HOMENOTES Y MUJERES

La empresaria y gran benefactora de Castellar del Vallès

Emilia Carles Tolrà, que vivió una vida de película, ofrecía grandes beneficios sociales a los trabajadores

David Valero Carreras
3 min
Emilia Carles Tolrà

Bien entrado el siglo XXI, cuando queremos saber qué beneficios sociales relevantes ofrecen las grandes empresas a sus trabajadores y lo vamos a buscar a los rankings en esta materia, encontramos a los sospechosos habituales, es decir, firmas como Google o Facebook, que suelen mostrarse mucho generosas con sus asalariados (elevadas prestaciones de maternidad, gimnasios en la oficina, comidas gratuitas, espacios de ocio, etc.) Estos complementos laborales pueden parecer una moda anglosajona reciente pero, en realidad, aquí también disfrutamos hace mucho de tiempo, hasta que las visiones cortoplacistas de los negocios y la obsesión por la reducción de costes aniquilaron gran cantidad de servicios que los patronos ponían a disposición de sus trabajadores. Un ejemplo paradigmático de hacer la vida más cómoda a los obreros fue la compañía que dirigía a caballo de los siglos XIX y XX a la empresaria Emilia Carles Tolrà, que erigió un imperio del algodón a partir de la fábrica textil que había heredado de la familia .

Su destino fue fruto de una carambola a varias bandas: la primera, la decisión de dejar su Cabrils natal para ir a vivir con sus tíos a Castellar del Vallès, justo cuando habían perdido a sus hijos. La segunda fue la muerte de su tía y el matrimonio con su tío Josep Tolrà, propietario de una explotación textil. Y, sin solución de continuidad, la defunción prematura del marido unos meses después de haber contraído matrimonio, en 1882, que la dejó sola al frente de los negocios con sólo treinta y cuatro años. Lejos de encogerse, tomó las riendas de la empresa familiar y empezó a tomar decisiones. La historia de Viuda de J. Tolrà apenas empezaba.

Su voluntad de destinar buena parte de los beneficios a obra social marcó la evolución de la firma textil y de su propia vida, a la vez que mejoró las condiciones y la dignidad de muchos de sus coetáneos. Para liberar tiempo para estas tareas, colocó a su sobrino a pie de fábrica para que controlara el día a día de los negocios, mientras ella seguía dirigiendo la estrategia como propietaria de todo. La lista de obras benéficas hechas por Emília Carles Tolrà es larga ya menudo tiene a Castellar del Vallès como protagonista: construcción de la iglesia parroquial, edificación del Palau Tolrà (actual ayuntamiento), creación de las Escuelas Tolrà y de las Escuelas Pías, viviendas para los trabajadores de la fábrica (que incluían economato y escuela), fundación de las Escuelas Tolrà (ahora en Cabrils), dotación de becas para seminaristas, etc.

Esta intensa actividad le valió el título de marquesa de Castellar del Vallès, concedido por la reina regente en 1896. En cuanto a las prestaciones para los trabajadores, más allá de viviendas y otros servicios ya comentados, en 1898 creó una caja de pensiones y dio apoyo financiero al establecimiento de una mutua para ayudar a los obreros enfermos. También entró en el sector de los medios de comunicación, con su mecenazgo sobre el diario carlista El Correo Catalán. Antes de terminar el siglo XIX, el conjunto fabril ya empleaba a 700 trabajadores. Una actividad intensa y obsesiva que sólo una neumonía mortal pudo detener. Emilia murió en febrero de 1915, pero la semilla que sembró siguió dando frutos muchos años, tanto en el ámbito empresarial como en el benéfico.

Con el paso de las décadas, y una vez terminada la Guerra Civil, el sobrino de Emilia, que había dirigido el negocio durante muchos años, cedió la empresa a un competidor más pequeño pero con mucho conocimiento del sector, los hermanos Valls Taberner. Los propietarios de Manufactures Valls integraron la firma Viuda de J. Tolrà en su grupo empresarial, que no paró de crecer hasta la crisis de los años ochenta. Así, a mediados de los años setenta los encontramos como segundo grupo algodonero del país, detrás del conglomerado Castell-Gossypium, del empresario Jaume Castell Lastortras, que incluía a las firmas Intelhorce y Tecla Sala. El grupo de los Valls Taberner estaba compuesto en aquellos momentos por Manufacturas Valls, Viuda de J. Tolrà e Industrias Marqués, esta última el embrión de la fortuna de la familia Bultó Marquès.

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