Ficción

¿Qué nos ha enseñado 'Succession' de la vida de los superricos?

Casas sin alma, ropa sobria y una cierta aversión por la comida son algunos de los detalles del estilo de vida de los más poderosos del mundo

BarcelonaLa familia Roy son las personas más detestables que han pasado por la televisión en los últimos años, pero nos han tenido enganchados a sus batallas fratricidas durante cuatro temporadas. Con Succession, que ya tiene un lugar reservado en el panteón de las mejores series de la historia, hemos practicado el voyeurismo de alto standing. Mientras los hermanos se sacaban los ojos, nosotros hemos descubierto una vida que no tendremos nunca: la de los superricos que saben que el mundo gira cuando ellos deciden que lo haga. ?Qué hemos aprendido de la vida de los multimillonarios gracias a Succession? [Atención, hay algún spoiler ]

Su ropa parece aburrida pero cuesta mucho dinero
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El vestuario de los Roy se basa en un concepto muy básico, el lujo silencioso. Ellos no necesitan llevar grandes logos y estridencias porque no necesitan demostrar nada: ellos son old money, tienen dinero de toda la vida, y el estilo lo marcan ellos sin tener que sobresalir o lucir extravagancias. "Hay un cierto desprecio por el logotipo –Versace, la paleta de colores subidos, los nombres en grandes letras en una camiseta–. No se llevan bien y tiene que ver con el old money y el new money ", explica Michelle Matland, diseñadora de vestuario de la serie. Así pues, la ropa que visten puede parecer básica –una chaqueta beige, un jersey de punto–, pero vale mucho dinero: un jersey de cuello alto de cachemira de Shiv puede llegar a costar más de 1.000 euros, y el traje de chaqueta azul que Kendall lleva en la boda de su hermano supera los 11.000 euros.

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La prenda de ropa más habitual en la serie es el traje de chaqueta, también en el caso de Shiv, que se tiene que hacer un lugar entre muchos hombres y siempre apuesta por un look ejecutivo. Este dress for success –como la etiqueta la historiadora de moda Sílvia Rosés– es la armadura con la que intenta parecer tan o más dura que sus hermanos.

No llevan abrigo
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Una de las particularidades de los superricos es que pocas veces llevan abrigo. ¿Por qué necesitan llevar si prácticamente no pisan la calle? "Algunos expertos nos explicaron que los ricos no utilizan argolla para la servilleta, y también que la gente rica no lleva abrigo cuando sale fuera, porque van directamente del coche al lugar donde los esperan", ha explicado Mark Mylod, productor ejecutivo y director de la serie en la revista de lujo Robb Report.

Esta temporada, no obstante, ha habido excepciones a esta norma, como cuando Kendall va al funeral de su padre vistiendo un carísimo abrigo de cachemira de Loro Piana.

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Tienen casas impersonales

Todos los miembros de la familia Roy viven en pisos espectaculares, muchos de ellos con unas vistas sobre Manhattan que quitan el aliento. No son hogares, sino más bien casas de catálogo con colores monótonos y estilo impersonal. Stephen Carter, diseñador de producción de la serie, y George DeTitta Jr., responsable de decorados, se inspiraron en los pisos de la Quinta Avenida de Nueva York de multimillonarios reales, como por ejemplo Charles Bronfman. Carter destaca que el piso del propietario de Seagram le dio una idea de cómo tenía que ser el de Logan Roy: de colores simples y apagados. Otro de los grandes escenarios de la serie es el loft de varios pisos de Shiv Roy y su marido, Tom Wambsgans, de decoración tan fría y aséptica como lo es su relación. Que la decoración sea aparentemente simple no quiere decir que no sea cara: una de las lámparas de pie que aparece en una de las escenas de la serie cuesta 1.900 euros, mientras que una de las mesas de centro, 2.500 euros. En contraposición a la frialdad de los apartamentos de los hermanos Roy está la de la ex mujer de Kendall, Rava, el único personaje con un mínimo de humanidad y un piso acogedor. 

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Quieren la vida eterna (para venderla)

Uno de los momentos estelares de la cuarta temporada de la serie es el Día del Inversor de Waystar Royco, en el que Kendall anuncia el revolucionario nuevo producto de la compañía, Living+. Se trata de un proyecto inmobiliario que prácticamente promete la vida eterna a los habitantes del nuevo complejo: las personas que vivan en esta comunidad tendrán acceso a los servicios médicos más avanzados y quién sabe si en un futuro podrán esquivar la muerte. La fascinación por alcanzar la vida eterna la comparten varios millonarios reales. Jeff Bezos ha invertido en una start-up que investiga cómo frenar el envejecimiento de las células, y Larry Page, cofundador de Google, creó Calico, empresa que trabaja para alargar la longevidad.

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El concepto de Living+, de hecho, se asemeja un poco al intento de arcadia que Disney construyó a principios de los noventa en Florida, Celebration, un pueblo que se basa en los barrios residenciales de clase media-alta de la América de los años cincuenta. No es el único proyecto de este tipo que tiene el gran grupo de entretenimiento: las comunidades Golden Oak, dentro del Walt Disney World Resort, y Storyliving, todavía en construcción, se asemejan mucho al mundo perfecto que vende Kendall Roy.

Mucha comida pero poco interés en ella
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Si hacemos caso a Succession, un superrico no se morirá nunca de hambre, pero demostrará una emoción moderada, o casi indiferencia, por los platos de canapés que pasean los camareros en los acontecimientos que organizan. Engullir es señal de poca clase, como le gusta señalar a Tom, que conoce las ventajas de la riqueza a través de su matrimonio.

En En Succession, la comida puede llegar a ser una amenaza: en uno de los capítulos, cuando los cuatro hermanos están reunidos, el patriarca les envía una caja de donuts, un recordatorio de que él siempre los está observando y va un paso por adelantado. Ninguno de los cuatro se atreve a comer.