólo para el mediano. También se debe evitar compararlo con los demás hermanos. Además, el vínculo puede no ser igual con todos los hijos. "El vínculo no es automático. Necesita espacios de cuidado, de atención y de compartir y necesita tiempo y calidad. Y si tienes muchos hijos, no tienes tiempo para dar esa calidad y el vínculo se resiente", añade.
Cristina es madre de tres hijos, dos niñas y un niño que es el pequeño. Reconoce que la hija mediana es la que ha tenido menos tiempo para ser pequeña y ha acabado siendo la más autónoma y también la más rebelde. "Es una cuestión de supervivencia. La del medio tiene a quién imitar y también ha tenido que espabilar, porque si yo estoy vistiendo al pequeño no la puedo vestir a ella, por ejemplo", explica. También observa que la mediana siempre va "en paquete". "La mayor hace cosas porque es la mayor y al pequeño le permitimos cosas porque es el pequeño, y la mediana, cuando nos conviene, es lo suficientemente mayor para algunas cosas pero es pequeña para otras. Hay días que la metes dentro del saco de los mayores y otros dentro del de los pequeños", dice Cristina, que asegura que intentan paliar esta "desigualdad" pasando tiempo en exclusiva con ella.
Según la antropóloga Judit Besora, la percepción de menor atención que puede sentir el hermano del medio es natural. Cuanto más hijos, menos tiempo. "Pero la atención que recibe es la que necesita un niño. Un niño no necesita un adulto observándolo 24 horas sino que necesita percibir una atención y cuidado seguros. Ahora tenemos padres que deben jugar continuamente con los hijos. Y esta menor atención es saludable porque a veces esa mirada continua ahoga". Ella cree que son más los progenitores los que pueden desarrollar un sentimiento de culpa porque el hijo de en medio era hasta hace poco el pequeño, pero él quizá no lo vive mal. Besora sí que sin embargo, ha observado que a las familias de tres hijos a menudo quien preocupa es el mediano, tanto ella como Patrícia Gómez explican que la mayoría de familias numerosas que consultan lo hacen por el hermano del mediano. "El motivo de consulta acostumbra a ser por temas conductuales, como rabietas o conflictos en casa o en la escuela", explica Gómez.
Camino de la desaparición
En cualquier caso, el hermano mediano va camino de desaparecer. En 1975 nacieron en Cataluña 17.174 terceros hijos de un total de 110.336 bebés, según datos del Idescat. Es decir, un 15,5% de los niños que nacieron ese año eran terceros hijos. Un 41,8% fueron primeros hijos y un 31,9% según. La natalidad se ha ido reduciendo desde entonces y en 2021 nacieron 5.826 terceros hijos, un 10,1% de un total de 57.634 bebés nacidos vivos. La cifra de terceros hijos se ha reducido un 34,9% en 48 años. En 2021 los primeros hijos ya representaban un 51,4% de todos los nacimientos y el número de segundos hijos se mantiene estable con un 33,9%.
"Tres hijos no es lo más común. La moda lleva muchos años siendo dos hijos pero no es lo mismo dos hijos con poca gente que no tiene ninguno, que dos con mucha gente que no tiene hijos, y por eso la media de hijos por mujer baja tanto", observa Albert Esteve, director del Centro de Estudios Demográficos-CED. El índice de fecundidad se sitúa en 1,17 hijos por mujer, el valor más bajo del siglo, y una de cada 4 mujeres nacidas en 1975 no tendrá hijos. "Los hijos se tienen cada vez más tarde y algunas parejas se quedan con uno y no tienen tiempo para el segundo, ya los del segundo no les queda tiempo para el tercero. Es una cuestión biológica: la vida fértil de la mujer está limitada en el tiempo", argumenta Esteve. La edad media del primer hijo es de 31,6 años, según datos del Idescat. "En Suecia está a los 29 años y es una gran diferencia", añade Esteve. La emancipación tardía, la precariedad laboral, las dificultades de acceso a la vivienda o la falta de conciliación obligan a retrasar la maternidad hasta edades en las que la fertilidad empieza a caer.
Menos hogares con familias numerosas
En 1981 el porcentaje de hogares con tres o hijos o más era de un 18,9% sobre el total de hogares con familias mientras que en 2020 ya había descendido hasta el 6,7%, si bien ha experimentado una ligera recuperación en los últimos años. Cuando se pregunta sobre el tamaño ideal de la familia, la mayoría responde que pasa por tener dos hijos. "En los estudios sobre el deseo de tener hijos los dos se mantiene, el tres baja y el hijo único sube mientras que los que no quieren tener ninguno también se mantienen constantes", dice Esteve. Para este demógrafo, tener tres hijos es "una señal de estatus, que las cosas te han ido rodadas, porque tener hijos es caro". "Hoy en día tener dos ingresos en el hogar es importante para formar una familia numerosa. Las parejas de doble ingreso y alto nivel adquisitivo que se han emparejado jóvenes son las más propensas a llegar a tener tres hijos", asegura. "Ya hay países, como Suecia, donde los pobres se reproducen menos que los ricos. En algunos países, cuanto más estatus, más hijos. Aquí todavía no, pero vamos en esa dirección", añade.
Y Judit Besora apunta que en la historia de la humanidad el hermano mediano había sido siempre la norma y ahora es "la excepción". "En las sociedades de cazadores recolectores todo el mundo era hermano mediano porque cuando nacía un hijo siempre estaba rodeado de primos, vecinos y de toda la comunidad. Y ahora, cuando llega el primer hijo, éste es el centro de todas las miradas y eso nunca había pasado". Para Judit Teixidor, crecer con hermanos o en el seno de familias extensas es una oportunidad para aprender "de primera mano a relacionarse con otras personas". Ahora, en cambio, avanzamos hacia una sociedad de hijos únicos.